Mientas el coronavirus esté presente en el mundo es necesario tener cuidados para la salud física, como cubrebocas y el constante lavado de manos, pero también es necesario proteger el aspecto mental y emocional.
El encierro y el abandono de las actividades cotidianas como cada persona las desarrollaba antes de la aparición del COVID-19 han afectado la convivencia, la salud emocional e inclusive, en algunos casos, hasta mental de muchos; por lo que para detener esta espiral que puede ocasionar daños mayores es necesario aprender a ser resilientes, es decir, conocer de lo que somos capaces y de que sabremos salir adelante ante cualquier problema, aseguró María del Carmen Mora Ávila, psicóloga y orientadora educativa del Programa de Apoyo y Seguimiento al Estudiante (PASE) de la UPAEP.
Resaltó que las personas resilientes son aquellas que a pesar de las circunstancias que estén atravesando, por muy negativas que sean, apuestan a seguir viviendo, reconocen el sentido trascendente de su existencia, son altamente optimistas y se centran en buscar las soluciones para salir adelante.
La catedrática observó que después de permanecer en confinamiento por más de 100 días la población ha experimentado momentos agobiantes y estresantes que como ante cualquier situación de pérdida –en este caso de la vida en su normalidad–, se presentan en diversas etapas que van desde la negación, el enojo y la negociación hasta llegar a la aceptación.
“En primera instancia, todas las personas experimentamos cierta negación o incredulidad con respecto a si la pandemia del coronavirus, era real o no, durante los primeros meses, para después dar paso a una etapa de enojo, en la que tratamos de buscar razones para culpar a otros y a uno mismo de lo que está sucediendo”, dijo Mora Ávila.
Además, mencionó que era “probable que toda la población haya experimentado esta etapa de irritación, en donde se culpa a diversos actores sobre las circunstancias que nos están aconteciendo, comenzando por los miembros de la familia y con los diferentes grupos con los que se tiene contacto”.
La académica indicó que conforme se va asimilando la situación que está provocando esta negación e irritación, se pasa por un periodo de negociación, en donde las personas comienzan a buscar las formas para evitar o aminorar lo que está ocurriendo, como fue el poner en práctica las medidas de protección sanitaria, como es el uso de cubrebocas, caretas y conservar la limpieza en casa para reducir los riesgos de contagio.
Mora Ávila aseguró que mientras no haya una vacuna y desaparezca la enfermedad habrá cosas que no se podrán cambiar, por lo que las circunstancias obligan a que las personas deban adaptarse, lo que da paso a la etapa de la aceptación, y es en este momento el que se tiene que echar mano de la resiliencia.
“La resiliencia es la capacidad de sobreponerse a las adversidades que pueden ser grandes o catastróficas y, salir fortalecidos. De estos casos se tienen varios ejemplos como es la actual pandemia de la COVID-19; las guerras mundiales que la humanidad vivió décadas atrás, y que supo sobreponerse a estas problemáticas”, mencionó.
La académica aseguró que las personas resilientes entienden que deben dar lo mejor de sí y esforzarse por estar bien en todos los sentidos, pero haciendo uso adecuado de su grupo primario que es la familia y todos los que se encuentran a su alrededor.
“La resiliencia colectiva es la que nos va a sacar delante de esta problemática local, nacional y mundial, porque las personas además de pensar en sí mismas, deberán pensar en los demás, en los que están a su lado, porque entre todos, haciendo lo que les corresponde, enfrentaremos esta crisis sanitaria”, recalcó.
Mora Ávila reiteró que será fundamental que la gente tenga flexibilidad psicológica y adoptar comportamientos que ayuden a tener una visión positiva de la vida, como desarrollar el sentido del humor, lo que ayudará a manejar mejor las emociones y el miedo o incertidumbre que se pueden presentar por los cambios que se están experimentando.
Comentó que la resiliencia colectiva va a jugar un papel importante, dentro de la familia, en lo social y en los grupos de trabajo, porque entre todos, tendremos la oportunidad de cuidarnos y protegernos de la pandemia sanitaria y realizar nuestras actividades dentro de una nueva normalidad.
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