“Estén siempre alegres” es la máxima y encomienda de Don Bosco, fundador de la congregación Salesiana, y principal característica del carisma en los jóvenes misioneros.
Una cruz, un paliacate y una playera azul. Son los tres símbolos que portan los jóvenes misioneros de la Universidad Salesiana de México.
Sobre la tela de sus playeras se encuentra impresa una imagen de san Juan Bosco y una frase que dicta “Somos el ahora de Dios”
Es así como todos los días de la Semana Santa salen a caminar los grupos de misioneros sobre las áridas calles del pueblo de San Isidro de Arenal y sus alrededores, al norte de Oaxaca.
Arenal es un poblado que se divide en pequeñas comunidades. La comunidad más pequeña es de aproximadamente 200 habitantes y la más grande de alrededor de 6 000 pobladores. La gente que vive en esta región es de origen chinanteco, en su mayoría hablan la lengua chinanteca y el español como segundo idioma.
Para ganarse la vida se dedican al trabajo en el campo, ganadería y construcción, actividades que realizan desde jóvenes; pues su nivel de estudios no pasa de la preparatoria en el mejor de los casos. Aunque muchos de los jóvenes quisieran cursar la universidad sus condiciones de vida no se los permite a muchos de ellos.
Como es tradición todos los años, durante la Semana Santa, un grupo de alumnos, maestros y padres de familia de la escuela Salesiana se organizan para visitar las comunidades de Arenal.
Paso Hidalgo es una de las doce comunidades que son visitadas por los misioneros salesianos de Santa Julia desde hace más de 10 años.
La población de esta comunidad es de cerca de 250 personas, las cuales se extienden por familias a orillas de un río que cruza y conecta con las comunidades vecinas.
La gente de Paso Hidalgo tiene la tradición de recibir acogedoramente a los misioneros, organizándose entre las familias y las autoridades de la comunidad para proveerles de comida todos los días y un lugar en donde puedan dormir.
Las actividades y el principal motivo de las misiones es que los jóvenes puedan convivir con los habitantes de estos pueblos y otorgar una preparación para los días santos de esta semana, los cuales se viven fervientemente es estas comunidades.
“Estén siempre alegres” es la máxima y encomienda de Don Bosco, fundador de la congregación Salesiana, y principal característica del carisma en los jóvenes misioneros.
Alegría y esperanza es lo que viene a traer los salesianos cada año. Alegría que se contagia y esperanza que se necesita en las comunidades de Arenal, pues la situación rural y la economía en la que viven no les permite gozar de una buena calidad de vida, a pesar del ánimo y una actitud positiva que caracteriza a los habitantes de este poblado.
El objetivo principal es que los misioneros compartan y enseñen la palabra de Dios a través de su preparación y el testimonio, pero en muchos de los casos ocurre todo lo contrario, es la palabra de Dios la que llega a los misioneros a través de la sencillez, amabilidad y afecto que dan los habitantes de las comunidades misionadas.
“Los misioneros salen con la idea de que ellos van a enseñar, pero ellos mismos son los que terminan aprendiendo” fueron las palabas de Michelle Ocampo, una chica de 17 años, de la preparatoria salesiana, que se encuentra misionando en la comunidad de San Lorenzo junto con su hermano de 13 años y sus papás.
Verdaderamente es una experiencia única y maravillosa. Tan sólo basta una semana para cambiar vidas. Una semana donde los jóvenes se desconectan de la ajetreada vida citadina y se dedican a compartir estos días con niños y adultos, rodeados de la naturaleza y libres de las distracciones, en donde la experiencia y cercanía con Dios se siente y se vive.