“Durante misiones no sólo brindamos apoyo en las celebraciones litúrgicas, también nos involucramos en las tradiciones, costumbres y vida cotidiana de la comunidad”, indicó la joven misionera Dominique Pineda Callejas.
Año tras año en época de Semana Santa miles de jóvenes de todas las edades y partes del mundo se reúnen para emprender un viaje que irá más allá de cuestiones religiosas, étnicas o económicas, ya que llegarán a las comunidades más vulnerables no sólo a ayudar en sentido espiritual y material, también para aprender y conocer la realidad en la que viven cientos de personas en el mundo.
YoInfluyo.com platicó con la joven misionera Dominique Pineda Callejas quien forma parte del equipo de misiones de la Universidad Salesiana (Unisal) desde hace cinco años y este año acudió a la comunidad de Arroyo Cacao en San Juan Lalana, Oaxaca. La joven comentó que el asistir a misiones consiste en apoyar de manera “espiritual y material” a las personas que viven en situaciones “complicadas”, además en el tiempo antes de partir, los jóvenes se dedican a recaudar recursos que puedan apoyar las necesidades de estas comunidades.
“Durante misiones no sólo brindamos apoyo en las celebraciones litúrgicas, también nos involucramos en las tradiciones, costumbres y vida cotidiana de la comunidad”, indicó Pineda Callejas.
Aparte de las labores litúrgicas que se realizan durante Semana Santa los misioneros suelen realizar actividades variadas, dependiendo del plan y objetivos de cada grupo. En algunas ocasiones se llevan a cabo acciones como dar mantenimiento a los lugares públicos o casas seleccionadas por su necesidad, mientras que en otros se imparten talleres diferentes para niños, jóvenes, adultos y ancianos con la finalidad de lograr una reflexión que motive a las personas a sacar lo mejor de sí mismos y trabajar positivamente tanto personal como familiarmente.
Sin embargo, aunque el principal objetivo de las misiones es dar al necesitado, los miles de jóvenes misioneros sin esperarlo también reciben y no necesariamente cosas materiales, ya que la ganancia en la mayoría de las ocasiones se presenta de manera emocional, espiritual y mental.
Dominique Pineda afirmó que su vida ha sido marcada por las experiencias que ha tenido durante misiones y sin duda el aprendizaje que adquiere lo lleva en su vivir “cotidiano”. “Regresando de la experiencia veo cómo puedo llegar a más, conocerme a mí misma y trabajar en mi formación integral: cuerpo, mente y alma… tener conexión con las personas me permite ser mejor cristiana y ciudadana”, subrayó la joven poniendo en alto a San Juan Bosco, patrono de los jóvenes y los salesianos.
“El que los jóvenes asistan a misiones crea conciencia social, vínculos empáticos, motivación para actuar y cambiar tu entorno, motiva el amor por medio de la caridad de manera distinta de lo común. El servicio en misiones te enseña a servir y entregarte por completo”, finalizó Dominique Pineda.
Los jóvenes son el motor de la sociedad, por lo que es imprescindible que se les motive a realizar acciones a favor no sólo de ellos, sino del país y el mundo entero, teniendo presente que el motivar y ayudar aunque sea a una persona es una labor admirable y así se inician los verdaderos cambios.
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