La muerte de un ser querido, especialmente en el caso de los hijos, es uno de los dolores más grandes que se pueden vivir, sin embargo, hay un escenario todavía más angustiante: “los desaparecidos”. Con ese sustantivo se ha ido llamando a ese grupo de personas que ha llegado en nuestro país al las 100 000 personas de acuerdo con expertos de la Organización de las Naciones Unidas.
Un vacío doloroso
Se consideran personas desaparecidas a las que es imposible localizar pues permanecen con paradero desconocido. Han desaparecido a manos de particulares, pero también de agentes del Estado o de personas que actúan en nombre de las autoridades. Entre los particulares, las más de las veces se trata de involucrados con el crimen organizado. En el caso de personas migrantes también ocurre, sobre todo en las zonas más inhóspitas tanto de México, que fallecen y sus cuerpos quedan sin identificar o incluso sin ser recogidos.
Hay cientos de familias que antes esta situación han emprendido la búsqueda, y en ello, destacan las mujeres. Ellas se han convertido en líderes para buscar el rastro de sus hijos, esposos y hermanos. Es una tarea muchas veces solitaria, peligrosa, desgastante y, por desgracia, muchas veces infructuosa. Las mueve una profunda convicción que incluso ha requerido que tomen picos y palas en sus manos para develar fosas clandestinas y sitios de exterminio en muchos puntos.
Salvo honrosas excepciones, esta triste tarea no cuenta con apoyos gubernamentales o no de la manera prioritaria que se desearía. Todo ello sólo agrega más sufrimiento a quienes buscan tener respuestas y justicia.
No dejarlas solas, y hacerlo juntos
Algunas de esas mujeres se han unido para apoyarse en la difícil búsqueda que han tenido que emprender, algunas han dado un paso más allá fundando colectivos para contar con más recursos y cooperación en sus búsquedas personales y ayudando a otros, en una clara visión de que la unión hace la fuerza. Asimismo esas organizaciones de la sociedad civil han emprendido acciones para impulsar cambios legislativos oportunos para tratar de atender mejor este problema.
Justo la lucha para que la primera Ley General en materia de desapariciones en México viera la luz y fuera implementada sirvió para que se unieran 35 colectivos en el Movimiento por nuestros desaparecidos y empezaran en 2015 a coordinarse para trabajar de mejor manera pues algunos tenían pocos recursos o alcances muy locales. Muchos de esos colectivos tenían una historia previa, otros surgieron después.
En la actualidad, agrupan a 60 colectivos de México y Centroamérica con la finalidad de que la #LeyDesaparición no quede en letra muerta, además de seguir con la búsqueda activa de las personas desaparecidas, cuyo número como se señalaba ha seguido creciendo sobre todo con la agudización de la crisis de seguridad por el crecimiento del crimen organizado.
Para buscar en Estados Unidos
Para atender la problemática específica de personas que han fallecido cruzando la frontera entre México y Estados surgió el Centro Colibrí para los Derecho Humanos. Esta institución colabora con las familias de migrantes concluir con la identificación de los restos y honrarlos, lo hacen a través de la ciencia forense, la investigación y organización comunitaria.
Las familias con personas desaparecidas enfrentan una situación muy dolorosa, por lo que se ahn esforzado en cuidar esa vulnerabilidad a través de un “proceso confidencial, humano y efectivo para que las familias de migrantes desaparecidos encuentren respuestas”.
Colibrí ofrece ayuda a las familias que tienen personas desaparecidas especialmente el estado de Arizona. Si la persona lleva seis meses o más sin tener contacto se puede llenar el formulario Migrante Desaparecido. A la par, este centro ha creado una guía de “búsqueda activa” para ayudar en esa tarea.
Es vital que desde la sociedad no sólo se busque prevenir las desapariciones, sino que se apoye en la tarea de la búsqueda para que esa ignominiosa cifra no siga creciendo y comience a bajar.
Fuentes:
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