“El emprendedor católico, para poder ser signo de la presencia de Dios en el mundo de la economía y del trabajo, tiene que cuidar la relación con el Señor”, indicó el papa Francisco a un grupo de empresarios mexicanos que se reunieron con él en el Vaticano.
En el encuentro que se llevó a cabo el viernes y en el que los empresarios fueron recibidos cálidamente, el Santo Padre les dijo que “el capital más importante que podemos tener, es el capital espiritual”.
Abundó que “cuando el Señor toca nuestros corazones, ampliamos nuestra mirada y somos capaces de ver a los necesitados, y de cuidar la creación; somos capaces de poner en primer lugar el bien común, el ‘nosotros’ propio de una familia, para dejar de lado la lógica mundana del ‘yo’, del éxito, del dominio y del dinero, excluyendo a los demás.
“Cada uno de nosotros está llamado a contribuir para que en la sociedad haya cada vez más artesanos de paz y de una cultura del encuentro; y que en la Iglesia se multipliquen los constructores de una comunidad en la que todos, sin excepción, se sientan bien recibidos y amados por el Señor”.
En su mensaje, el Vicario de Cristo lamentó que en la actualidad las guerras estén ocasionando estragos en toda la familia humana provocando sufrimiento y pobreza, pues esto nos hace perder el sentido de ser familia, del respeto, del tolerarnos aún con nuestras diferencias y dificultades.
“La pelea está en primer lugar y olvidamos que en una familia las cosas se arreglan con paciencia, con amor, dialogando, compartiendo los puntos de vista y las necesidades de cada uno, para ayudarnos entre todos”.
En la reflexión que Francisco hizo para el grupo de empresarios mexicanos que se encontraron con él, señaló que “poco a poco vemos las consecuencias de nuestras conciencias adormecidas por la comodidad, que lleva a perder de vista a aquellos que están sufriendo o siendo descartados. Y sin querer vamos adquiriendo este movimiento de centrarnos sobre nosotros mismos, el famoso yo, me, mi, conmigo, para mí. Yo, me, mi, conmigo, para mí. Es un hábito que inconscientemente nos puede agarrar a todos. ¡Alerta!”, apuntó.
El Santo Padre además de encomendar a todos a la protección de la Virgen de Guadalupe, les pidió que la cuiden “así como es: sencilla, negrita, y no dejen que nadie la ideologice. Así como es”.
Recordó que ella pidió que se le edificara una casa en la que todos sus hijos pudieran visitarla para depositar sus dolores y esperanzas. Por eso, “la Basílica de Guadalupe es imagen de la Iglesia, acoge a todos sus hijos. Que Ella cuide de ustedes, de sus familias, los anime y acompañe en sus proyectos de bien. Que Dios los bendiga. Y, por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí”.
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