En el Metro viajan 50 mil tipos de bacterias

En el contexto de la pandemia del COVID-19, en el Metro persisten dos fuentes de contagio: superficies y aerosoles que se emiten al estornudar, hablar, gritar e incluso respirar.


Gente viajando en el metrp


En el Sistema de Transporte Colectivo Metro de Ciudad de México diariamente viajan cerca de 4.6 millones de pasajeros, en los nueve vagones que posee cada tren del metro caben mil 530 personas. Sin embargo, en este transporte habitan al menos 50 mil tipos de bacterias, la mayoría de ellas relacionadas con la piel, de acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La doctora Mariana Peimbert Torres, profesora del Departamento de Ciencias Naturales de esa sede académica, explicó en entrevista, que desde 2016, ella y otros especialistas de la UAM y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han efectuado monitoreos en las doce líneas de la red del Metro, en particular en 24 de las 195 estaciones, con el propósito de saber qué variedades de bacterias circulan en las instalaciones, es decir, con qué “tipo de microorganismos convivimos cuando viajamos en este medio”, porque cada persona “tiene muchos de ellos en nariz, boca o intestino, lo que quiere decir que somos un saco lleno de microbios”.

Para este trabajo fueron escogidas 24 de las 195 estaciones con que cuentan las 12 líneas del sistema, incluidas las de mayor afluencia, así como las terminales y varias de las correspondencias catalogadas entre las más conflictivas en las horas pico. Las estaciones detectadas con mayor contaminación son las siguientes: Ciudad Azteca y Múzquiz de la línea B; Martín Carrera, Línea 4; Tacuba, Línea 2; Indios Verdes, Línea 3.

El principal hallazgo del estudio es que sólo 10 mil podrían provocar enfermedades graves y leves en el ser humano, las bacterias son comensales y no patógenas. La mayoría de las bacterias identificadas vive en la piel y no se encontraron enterobacterias, aquellas que se hospedan en el intestino; en algunos casos son patógenas –salmonela– y ninguna pone en peligro a los usuarios.

Al hacer el monitoreo “no sabíamos si, metafóricamente, encontraríamos un desierto, una selva, un bosque o un arrecife de bacterias” en cada estación, pero “lo que vimos es que todas son bosques, no igualitos, pero con 420 géneros” en la estructura general, precisó la doctora Peimbert Torres.

El Metro en la nueva normalidad

En el contexto de la pandemia del COVID-19, en el Sistema de Transporte Colectivo persisten dos fuentes de contagio: superficies y aerosoles que se emiten al estornudar, hablar, gritar e incluso respirar, indicó Mariana Peimbert Torres, investigadora del Departamento de Ciencias Naturales de la UAM Cuajimalpa.

“La gente suele tocarse la cara –nariz, boca u ojos– por cualquier motivo y una forma frecuente de infección es tocar superficies contaminadas y después el rostro, por lo que la indicación para los pasajeros es evitar este hábito, usar alcohol gel y lavarse las manos una vez que llegan a su destino”.

“Contra los aerosoles, el cubrebocas ayuda, porque limita la dispersión y la posibilidad de contagiar a otros, en caso de estar enfermo; pero es muy importante utilizarlo en forma adecuada, porque si se coloca debajo de la nariz o se levanta para rascar la boca o la nariz no funciona”, detalló la académica.

Respecto de las acciones del Metro para prevenir la propagación de la enfermedad, Peimbert Torres dijo que la sanitización de las instalaciones es crucial, aun cuando “lo es más la conducta de los usuarios”, en cuanto a seguir las recomendaciones sanitarias.

La investigadora de la UAM resaltó que una posibilidad es disminuir al máximo posible los traslados en las llamadas horas pico, pues si “todos acudimos a ese medio de transporte al mismo tiempo, es difícil mantener la sana distancia, por lo que los itinerarios de ingreso a trabajos y escuelas debieran escalonarse”, recomendó.

Otras sugerencias son aplicar gel antibacterial después de tocar tubos y asientos; lavar constantemente las manos; no ingerir alimentos ni bebidas dentro de las instalaciones ni sentarse en el piso de los andenes y vagones.

 

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