Cada 7 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para generar conciencia sobre los desafíos sanitarios globales y movilizar acciones para proteger el bienestar de las personas. Instituido desde 1948, este día busca poner el foco sobre temas urgentes de salud pública y recordar que el acceso a una vida sana no debe ser un privilegio, sino un derecho humano fundamental.
El lema del Día Mundial de la Salud 2024 —“Invertir en salud, invertir en futuro”— hace un llamado contundente a los gobiernos, empresas y ciudadanos: es hora de priorizar la salud en las agendas de desarrollo sostenible, destinando mayores recursos a infraestructura sanitaria, capacitación del personal médico y acceso equitativo a servicios de salud, especialmente en comunidades marginadas. Se promueven campañas de prevención, jornadas médicas gratuitas, foros educativos y proyectos interinstitucionales que, en todo el mundo, buscan cerrar las brechas existentes entre quienes pueden acceder a un sistema de salud funcional y quienes no.
Sin embargo, mientras esta fecha es motivo de reflexión global, en México el drama humano que vive el sistema de salud público parece gritar en silencio. Millones de personas enfrentan cada día un sistema colapsado: sin medicamentos, sin atención oportuna, sin esperanza.
El desabasto de medicamentos: una constante dolorosa
El sistema de salud pública mexicano enfrenta un grave desabasto de medicamentos. Tan solo en 2023, más de 7.5 millones de recetas no se surtieron efectivamente en los diferentes subsistemas públicos de salud. Esto significa que diariamente entre 28 mil y 70 mil personas se quedan sin sus medicinas en el IMSS, y en el programa IMSS-Bienestar el 35% de las recetas quedan incompletas.
Este desabasto golpea especialmente a quienes padecen enfermedades graves. “El tema de oncológicos está preocupante”, advierte Frida Romay del Colectivo Cero Desabasto, señalando la falta frecuente de quimioterapias, insulina o incluso paracetamol. Las farmacias del sector público están vacías y los pacientes lo pagan con su salud y, muchas veces, con su vida.
Tiempos de espera que pueden costar vidas
En el IMSS, una persona puede esperar hasta cuatro meses para una cirugía o tres meses para una consulta con especialista. Pero la situación se vuelve crítica para quienes padecen cáncer: los tratamientos de radioterapia tienen listas de espera de hasta 11 meses, según el propio IMSS.
Un paciente con cáncer no puede esperar un año para iniciar tratamiento. Pero en instituciones como el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), pacientes como Ángela León deben suspender sus operaciones por apagones, o esperar meses entre citas oncológicas. Sus familias, después de haber gastado todo para llegar a la capital, se quedan en el limbo.
El cáncer: tercera causa de muerte en México
En 2023, el cáncer fue responsable de 91,562 muertes en México, equivalente al 11.4% de todas las defunciones. Es la tercera causa de muerte en el país, y su impacto sigue creciendo. Las tasas de mortalidad por cáncer de mama y cervicouterino se mantienen entre las más altas de América Latina.
Estas muertes, muchas de ellas evitables con detección temprana y tratamiento oportuno, revelan lo que especialistas han denunciado por años: el sistema de salud mexicano no está a la altura del reto oncológico. El país no va camino a cumplir las metas internacionales de reducción de mortalidad por cáncer hacia 2030.
El éxodo hacia la medicina privada
El 39.1% de la población mexicana —más de 50 millones de personas— no tiene acceso garantizado a servicios de salud, según el CONEVAL. Esto significa que más de un tercio del país debe pagar de su bolsillo para atenderse o resignarse a la enfermedad.
El gasto de bolsillo representa el 42% del gasto total en salud, el doble de lo recomendado por la OMS. Y mientras funcionarios y líderes políticos se atienden en hospitales privados, las familias de escasos recursos deben vender pertenencias, pedir préstamos o realizar colectas para conseguir atención médica. En muchos casos, ni siquiera eso basta.
El drama humano que se esconde tras las estadísticas
El reportaje de La Silla Rota titulado “Sin recursos y sin respuestas: así viven los pacientes del Instituto de Cancerología” refleja este drama con crudeza. Testimonios como el de Araceli García —cuya familia lleva años luchando por conseguir medicamentos— muestran cómo los pacientes madrugan, se forman durante horas, y aún así no reciben atención oportuna ni medicamentos esenciales.
Una enfermera del INCan declaró que a veces ni siquiera hay plumas, hojas o cubrebocas para el personal. Además, el instituto sufrió un recorte presupuestal de 340 millones de pesos solo en 2025, debilitando aún más su capacidad operativa.
Este no es solo un problema administrativo: es un tema de dignidad, de justicia, de humanidad. Cada día que se pospone una cirugía, que falta una medicina o que se niega una cita, hay una vida que se apaga lentamente.
Una fecha para la conciencia… y para la acción
En el Día Mundial de la Salud, México debe mirar con urgencia su propia herida abierta. Este día no es solo para celebrar lo que se ha logrado en el mundo, sino para alzar la voz por los que hoy no tienen acceso a lo básico para vivir: salud, atención médica, dignidad.
Reflexionar sobre este 7 de abril significa preguntarnos con honestidad:
¿La salud en México es realmente un derecho o sigue siendo un sueño para millones?
Y si la respuesta duele, que al menos nos mueva a actuar.
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