Las playas del Caribe mexicano reciben a un visitante incómodo que además de ahuyentar al turismo ocasiona problemas medioambientales que impactan en las actividades económicas y repercuten negativamente en la salud, se trata del sargazo. Se calcula que cada año llega hasta 20 mil millones de metros cúbicos de esta macroalga marina a la que investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ya le han encontrado usos útiles.
De acuerdo a Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la Máxima Casa de Estudios, el sargazo contiene celulosa con la que pueden elaborarse productos como papel, membranas y filtros.
Explicó que actualmente se realizan diversos prototipos en los que también participan la Escuela Nacional de Estudios Superiores Mérida; el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología; el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad del Instituto de Ecología; así como el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada; y el Instituto de Energías Renovables.
“Parte de lo que ya se tiene diferenciado son membranas capaces de eliminar colorantes típicos de la industria textil; pueden usarse también como filtros para eliminar contaminantes emergentes, en lo referente a medicamentos; y lo que se trabaja aún es cómo tener un sistema de tratamiento de aguas residuales a pequeña escala, aun cuando resulte complejo por el tipo de subsuelo kárstico de la zona del Caribe”, explicó.
Como parte de la presentación de los Grupos Interdisciplinarios de Investigación en la que se dieron a conocer avances del proyecto, Silva Casarín adelantó que se cuenta con las membranas para fabricar desde filtros que pueden servir para agua y aceites hasta para contaminantes emergentes.
El investigador de la UNAM reveló que para utilizar el sargazo se requiere su secado a una temperatura de entre 40 y 50 grados, proceso que concluye regularmente en poco más de un día.
El metro cúbico de sargazo tiene 90 por ciento agua y 10 por ciento es parte sólida; completamente seco se convierte en “uno por ciento” del problema, y así es como lo trabajamos, apuntó.
Abundó que cuando al sargazo le falta oxígeno comienza a descomponerse y el azufre que contiene genera ácido sulfhídrico; además de despedir olores, expulsa materia en putrefacción.
Una vez que llega a la costa se descompone, pero es más problemático cuando se remueve a tierra. Almacenarlo es una práctica terrible, por eso hay que tomarlo antes de que llegue a la playa cuando todavía sus propiedades son óptimas; se seca, se muele, y dependiendo el uso que tenga se activa con nanopartículas de cobre o de plata, puntualizó.
Según cifras del también integrante del Sistema Nacional de Investigadores y de la American Society of Civil Engineering, arriban anualmente 20 mil millones de metros cúbicos al Caribe mexicano, lo que equivaldría a darle la vuelta al planeta con una tubería de 80 centímetros de diámetro.
Es una de las zonas donde tenemos mayor biodiversidad en México. En un área pequeña encontramos praderas de pastos marinos que tienen de vecinos a los arrecifes de coral, playas, lagunas, humedales; para la restauración es necesario tomar en cuenta que el sargazo cambia la composición química y física del agua, por lo que se genera la sustitución de praderas por otro tipo de algas, alertó.
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