Cuando aborté “no me sentí empoderada, me sentí una basura”.
“Yo no conozca a ningún miembro del movimiento feminista o LGTB que haya provenido de una familia integrada”, señaló la brasileña Sara Winter. Ella fue la activista más conocida de Brasil por haber fundado el movimiento feminista denominado “Femen” en su país; pero ahora desarrolla su liderazgo innato a favor de la vida naciente, de las mamás y de la familia.
Sara ha vivido una historia llena de dolor; pero también de misericordia y resurgimiento, la cual compartió en el Simposio internacional Derribando mentiras globales llevado a cabo en México el 2 de abril. Explicó cómo son las entrañas del movimiento feminista y de dónde provienen sus fuentes de financiamiento; pero también las profundas heridas que tienen algunos de sus integrantes y que son éstas el medio para ser manipulados.
Comenzó relatando que en su familia eran pobres, sin embargo, muy felices; su padre se dedicaba a pintar casas y su mamá vendía ropa usada; mencionó que tiene 2 hermanos mayores, uno muy bueno y el otro muy joven se volvió drogadicto y poco después lidereaba el narcotráfico en su ciudad.
Sara comentó que su hermano apagaba sus cigarros de mariguana en su cabeza, y a fuerza de tantos abusos lo confrontó, por lo que él sacó un arma que introdujo en su boca y la amenazó de muerte. Por eso, tuvo que huir de su casa, vivió en la calle y tuvo que recurrió a la prostitución. Subrayó que quienes buscan su legalización “nunca han cambiado su cuerpo por un pedazo de pan”.
En cierta ocasión fue violada y, en medio de tanta pena y asco, pensó que Dios estaba de acuerdo con lo que le ocurría y deseó ser su enemiga. Lo que cumplió durante 5 años.
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Cuando tenía 19 años, en un puesto de periódicos, vio en una foto de feministas de “Femen” protestando en Ucrania y quedó encantada. Referían temas de mujeres y se identificó con una de las manifestantes que estaba siendo golpeada por la policía y quiso ser una de ellas, quería cambiar el escenario de su país.
Les envió un correo y no solo le contestaron, sino que le enviaron dinero para que viajara a Ucrania, en su preparación le enseñaron que todos los hombres son violadores en potencia y que la Iglesia Católica enseña que la mujer debe ser esclava en un matrimonio.
Sara Winter apuntó que estos movimientos se aprovechan del sufrimiento de los jóvenes: no conoce ninguna feminista o miembro del movimiento LGTB que provenga una familia bien estructurada.
Agregó que le enseñaron que no era una militante de izquierda sino un militar de una guerrilla que pelea con armas culturales ideológicas. En el interior el movimiento era muy disciplinado.
Le dijeron que iba a construir un mundo sin homofobia, ni transfobia, ni otra clase de fobias siendo todo esto la revolución socialista; pero hablar con ese lenguaje no es atractivo pasada la Guerra Fría, ahora se pelea una lucha semántica, por lo que se usan términos políticamente correctos.
Enfatizó que para lograr sus objetivos estaban autorizadas a hacer los que fuera necesario para lograr el mundo perfecto: matar, mentir, robar, pasar sobre cualquier valor moral, incluso su cuerpo ya no es suyo sino un instrumento de la revolución. Se manifestaban con el torso descubierto, se besaban con otras mujeres frente a las iglesias, entre otras expresiones.
También recordó que se apoyaban en la coyuntura, según el ambiente social en sus protestas, se hacían pasar por mujeres devaluadas o violentadas; pero además vendían a ciertos medios la exclusividad de sus protestas.
Sara Winter se convirtió en la cara de la lucha por la legalización del aborto hasta que, a los 22 años, ella misma estaba embarazada.
Abandono
En su exposición aprovechó el momento para cuestionar por qué los latinos somos los que más dejan solas a las mujeres embarazadas y señaló que es porque ya no somos cristianos; sólo bautizados, estamos descristianizados.
Apuntó que en nuestra sociedad hay sexo en todos lados, en las películas, en la música, las telenovelas, señaló que nuestros hijos son bombardeados con una cultura de sexo que los presiona para incidir su vida sexual temprano y luego no saben qué hacer con el resultado. “Estamos creando una generación de madres solteras”, enfatizó.
Winter subrayó que los niños sin padres tienen más probabilidad de ser delincuentes y resaltó que “el padre es el núcleo de la familia… lo dice una madre soltera”. Además, manifestó que hay una generación de mujeres confundidas que deben malabarear con el éxito o familia.
Al continuar hablando sobre su experiencia rememoró que todos le dijeron que por su posición debía hacerse el aborto, pero aclaró que “nadie le dijo que tenía que pasar por un trabajo de parto”, y que tenía que parir a un hijo muerto. Recordó como estuvo sentada en un inodoro y vio en el agua no una bolsa de células sino a su hijo; mencionó que dar marcha atrás en el tiempo, pero solo quedaba bajarle al sanitario.
Pasados 10 días, Sara tenía las extremidades rígidas, el abdomen hinchado y olía mal, llamó a sus compañeras, no obstante, ninguna acudió. Sólo respondió un amigo cristiano quien la llevó al hospital para salvarle le vida, le quitaron una Trompa de Falopio y le diagnosticaron que sería infértil.
Winter enfatizó que aborto no es voluntario. Se piensa en eso porque no hay condiciones para las mujeres para tener a sus hijos; no hay empleo; no hay guarderías; ni leyes contra los maridos abusivos. Enfatizó que es una hipocresía decir que es una elección, y que no es una interrupción porque no se puede reanudar, “se interrumpe una película no embarazo”, al abortar “no me sentí empoderada, me sentí una basura”.
¿Seguro y legal?
Mencionó que no es legal y no es seguro; que hace mal al cuerpo, a la mente y al alma. Destacó que entre quienes se han practicado el aborto existe 500% más probabilidades de tener cáncer de mama.
Tampoco es gratuito porque alguien tiene que pagar, y ese dinero tiene que aumentar los impuestos, o retirarlo de otras secretarias como las de seguridad, educación o desarrollo. Sin embargo, van a decir que el sector público no tiene capacidad para hacerlo y ahí es donde entran las clínicas privadas de aborto.
La industria del aborto es la única donde la persona paga para dejar la materia prima de los productos, y explicó después de pagas para se practique el aborto los restos de los bebés son comercializados y esto se quedan gratis en el abortorio. Contó que en Paraguay le ofrecieron un cosmético, hecho de placenta, fabricado en Corea del Sur. (Caben mencionar que en Estados Unidos videos ocultos revelaron la venta de restos de bebés abortados que hace personal de la internacional del aborto Planned Parenthood).
Redención
Sufrió seis meses del síndrome postaborto, señaló que bebía para poder vivir y que cambiaba su cuerpo por compañía e incluso se autolesionaba porque el dolor físico le hacía olvidar el emocional. No obstante, de esto Dios ha hecho la luz, reconoció y seis meses después quedó de nuevo embarazada.
Mencionó que quedó enamorada de su embarazo y ya no quería ser enemiga de Dios; estaba agradecida por esta oportunidad de vivir y tener a su familia; quería volver a la Iglesia pero no sabía cómo.
Winter deseó tener un parto natural sin anestesia, ya quería sentir el dolor para ofrecerlo como penitencia a Dios y a su hijo muerto. Cuando el dolor era insoportable y estaba por pedir la anestesia, tuvo una visión de una mujer un tanto más morena que ella, con vestido azul que le dijo que pronto terminaría su dolor y su vida cambiaría.
Esa mujer era la Virgen de Guadalupe, tiempo después lo descubrió porque al ser brasileña y feminista no la conocía.
Dinero, apoyo
Sara Winter afirmó que instituciones internacionales financian este tipo de movimientos como las fundaciones McArthur, Ford y Rockefeller. Destacó que los movimientos en Brasil han ganado 37 millones de dólares por sus acciones.
Mencionó que a los líderes se les paga mucho dinero, recordó que ella podía recibir 400 dólares por manifestación.
Cuando abandonó el movimiento feminista perdió todo apoyo y tuvo que vivir con su bebé en la casa de un amigo y dormir en el suelo.
“Soy una hija del movimiento provida”, esos cristianos que tanto ofendí me dieron apoyo una casa, terapia y un trabajo. Ahora Sara Winter apoya a las mujeres que tiene dificultades en su embarazo. Incluso en el gobierno de Bolsonaro ocupa la instancia gubernamental sobre apoyo a la maternidad.
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Alerta
Winter afirmó que “los cristianos no somos ciudadanos de segunda clase”; pero hay que aprender a levantarse porque en ocasiones somos cobardes y lo justificamos como prudencia. Dijo que ya no es posible cerrar la boca sino que es tiempo de gritar por la vida y la familia.
Por otro lado, señaló que México está como Brasil estaba hace 15 años, recibiendo dádivas y subrayó que eso destrozó a su país.
Finalmente pidió que se ore y se apoye para las chicas que dejan esos movimientos, porque la chica ucraniana de “Femen” que vio en esa imagen en el diario, Oksana Sachko, también dejó el movimiento; sin embargo, no pudo con la presión social y se quitó la vida.
A pesar de todo, reafirmó con energía: “Tienen a Dios, ¡no tengan miedo!”
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