El estudio señala que es muy difícil que el casos relacionados con el crimen alcancen niveles de un conflicto armado, sin embargo esto ha ocurrido en el Triágulo Norte de Centroamérica y por supuesto en México, donde ha perdido la vida 39 mil personas, nuestro país aportando 23 mil de ellas. En estos lugares se lucha por el control de territorios autónomos y no por motivo político-ideológicos, de acuerdo a un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégico (IISS) con sede en Londres.
A diferencia de México, señala Antonio Sampaio, investigador asociado al IISS, “los países centroamericanos han logrado ciertos avances, pero nuestro país no”. Se subraya el hecho de que en este primer trimestres de 2017, los niveles de violencia son similares a los de 2011, el mes de marzo pasado fue el mes más violento desde junio de hace seis años, sumando 2 mil 20 homicidios.
El comentario de Sampaio, “La espiral de homicidios”, en México, recuerda que la promesa del presidente Enrique Peña Nieto era cambiar el enfoque para hacer frente a los grupos de crimen organizado, pero la estrategia implementada por su antecesor se ha replicado, no obstante señala el investigador cada vez más la situación toma carácter de conflicto armado, ya que se han reportado agresiones directas a los cuerpos militares. Además este aumento exponencial de la violencia, se remonta a la conformación de Los Zetas, desertores del Ejercito mexicano que reclutaron a ex Kaibiles, militares del Ejército de Guatemala, señalados por su brutalidad, misma que este grupo ejerció, y esta forma de manejarse ha permanecido que ha implementado el Cartel Jalisco Nueva Generación.
Colima, Veracruz y Zacatecas han visto aumentar sus niveles de homicidio, lo que se explica por la irrupción del Cartel en la lucha por dominar estas plazas.
El análisis señala que detrás de tal situación de criminalidad se encuentra “la debilidad institucional y la corrupción generalizada” y subraya que el gobierno de Peña, “no ha sido tan proactivo en la seguridad como en otros temas, tales como la apertura del sector energético a la inversión extranjera y la reforma del sector educativo”.
El comentario concluye, que México necesita “velocidad y política de innovación” si va a cambiar su estrategia en seguridad y mencionó los casos de éxito en Medellín, Colombia y Rio de Janeiro en Brasil, que atacan el problema desde diferentes dimensiones.
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