Los daños del coronavirus no solamente han sido a nivel de salud, también se reflejan en la economía, la cual a nivel mundial este año ya atraviesa por situaciones complicadas.
A medida que la pandemia del coronavirus se intensifica y el crecimiento económico se reduce drásticamente en un contexto de mercados volátiles y creciente estrés crediticio, la calificadora internacional Standard and Poor’s (S&P) pronosticó una recesión global en 2020 al calcular que los países del orbe alcanzarán un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que oscila del 1.0 al 1.5 por ciento.
En un análisis difundido este martes por la calificadora, se señala que a los mercados emergentes las mayores dificultades económicas que le impactarán negativamente por el COVID-19 será principalmente en el flujo de capital y la dependencia de productos básicos.
S&P detalló que entre los países con economías emergentes con desequilibrios externos ocasionados por el déficit de cuenta corriente financiados por flujos de cartera como son específicamente Indonesia, México y Sudáfrica, “están especialmente en riesgo, al igual que aquellos con un alto stock de deuda externa (como Turquía) y petróleo. exportadores (incluidos países del Golfo Pérsico, Rusia y Colombia)”. Por esta razón, los importadores de petróleo, incluida la mayor parte de las economías emergentes de Asia, deberían beneficiarse, destacó.
Por otra parte, la calificadora de riesgos dijo que los primeros datos macroeconómicos de China que capturaron los efectos de COVID-19 fueron mucho peores de lo esperado, y calificó de “asombrosa” la caída de la producción industrial del gigante asiático que se desplomó 12.3 por ciento de enero a febrero en comparación con el mismo período del año pasado.
Asimismo, destacó que los riesgos de infecciones secundarias están ralentizando el levantamiento de las restricciones de persona a persona en China, lo que significa que es probable que la recuperación sea más prolongada de lo que se pensaba anteriormente.
Por otra parte, S&P indicó que las restricciones de movilidad en Europa y Estados Unidos están afectando todas las áreas de la vida y han dañado gravemente la actividad económica, toda vez que como medida de contención del virus se han reducido los viajes, con una caída abrupta de pasajeros. Se han cerrando las escuelas y cancelado reuniones masivas, como eventos deportivos y teatro, con repercusiones en las industrias hoteleras relacionadas, además del cierre de oficinas y fábricas a medida que las empresas prefieren hacer trabajo remoto.
De acuerdo con lo observado por la calificadora, los mercados financieros han entrado en caída libre, y la volatilidad ha aumentado a niveles vistos por última vez durante la crisis financiera mundial.
Como consecuencia de los daños colaterales que ocasionó la propagación del virus en todo el mundo, el análisis explica que “la renta variable sufrió pérdidas porcentuales de dos dígitos la semana del 9 de marzo cuando los mercados comenzaron a tener en cuenta las consecuencias de COVID-19 en el crecimiento, las ganancias y el crédito. Las fluctuaciones del día a día llevaron una medida de volatilidad observada de cerca a su nivel más alto desde la crisis financiera mundial. Además, los diferenciales de crédito fueron los más amplios en más de una década, y eso no se limitó al grado especulativo.
“El estrés de liquidez se extendió a medida que las empresas y los hogares eliminaron el riesgo y buscaron activos líquidos de alta calidad. Todo esto empeoró por el colapso de los precios mundiales del petróleo, con precios que cayeron por debajo de 30 dólares por barril, ya que los principales productores no llegaron a un acuerdo sobre los recortes de suministro para apoyar el mercado”.
Todos pierden
El COVID-19 está dejando una estela de pérdidas económica en todo el mundo, por lo que S&P pronosticó una recesión global, con un aumento del PIB global de sólo 1.0 a 1.5 por ciento en todo el año.
La calificadora consideró que, aunque la situación de salud en China se ha estabilizado, gran parte del daño económico ya se ha hecho, y la previsión que ahora tiene sobre su crecimiento es de entre 2.7 a 3.2 por ciento para 2020, con un segundo trimestre plano y una recuperación a partir del segundo semestre. S&P cree que las autoridades del país asiático no parecen estar planeando un gran estímulo fiscal, aunque la focalización del gasto continuará, y el Banco Popular de China intervendrá para mantener el flujo de liquidez.
Con lo que respecta a la Eurozona, el análisis indica que el virus continúa propagándose y una porción cada vez mayor de la población de la región permanece en el cierre o cerca de este. El turismo y la inversión han resultado las más afectadas por el momento.
S&P proyecta que la Eurozona se contraiga entre 0.5 y 1.0 por ciento este año. COVID-19 afectará un poco los datos del primer trimestre (cuando esperamos contracción), pero el golpe más significativo será en el segundo trimestre, con una recuperación modesta a seguir.
Consideró como poco probable que el Banco Central Europeo baje mucho las tasas de interés, pero sí prevé que se intensifiquen los esfuerzos fiscales en la Unión Europea para apoyar a las empresas y poblaciones más afectadas.
En tanto, para Estados Unidos, S&P espera que un crecimiento marginalmente negativo en el primer trimestre, con gran éxito en el segundo trimestre (una contracción anualizada ajustada estacionalmente de aproximadamente 6 por ciento) antes de que comience la recuperación en la segunda mitad del año. La Fed (el banco central del país) ya ha actuado y sus intenciones son claras. Finalmente, la calificadora aseguró que se espera un estímulo fiscal específico a corto plazo a nivel federal pronto.
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