En la Ciudad de México se extrae el doble de lo que se recarga en el sistema acuífero, lo que disminuye el volumen de agua sobre los que se asienta la ciudad generando hundimientos diferenciales que provocan que las tuberías se rompan y los edificios se inclinen.
Vivir cotidianamente con el riesgo de sufrir hundimientos y daños estructurales en edificios, casas y calles, es uno de los grandes retos que más de 8 millones 900 de personas están dispuestas a correr día a día por habitar en la Ciudad de México.
Cimentada sobre un lago, con un suelo formado por capas de arcilla cuyo espesor no es parejo y por tanto con una resistencia para soportar el peso de construcciones variable y proclive a provocar derrumbes, la Ciudad de México no deja de ser atractiva; uno de los sitios preferidos para residir y una de las ciudades con las más altas edificaciones construidas en el país.
La excesiva extracción de agua del subsuelo y su ubicación en una zona sísmica son elementos que conforman un peligroso “coctel” que pone en riesgo los bienes inmuebles y la integridad física de los capitalinos. Para enfrentar esa situación y encontrar soluciones a la problemática que implica habitar en un suelo muy frágil, se requiere de la acción conjunta de los tres niveles de gobierno, además de importantes inversiones para subsanar los daños de la infraestructura pública y el compromiso de los ciudadanos que, entre otras cosas, implica utilizar de manera racional el agua.
Investigadores de la UNAM, el IPN y la Universidad de Sinaloa hace hicieron apenas un par de años mejoras al Sistema de Monitoreo de la Subsidencia en el Valle de México, para conocer, con herramientas más precisas, la situación del suelo.
Consideraron que gran parte de la problemática de subsidencia o hundimientos ha sido ocasionada por la gran demanda de abastecimiento de agua potable para la población del Valle de México, razón que llevó a algunas autoridades a atender el problema mediante una de las formas más económicas: la explotación del acuífero a través del bombeo de agua con pozos profundos, lo que ocasiona que en las zonas lacustres del Valle de México se presenten asentamientos y agrietamientos del terreno.
A finales de enero de este año, la Comisión de Ciencia y Tecnología y la Comisión de Zonas Metropolitanas y Movilidad del Senado de la República, realizaron el seminario Abasto, superación de inundaciones y reciclamiento del agua en la Ciudad, que contó con la participación de especialistas en la materia y cuyas conclusiones fueron presentadas este mes a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México a fin de abonar a que se realicen acciones concretas y continuas para enfrentar los retos en esta materia.
Nos hundimos
Datos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), indican que en las diversas zonas de la capital del país donde la mayor parte de los suelos son arcillosos, los hundimientos van desde 6 hasta más de 30 centímetros por año. El centro de la ciudad se ha hundido aproximadamente 10 metros en los últimos 60 años.
El director del Centro Regional de Seguridad Hídrica UNAM-Conagua-Unesco, Fernando González Villarreal, coincidió con estos datos e inclusive dijo que en el Zócalo de la ciudad está ahora más abajo que el punto más profundo del lago de Texcoco, que era el punto más bajo en el Valle de México.
Advirtió que los hundimientos son los causantes de la ruptura de tuberías de agua y de drenaje además de ocasionar, que los edificios se inclinen, y calculó que para reparar estas afectaciones se requieren 20 mil millones de pesos por año.
Asimismo, aseguró que para detener el fenómeno de subsidencia o hundimiento en la capital se requerirían al menos 15 años y racionalizar la extracción del acuífero además de utilizar una nueva fuente de abastecimiento como ya se realiza en otras partes del mundo en las llamadas “ciudades esponja” en donde se aprovecha el agua de lluvia para recargar el acuífero.
Otro factor que considero fundamental para reparar la infraestructura de la ciudad que resulta dañada por los hundimientos, como las tuberías y el drenaje, es que las autoridades actúen con transparencia y rendición de cuentas a fin de que los usuarios conozcan en qué se utilizan los recursos públicos y se genere mayor confianza para que aporten más y ello redunde en la realización de mayores obras hidráulicas en su favor.
En el estudio “El gran reto del agua” elaborado por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, se señala que en el mundo solo dos ciudades han resuelto el problema del hundimiento: Shanghai y Bangkok. Lo que hicieron fue potabilizar el agua y reinyectarla, con lo que detuvieron el hundimiento. En Shanghai ahora ya no hay pozos.
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