La obesidad ya es considerada una epidemia mundial que se ha ido agudizando sobre todo entre los niños y adolescentes.
La obesidad es uno de los problemas de salud pública más graves en la actualidad. Los malos hábitos alimentarios, la falta de ejercicio y el sedentarismo están detrás de una de las enfermedades más graves de la sociedad occidental y de los países desarrollados.
La obesidad ya es considerada una epidemia mundial que se ha ido agudizando sobre todo entre los niños y adolescentes. Numerosos estudios, como el de la Organización Mundial de la Salud, aseguran que cada vez más niños menores de 17 años son diagnosticados con afecciones y patologías más comunes en personas de mayor edad como enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión o incluso cáncer.
Además, otro de los problemas de la obesidad infantil es el riesgo de desarrollar trastornos psicológicos durante la adolescencia. Los menores obesos son marginados por el aspecto que tienen. Por ello, muchos niños ante el temor de ser objeto de burla por parte de sus amigos y compañeros de clase, renuncian a salir de sus casas, lo que puede conllevar a que tengan una baja autoestima o que terminen generando trastornos como la bulimia, la anorexia o depresión.
Una buena alimentación es básica en la vida de un niño según nos indica la OMS. Si en la infancia se inculcan unos buenos hábitos para una correcta alimentación, es mucho más fácil que de adulto siga por el mismo camino. Para ello, es muy importante que los más pequeños colaboren a la hora de realizar la compra, participen a la hora de cocinar los alimentos e incluso dejar que los niños y adolescentes puedan ayudar en la elección de la comida que se va a preparar. De este modo, existen más probabilidades de enseñar a comer y preparar alimentos saludables y ricos en nutrientes.
Por otro lado, numerosos estudios concuerdan que el sobrepeso infantil no es solo un problema de salud, sino que también supone un problema económico. La obesidad provoca una sobrecarga en los gastos en sanidad y afecta negativamente en la productividad escolar. Además, está demostrado que, durante la edad adulta, la obesidad también supone un problema a nivel laboral, ya que las personas obesas tienen menos probabilidad de ser contratadas e incluso los salarios pueden ser significativamente inferiores, sobre todo en el caso de las mujeres.
Para evitarlo, es necesario inculcar nuevos hábitos alimenticios y fomentar una vida activa. No estamos hablando de prohibir para siempre las videoconsolas, sino enseñar a los más pequeños a combinar sus aficiones favoritas como jugar a algún juego de casino en linea o chatear en Internet con actividades deportivas al aire libre. Una buena opción es inscribir a los niños en actividades extraescolares que les permitan practicar deporte en compañía de otros niños de su misma edad.
Reconocer los factores que pueden influir en el desarrollo de obesidad infantil y actuar contra ellos es tarea de todos, no solo del propio niño y su familia, sino también de las escuelas, industrias alimenticias y sobre todo, gobiernos que fomenten políticas para evitar el aumento de la peor epidemia del siglo XXI.
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