¿Cuánto nos cuesta ignorar la depresión?

“Me sentía vacía, desanimada, pesada, no servía para nada y todo lo veía gris. Mi cuerpo estaba, pero mi mente no”, fue lo que sintió Jimena durante los 2 años en los que lidió con la depresión y es lo que 280 millones en el mundo, 3.8 por ciento de la población, sienten a diario, remarcando la necesidad de los gobiernos mundiales de luchar contra ella de manera distinta. 

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la depresión se define como “una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas”. 

Aunque la depresión se caracteriza por síntomas como pérdida de energía, cambios en el apetito, mucho sueño o cansancio, ausencia de descanso, ansiedad, pérdida de concentración, inquietud, sentimiento de inutilidad, entre otros, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recalcó que las personas pueden presentar distintos síntomas. 

Por cambios en el estilo de vida, la depresión afecta tanto a chicos y grandes, y puede durar de meses a años, afectando la calidad de vida de la persona e inhabilitándola poco a poco, pues según organizaciones, es una de las principales causas de discapacidad en el mundo; sin embargo, también es de las enfermedades menos tratadas por autoridades. 

Depresión afecta a humanos y economías

Según OMS, los trastornos mentales, incluyendo la depresión, le cuestan a la economía global cerca de un billón de dólares al año, por la pérdida de productividad; pero, por cada dólar que se invierte en atender la depresión y ansiedad, hay un retorno de cuatro dólares, pues las personas mejoran su salud y su capacidad laboral. 

“Uno de los mayores costos de la depresión no atendida es lo que se le llama presencialismo, pues las personas están perfectamente bien para trabajar, pero no producen, lo cual significa una pérdida importante para el PIB, los individuos y sus familias”, indicó a Gaceta UNAM, la doctora María Elena Medina-Mora, de la Facultad de Psicología de esa institución. 

En México, aunque cerca de 3.6 millones de personas padecen depresión y se piensa que los desórdenes psiquiátricos se harán presentes en uno de cada tres mexicanos en su vida, se estima que en 2024, el presupuesto para salud fue de cerca de tres mil 300 millones, lo que es el 1.3 por ciento del presupuesto total para salud. 

Pero no es una situación que solo pasa en México, ya que la OPS destacó que, los países de bajos ingresos son quienes menos presupuesto destinan a la salud mental, representando cerca del 0.5 por ciento del presupuesto general; mientras que, en países de ingresos altos, el porcentaje de inversión sube a 5.1 por ciento. 

“Es decir que en los países de ingresos bajos el gasto en salud mental es de menos de 1 dólar per cápita, frente a los 80 dólares per cápita en países de ingresos altos”, informó la organización y recomendó que el porcentaje de gasto asignado a servicios de salud mental sea proporcional al porcentaje de carga atribuible de esas condiciones. 

Lucha contra la depresión no es individual, sino colectiva 

Sin embargo, aunque la depresión afecta a millones y millones, no solo en México, también en el mundo, se sigue creyendo que es un padecimiento que quien lo padece debe atender individualmente, pero según expertos, es un trabajo de toda la sociedad, incluyendo familias, amigos, empresas y, claro, los gobiernos mundiales. 

Pues cuando una persona tiene depresión, deja de ser funcional como ciudadano y eso no es bueno, ni para una familia, una empresa y tampoco para el gobierno, por eso, es tarea de todos esos actores poner de su parte para poder diagnosticar el problema, brindar un tratamiento, acompañar a la persona durante el tratamiento y ayudarla. 

Además, la doctora Medina-Mora recalcó que, debe cambiarse la forma de tratar y ver la depresión, pues hay muchos estigmas alrededor del padecimiento, rechazando a los enfermos y a los profesionales e instituciones que lo atienden y en condiciones de pobreza se agrava, ya que no hay ningún seguimiento ni tratamiento. 

“En el Seguro Popular se incluyó a las enfermedades mentales, pero tuvo una intervención mínima; la mayoría de los pacientes siguieron sin contar con medicamentos… Al ser una enfermedad crónica se deben tomar durante mucho tiempo y si no se hace hay recaídas”, explicó la especialista a la Gaceta UNAM. 

La experta detalló que México es de los países en donde las personas llegan a un hospital con enfermedades, como el cáncer, muy avanzadas lo que hace imposible salvar vidas, y lo mismo pasa con la depresión, pues no se atiende hasta que es muy grave, pero para luchar contra ella, sociedad, empresas y gobiernos deben conocer los tipos de depresión y episodios, y unirse contra ella. 

La depresión no distingue fronteras, edades ni niveles socioeconómicos; su impacto alcanza a millones, no solo arrebatando calidad de vida, sino también dejando una huella económica y social significativa, y el reconocerla como un problema colectivo, es el primer paso para construir un futuro donde la salud mental sea una prioridad. 

Si tú o algún conocido se identifican con alguno de los síntomas mencionados, podrían estar viviendo con depresión. Vivir con depresión no es vida, la vida no es gris. Si necesitas ayuda puedes recibir apoyo gratuitamente en la Línea de la Vida, llamando al 800 911 2000. 

¿Cómo crees que sería un país que priorice la salud mental?

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