En el regreso a clases en el inicio de 2025, los profesores esperan que 24 millones de estudiantes en todo el país lleguen con nuevos bríos a las aulas tras un merecido descanso que los niños y jóvenes tuvieron para disfrutar por 20 días de las fiestas decembrinas al lado de su familia.
A pesar de que el calendario marcaba como reinicio de labores para las escuelas de educación básica y media el jueves 9 de enero, muchos prefirieron postergar su llegada a las aulas hasta el lunes 13, situación que se suma a la pérdida de clases que en este ciclo escolar se ha dado en diversas regiones del país por factores climáticos, sociales y sanitarios.
El año pasado, fenómenos climáticos extremos como huracanes, inundaciones y sequías llevaron al cierre de escuelas en estados como Guerrero, Oaxaca y Tabasco. La infraestructura educativa sufrió daños severos, dejando a muchas comunidades sin espacios adecuados para el aprendizaje.
Asimismo, también se dieron conflictos sociales que repercutieron para que los niños y jóvenes se quedaran sin escuela en algunas entidades como Chiapas y Michoacán, las protestas y bloqueos derivados de disputas políticas y sociales interrumpieron el acceso a las escuelas. Esta situación generó retrasos en los planes de estudio y un aumento en la deserción escolar.
Por otra parte, los rebrotes de enfermedades también han implicado la ausencia de los estudiantes a las escuelas, pues a pesar de que la pandemia de COVID-19 ha quedado atrás, los brotes de enfermedades respiratorias y gastrointestinales obligaron a tomar medidas preventivas en algunas zonas.
Consecuencias en el aprendizaje
La interrupción de las clases tuvo un impacto significativo en el rendimiento académico y el bienestar emocional de los estudiantes. La Secretaria de Educación Pública (SEP) reportó que los resultados en evaluaciones estandarizadas mostraron una disminución en los niveles de comprensión lectora y matemáticas. Además, las brechas educativas entre zonas urbanas y rurales se ampliaron.
Esta situación ha agravado aún más después de que por la pandemia muchos niños y jóvenes quedaron excluidos de toda actividad educativa, ya que el acceso desigual a tecnologías digitales durante los períodos de aprendizaje en línea exacerbó la inequidad. Mientras que en las ciudades los estudiantes pudieron recurrir a plataformas digitales, en comunidades remotas esta opción era inviable debido a la falta de conectividad.
En 2022, el 11.6 por ciento de la población de entre 3 y 17 años presentaba rezago educativo, lo que equivale a 3.8 millones de menores sin acceso a la educación obligatoria.
Este porcentaje aumentó en 0.9 puntos porcentuales desde 2016, cuando era del 10.7 por ciento. Además, la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020 reveló que aproximadamente el 15 por ciento de los estudiantes tenían contacto poco frecuente con sus maestros durante la pandemia, lo que contribuyó al incremento del rezago educativo
Ante este panorama, el reinicio de clases representa una oportunidad para enmendar los rezagos y construir un sistema educativo más resiliente.
Las autoridades han implementado diversas estrategias para garantizar un regreso seguro y efectivo que cosiste en la rehabilitación de infraestructura: Con una inversión federal y estatal significativa, cientos de escuelas han sido reparadas o reconstruidas. Esto incluye mejoras en sistemas de drenaje, techos y materiales didácticos.
Además, se ha planteado la capacitación docente a través de talleres y cursos para que los maestros puedan implementar metodologías adaptativas que atiendan las necesidades de estudiantes con rezagos.
La SEP está trabajando en la implementación de un nuevo modelo pedagógico que prioriza el aprendizaje basado en proyectos y el pensamiento crítico. Este enfoque busca no solo recuperar conocimientos perdidos, sino también preparar a los estudiantes para los desafíos del siglo XXI.
Asimismo, se están fortaleciendo las alianzas con organismos internacionales para introducir tecnologías avanzadas en el aula. Por ejemplo, programas piloto en estados como Nuevo León y Querétaro están integrando inteligencia artificial y herramientas de realidad virtual para enriquecer la experiencia educativa.
Cabe señalar que las familias desempeñan un rol fundamental en cada regreso a clases después de que por alguna razón de peso se han suspendido las clases.
La colaboración entre padres, tutores y docentes será clave para garantizar que los estudiantes puedan adaptarse nuevamente a las rutinas escolares. Expertos recomiendan crear ambientes en casa que fomenten el aprendizaje, así como mantener una comunicación constante con las escuelas para identificar y atender cualquier dificultad.
Este regreso a clases para iniciar 2025, debe renovar la esperanza de un mejor porvenir para la educación en México.
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