El sueldo digno mínimo debe ser de 11 mil o 12 mil pesos mensuales, pues de esta manera al sumar dos personas de una misma familia sus salarios podrían tener entre 22 mil a 23 mil pesos al mes, lo que actualmente se requiere para vivir dignamente, aseguró Carlos Ludlow Saldivar, expresidente de Alianza para la Responsabilidad Social en México (AliaRSE).
Comentó que el valor de los salarios, principalmente el mínimo, ha decrecido en México desde el último cuarto del siglo pasado y que se derivó de una estrategia implementada para fomentar el desarrollo a través de mano de obra barata, lo que para algunos generó beneficios, pero para otros no, pero ello sí permitió un avance en la plataforma industrial.
Sin embargo, aseguró que ofrecer empleos con bajos salarios afecta en primer lugar a la familia, genera carencia que no es otra cosa que pobreza y ocasiona la pérdida de mercado interno, pues desde el punto de vista del progreso es una aberración que el país no tenga recursos para poder generar y distribuir mayor riqueza.
Ante esta situación, el también expresidente de la Unión Social de Empresarios de México (USEM) destacó que varios organismos de la sociedad civil en la que participa el sector patronal están impulsando una campaña para mejorar el nivel de ingreso de los trabajadores.
Aseguró que sí es posible mejorar los salarios, ante todo si el empresario está convencido de su noble vocación que es la producción y la rentabilidad aparejada del desarrollo para todos en su compañía, entre quienes evidentemente se encuentran los empleados.
Apuntó que también se requiere de la voluntad del consejo de la empresa y los accionistas, pues son ellos quienes dictaminan la política de ganancia, a quienes les corresponde considerar la situación real de sus colaboradores para “ver cómo pueden hacerle para que nadie en su empresa sea dramáticamente pobre, indignamente pobre”.
Ludlow Saldivar afirmó que no es humanamente digno ni justo que una persona trabaje en una empresa o en el gobierno y su salario no le alcance para comprar la canasta básica, que no tenga dinero para adquirir alimento suficiente y nutritivo para su familia ni le alcance para cubrir los gastos de su vivienda, vestido, educación, entretenimiento e inclusive en medicinas.
Para cambiar esta situación, exhortó a los empresarios a que “se ponga las pilas para crecer, para desarrollar y ampliar su margen de ganancia y luego, con una conciencia de justicia, distribuirlo en todos los ámbitos de la organización.
“No todo se puede ir en salarios, tiene que irse en mejora del servicio al cliente, en innovación tecnológica, en progreso, en financiamiento del crecimiento, pero dándole un alto nivel de relevancia a la condición de los que están más abajo, de los que están más débiles pues se necesita reincorporarlos a una vida digna y al progreso”, recalcó.
Por otra parte, reconoció que ciertamente muchos empresarios han actuado con avaricia, es decir, “jalan todo para ellos, se llevan todo lo que puedan sin otras consideraciones”, a pesar de ello dijo estar convencido de que cada vez es mayor el número de empresarios quienes toman conciencia de que primero están las personas y en segundo lugar el planeta, y eso cambia totalmente la perspectiva del empresario.
“Si como empresario tuvimos esa trayectoria, reflexiona, ve con tu gente, ve por tu gente, analiza su condición y ve cómo puedes hacer un proyecto de mejora de calidad de vida, a final de eso se trata, de que el progreso llegue a los colaboradores y en particular a los más desprotegidos”, concluyó.
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