Laura Eugenia Beramendi Orosco, investigadora del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseguró que durante el periodo de confinamiento por la pandemia de COVID-19 y sin los contaminantes, Ciudad de México registró un aumento en la concentración de carbono 14 en la atmósfera.
Desde 2009 se llevan a cabo estudios para obtener estimaciones de cuánto dióxido de carbono hay en la atmósfera del país y se están tomando como marcador los niveles de carbono 14. “El incremento en los niveles de carbono 14 se debe a que llegó más radiación solar directamente a la Tierra, ya que disminuyó la presencia de contaminantes derivados de la quema de combustibles fósiles”, indicó la experta.
La especialista mencionó que la vida surge gracias al carbono y todo lo que lo contiene tiene una mezcla de variantes, el carbono 12 está en el 99 por ciento de las cosas, el carbono 13 en el uno por ciento de los organismos vivos, pero el carbono 14 es radioactivo y lo genera la radiación cósmica que llega a la atmósfera.
El 20 de marzo de 2020 inició la fase uno del confinamiento, donde escuelas y universidades cerraron; el 31 de marzo, la fase dos comenzó y se detuvieron la mayoría de actividades no escenciales, y del 21 de abril al 30 de mayo, la fase tres impuso el confinamiento total.
Beramendi Orosco explicó que todos los cambios y fases quedaron registrados en las concentraciones de carbono 14, pues antes de la pandemia, los valores eran muy bajos y a partir del 20 de marzo, los índices comenzaron a subir. La fase tres fue el momento con mayores índices de carbono 14, al volver a la normalidad los números bajaron.
“En cuanto se redujeron las actividades en Ciudad de México, se dejó de salir tanto y el tráfico bajó significativamente, vemos cómo estas concentraciones de carbono 14 subieron de manera significativa. Después vemos cómo, poco a poco, se va normalizando y ya los valores están similares a lo que teníamos antes de la pandemia”, dijo Beramendi.
Finalmente, la experta compartió que de acuerdo con las muestras de 2022, lo más probable es que los índices se hayan normalizado e incluso podrían ser más bajos que los datos de antes de la panemia, pues ahora el tráfico está peor y la quema de gasolina, diésel y gas es mayor.
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