Agenda woke, el virus que corrompe

La sociedad contemporánea enfrenta una crisis de identidad sin precedentes. La llamada agenda woke, que inicialmente surgió como un llamado a la conciencia social contra la discriminación y la injusticia, ha evolucionado en un movimiento que desafía los valores fundamentales del ser humano y el orden natural.

Desde una perspectiva antropológica y moral, analizaremos cómo esta ideología no solo distorsiona la verdad sobre la dignidad humana, sino que amenaza con desarraigar a la sociedad de sus principios más básicos.

El término “woke” originalmente significaba “estar despierto” ante la injusticia, particularmente en relación con la discriminación racial en Estados Unidos. No obstante, en los últimos años, este concepto ha sido cooptado por una agenda radical que rechaza la objetividad de la verdad, la moral natural y antropolótica.

  1.  Niega la identidad sexual biológica: Sostiene que el género es una construcción social y no una realidad biológica, negando el diseño natural del hombre y la mujer. 
  2. Atenta contra la familia tradicional: Impulsa modelos de familia contrarios al orden natural, debilitando la institución que ha sido la base de toda civilización. 
  3. Relativiza la moral: Establece que los valores son subjetivos y que cada individuo define su propia verdad, desechando la ley moral universal.

Como señaló el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate: “Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en una envoltura vacía que cada uno llena a su manera”. La agenda woke, al despojar a la sociedad de una verdad objetiva, ha conducido a una crisis de valores sin precedentes.

El papa Francisco ha advertido sobre el peligro del relativismo moral, afirmando que “una ideología que desconoce la realidad y la sustituye por palabras huecas está construyendo sobre arena” (Fratelli Tutti, 2020). Su llamado a defender la dignidad humana con claridad y sin miedo es una advertencia sobre los efectos destructivos de las narrativas ideológicas que imponen su verdad sobre la verdad objetiva de Dios y la naturaleza.

A pesar de sus promesas de equidad e inclusión, la agenda woke ha generado un impacto destructivo en diversas áreas de la sociedad:

  • Desintegración de la familia: La normalización del aborto, la eutanasia y la redefinición del matrimonio han atacado la sacralidad de la vida y la familia como pilar fundamental. 
  • Censura y cultura de la cancelación: La imposición de un pensamiento único ha llevado a la persecución de quienes defienden principios cristianos y naturales. 
  • Deshumanización de la educación: Se ha reemplazado la formación en valores por ideologías que contradicen la razón y la biología, confundiendo a niños y jóvenes.

No se puede hablar de progreso cuando la sociedad es empujada hacia una espiral de relativismo y caos. El verdadero progreso solo es posible cuando se edifica sobre la verdad y el bien común.

Desde una perspectiva antropológica, la agenda woke atenta contra la esencia misma del ser humano. La ley natural, inscrita en el corazón de cada persona, nos orienta a vivir en conformidad con nuestra naturaleza y en armonía con el bien moral.

San Juan Pablo II advertía en Evangelium Vitae sobre los peligros del pensamiento relativista: “El eclipse del sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico, en el que prospera el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo”.

El Papa Francisco también ha señalado en Amoris Laetitia (2016) que “la familia es la base de toda sociedad estable y sin ella se fragmentan los lazos esenciales de nuestra humanidad”. La agenda woke, al socavar el concepto natural de familia, está llevando a una ruptura profunda del tejido social.

La penetración de la agenda woke en los distintos sectores de la sociedad ha causado una erosión acelerada de los valores antropológicos y éticos

  • Educación: La imposición de ideologías de género en las escuelas priva a los niños de una formación basada en la verdad y la naturaleza humana. 
  • Empresas: La implementación de políticas de diversidad ha dejado de lado el mérito y la ética profesional en favor de agendas políticas. 
  • Medios de comunicación: La narrativa dominante excluye y ridiculiza cualquier postura que defienda la moral natural.

El cardenal Robert Sarah advirtió sobre este proceso en su libro La Fuerza del Silencio: “Una sociedad que rechaza la verdad y la moral cristiana está cavando su propia tumba”. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a permitirlo?

Ante la amenaza de un mundo que avanza hacia la deshumanización, la única salida es un retorno a los valores inmutables que han guiado a la civilización por siglos:

  1. Defender la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural.
  2. Reconocer la familia natural como célula fundamental de la sociedad.
  3. Restaurar la educación en la verdad, basada en la razón y la fe.
  4. Rechazar la censura y promover el diálogo en libertad.

San Agustín decía: “La verdad es como un león: no necesitas defenderla. Déjala libre y se defenderá sola”. Sin embargo, en tiempos de relativismo absoluto, es responsabilidad de cada persona alzar la voz en defensa de la verdad y del futuro de la raza humana.

El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad para reconocer la verdad y defenderla. La agenda woke no es solo un movimiento político o cultural, es un ataque directo a la esencia del ser humano. Su desenlace, si no es detenido, solo puede llevar a la autodestrucción de la sociedad.

El papa Francisco ha insistido en la necesidad de un mundo basado en la verdad, la misericordia y la justicia, pero advirtió que esto no puede lograrse negando la realidad natural de la persona humana y su vocación al bien.

La pregunta no es si la agenda woke nos destruirá. La pregunta es: ¿dejaremos que lo haga?

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