La violencia en contra de periodistas en México que en muchos casos ha acabado con la vida de quienes se dedican a la labor informativa, continuó siendo una tragedia alarmante en este 2024, se trata de una situación que refleja una problemática estructural que socava la libertad de expresión y la democracia en el país. Este fenómeno no es nuevo, pero la persistencia de estos acontecimientos convierten a México en uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.
Los crímenes en contra de los periodistas son un hecho que subraya la vulnerabilidad de quienes denuncian la corrupción, el crimen organizado y las violaciones a los derechos humanos. De acuerdo con datos de organizaciones internacionales como Reporteros Sin Fronteras (RSF) y el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), México ocupa un lugar destacado en la lista de países con mayor número de periodistas asesinados.
El patrón es claro: las víctimas suelen ser reporteros locales que investigan temas sensibles en regiones dominadas por el narcotráfico o con altos niveles de corrupción gubernamental. La impunidad en estos casos supera el 90 por ciento, según informes de la organización Artículo 19, lo que envía un mensaje de desprotección y refuerza el ciclo de violencia.
Organizaciones sociales en defensa de periodistas y de la libertad de expresión destacan entre los factores principales detrás de la violencia contra los comunicadores, la convivencia entre actores del crimen organizado y funcionarios públicos. En muchas ocasiones, los periodistas enfrentan amenazas no solo de cárteles de la droga, sino también de autoridades locales que buscan silenciar investigaciones sobre malversación de fondos o abusos de poder.
Además, resaltan la falta de un marco legal robusto y la insuficiencia de mecanismos efectivos para proteger a los periodistas, pues a pesar de que existen programas como el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, su impacto ha sido limitado debido a la falta de recursos, la burocracia y, en ocasiones, la corrupción dentro de las propias instituciones encargadas de garantizar su funcionamiento.
Todos somos víctimas
La violencia contra periodistas no solo afecta a las víctimas directas y a sus familias, sino también a la sociedad en su conjunto. Cuando un periodista es silenciado, también se priva a la población del acceso a información crucial para la toma de decisiones. Esto crea zonas de silencio informativo, especialmente en regiones rurales o marginadas, donde las voces críticas son pocas y los riesgos son altos.
La autocensura es otra consecuencia grave ya que debido al temor de represalias, muchos periodistas optan por evitar ciertos temas o regiones, lo que limita el flujo de información y perpetúa un entorno de desinformación y opacidad. En el largo plazo, esto debilita los pilares democráticos, ya que una sociedad mal informada está menos equipada para exigir transparencia y rendición de cuentas a sus gobernantes.
Los organismos civiles han destacado que para enfrentar esta crisis, es necesario adoptar un enfoque integral que aborde tanto las causas como las consecuencias de la violencia, para lo cual son fundamentales medidas como el fortalecimiento del Estado de Derecho, reforzar los mecanismos de protección, así como, promover la cultura de la libertad de expresión.
En lo que corresponde al fortalecimiento del Estado de derecho, destacan que es imperativo garantizar que los crímenes contra periodistas no queden impunes, para lo que se requiere de investigación rigurosa e independiente, así como sanciones efectivas contra los responsables, incluidos funcionarios que actúan en complicidad con el crimen organizado.
En cuanto a los mecanismos de protección para periodistas los organismos destacan la necesidad de recursos suficientes, capacitación especializada y una mayor coordinación con gobiernos estatales y locales para ser verdaderamente eficaz.
En lo referente a la promoción de la cultura de la libertad de expresión, destacan que es crucial sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del periodismo como un pilar de la democracia. Además, llevar a cabo campañas de educación y concienciación pueden ayudar a generar un entorno más seguro para que los periodistas desarrollen con libertad su labor informativa y de investigación.
¿Crees que el nuevo gobierno federal hará esfuerzos para garantizar mayor seguridad a los periodistas?
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