La discapacidad sigue siendo un tema pendiente de la sociedad y de las políticas públicas, para favorecer el desarrollo integral de las personas con discapacidad se requiere de la participación de todos sin excepción, pues el reto no es menor.
La pandemia de COVID-19 profundizó las desigualdades existentes y evidenció la condición de exclusión que viven las personas con discapacidad, quienes se enfrentan a deficientes servicios sanitarios, académicos y a una participación económica escasa. Además, hay una falta de datos actualizados, lo que dificulta una respuesta eficaz a las necesidades de esta población en contextos de crisis, destacaron académicos de la Universidad Iberoamericana, en el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad que se conmemora el 3 de diciembre.
Edith Reyes Lastiri, coordinadora del Programa Somos Uno Más de la Universidad Iberoamericana, aseguró que las personas con discapacidad son quienes han resentido, en mayor medida, los efectos del confinamiento, pues algunas de ellas tuvieron que suspender terapias de rehabilitación.
Además, indicó que las personas de este grupo quienes tuvieron acceso a la educación, no contaron con programas o recursos adecuados durante la pandemia, pues los que se exhibían en la televisión no contaban con los apoyos y ajustes razonables, como en el caso de estudiantes sordos o ciegos. “Esta brecha de rezago escolar y social tardará años en recuperarse”, subrayó.
En ese sentido, Raquel Ahuja Sánchez, directora de Desarrollo y Acompañamiento Educativo de la Ibero, coincidió en que, para los estudiantes con discapacidad, las clases a distancia fueron un reto mayúsculo, pues se enfrentaron a distintas condiciones como la falta de herramientas para continuar su aprendizaje o a la falta de servicios como internet, cómputo o telefonía celular, situaciones que les coloca en una evidente desventaja social y educativa.
Además, dijo que las afectaciones para esta población han sido en distintos ámbitos, pues nadie estaba preparado para enfrentarse al cierre total de los servicios ni a un confinamiento con una exigencia de tal magnitud.
Señaló que para algunas personas con discapacidad intelectual, por ejemplo, los efectos de la pandemia podrían suponer un retroceso en la pérdida de habilidades y conocimientos adquiridos a lo largo de los años, un gran esfuerzo que fue frenado por la crisis sanitaria.
Sobre la vacunación contra el SARS-COV-2, Reyes Lastiri lamentó que este sector de la población no haya sido considerado como un grupo prioritario para recibir la inoculación, pues muchas de las personas con discapacidad son vulnerables por su situación de salud. “Muchas tienen su sistema inmunológico comprometido y no tenían acceso a la vacuna por no contar con la edad requerida cuando se inició la inmunización”.
Destacó que de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, en México viven seis millones 179 mil 890 personas con algún tipo de discapacidad, lo que representa 4.9 por ciento de la población total del país. De esa cifra, 53 por ciento son mujeres y 47 por ciento son hombres.
De acuerdo con la titular del Programa Somos Uno Más de la IBERO, a pesar de los esfuerzos, el Estado no cumple con las obligaciones de promover, proteger y asegurar el pleno ejercicio de los derechos humanos y libertades fundamentales de las personas con discapacidad de manera eficiente, pues cada gobierno extiende sus proyectos, diseña programas y estructuras políticas que se interrumpen sexenalmente.
Además, criticó que ahora se ha privilegiado la ayuda monetaria a las personas con discapacidad, el depósito directo, “una especie de dádiva que perpetua el rol pasivo de la persona con discapacidad, el papel estigmatizado del ‘pobrecito’, ‘no tiene’, ‘requiere ayuda’, un rol de víctima. Es un estereotipo que no apoya una verdadera cultura de inclusión”.
Por su parte, Marco Antonio Bautista Santiago, académico del Departamento de Psicología, aseveró que la discapacidad sigue siendo un tema pendiente de la sociedad y de las políticas públicas, y resaltó que es necesario que la sociedad aprenda a revisarse, a reflexionar sobre las diferentes limitantes, no sólo en el espacio físico y la tecnología, sino las limitantes culturales, sociales, ideológicas que aún persisten, en donde la discapacidad sigue siendo vista como algo marginal.
En este sentido, Raquel Ahuja comenta que para favorecer el desarrollo integral de las personas con discapacidad se requiere de la participación de todos sin excepción, pues el reto no es menor. Es la sociedad en su conjunto la que tiene en sus manos la posibilidad de eliminar todas las formas de discriminación y el poder para construir una cultura que aprecie la diversidad y fomente el respeto a los derechos humanos de las personas con discapacidad.
“La academia contribuye a través de diferentes vías, una es mediante el estudio de la discapacidad desde el enfoque sociocultural y de derechos humanos, así como la generación de conocimiento específico orientado a la transformación de las prácticas educativas, sociales y culturales de nuestro país”, afirmó.
Cabe señalar que la Universidad Iberoamericana Ciudad de México cuenta con el programa de inclusión educativa Somos Uno Más, que busca potenciar capacidades individuales y desarrollar competencias en jóvenes con discapacidad intelectual.
“Se trata de un programa individualizado, innovador, flexible, que proporciona herramientas para la vida independiente y la toma de decisiones de acuerdo a sus habilidades. Contribuye en la formación a través de la estimulación y el fortalecimiento de las capacidades cognitivas”, detalló Edith Reyes Lastiri, quien está al frente de este programa desde su apertura en 2014.
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