En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, 12 de junio, Mauricio Padrón, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que para luchar contra ese problema no solo se debe prohibir, sino atender de fondo de manera interdisciplinaria y con derechos humanos.
De acuerdo con últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 3.7 millones de menores entre los cinco y 17 años en la República Mexicana se encuentran trabajando en actividades no permitidas. Se estima que en México hay 28.4 millones de pequeños de entre cinco y 17 años.
Mauricio Padrón explicó a Gaceta UNAM que el trabajo infantil engloba “aquellas actividades productivas o económicas que interfieren con el desarrollo adecuado de las niñas, niños y adolescentes, y que intervienen con su educación obligatoria”, y se divide en ligero, peligroso, forzado y doméstico, con diferencias de edad y actividad.
Las actividades que mayormente realizan los pequeños son tareas de agricultura, servicios, comercios, minería y por último actividades de construcción. La mayoría explicó que trabajan por gusto, 22.7 por ciento dijo que lo hacen para pagar su escuela o gastos personales y 18.4 por ciento para aportar a su hogar.
Además, según Inegi, en áreas urbanizadas, la tasa de trabajo infantil se estima en 8,4 por ciento y en las zonas rurales la tasa fue de 16.4 por ciento; mientras que el estado con los mayores índices, que equivalen al 24.5 por ciento, fue Guerrero; mientras que el estado con la menor tasa fue Ciudad de México con cuatro por ciento.
Por su parte, Carmen Gabriela Ruiz Serrano, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, explicó que “hay una deuda importante con la erradicación del trabajo infantil, que tiene que ver con un contexto social poco favorecedor en que las familias se encuentran en una desigualdad donde menores se ven expulsados a actividades que comprometen su desarrollo”.
Respecto a la educación, Padrón señaló que “una cosa es ir a la escuela y otra que los niños estén atentos, que tengan energía para atender las clases y, además, tiempo para hacer tarea, descansar y jugar. Ahí todo se complejiza. No es sólo si trabaja o no, sino cómo esto interfiere con otras actividades que implican un desarrollo adecuado a nivel emocional, psicológico y de salud”.
El especialista añadió que aunque México ha avanzado en materia jurídica respecto al trabajo infantil, “el país tiene un problema al identificar dichas situaciones. Faltan mecanismos de inspección y de sanción cuando esas actividades ocurran. Ahí no se ha avanzado casi nada” y comentó que hay que crear conciencia y prevenir.
“Es preciso diseñar políticas públicas para mantener a las niñeces en la escuela y crear programas específicos y focalizados como becas o apoyos para que las familias no necesiten mandarlas a trabajar. Además, debemos crear mecanismos institucionales para vigilar y sancionar”, comentó el experto de la máxima casa de estudios.
El especialista indicó que es vital que al abordar el tema se muestren las consecuencias que el trabajo infantil causa en la vida de los infantes, ya que no los prepara para la vida adulta, sino que afectará su desarrollo en todo sentido, teniendo un impacto severo en la salud mental de los menores.
Te puede interesar: En el mundo, 1 de cada 4 menores vive en pobreza alimentaria grave
Facebook: Yo Influyo