Las respuestas de las religiones no satisfacen los deseos de los hombres, por ello recurren a la creación de nuevos grupos con sus propias respuestas.
La fe de los hombres ha perdido rumbo. Eso se debe a la falta de percepción y de sensibilidad. Ya no hay asombro por las cosas que los rodean, se vive en una indiferencia o inclusive en un desinterés por el mundo.
“Hoy en día, el hombre cayó en una rutina, cayó en un secularismo donde lo más importante ya no es dónde tengo mi fe, sino, ¿qué es lo que me ofrece, qué me da?”, señaló el sacerdote y teólogo Alfonso Velázquez Reyes.
En ese sentido, indicó, el hombre se enfoca más en lo material y deja de lado lo espiritual.
Y es que la religión surge como una respuesta a las inquietudes de la humanidad, para dar razón a lo que los propios sentidos del hombre no pueden afirmar. Es decir, el hombre en busca de una respuesta de lo que no es capaz de comprender ni entender recurre a la religión.
Pero en ese camino de la búsqueda de la verdad, ocurren varios factores que no satisfacen completamente al sujeto y empieza a hacer modificaciones al que consideraba su credo, o en su defecto, el cambio de religión o el ingreso a una secta.
Según la Encuesta Nacional sobre creencias y Prácticas Religiosas en México 2016, los católicos son los que más se identifican como “creyentes a mi manera”; es decir, toman del catolicismo lo que les gusta y son más susceptibles a creencias y prácticas de origen indígena o esotérico.
En ese sentido, muchos más católicos dijeron profesar ese credo por tradición (47.3%) que por convicción (26.9%).
El teólogo por la Universidad Pontificia de México apuntó que mucha gente coloca la razón de su fe en los hombres que dirigen las instituciones religiosas, lo cual no debiese ser ya que los guías espirituales son hombres de la misma comunidad y, como tales, con frecuencia se equivocan.
Con respecto al surgimiento de las sectas, Velázquez Reyes dijo que se trata de una respuesta fenomenológica y social, en la que alguna persona, inmersa en un protagonismo, siente y asegura tener la verdad absoluta.
Y es ahí donde grupos de este tipo juegan con la sensibilidad de las personas, y es que “como ya no hay un asombro por la fe”, el individuo sale en busca de motivos que lo hagan sentir vivo; pero, en ese caso, se le atribuye al desconocimiento de su propia religión, la falta de formación y de compromiso como feligrés.
Según explicó el experto, la forma de operar de las sectas es acercarse a los posibles adeptos “en un momento de debilidad, en un momento de prueba, en un momento donde está una enfermedad, una situación de falta de trabajo, entre tantas cosas humanas, ahí les tocan esa sensibilidad, les hablan bien, les hablan bonito y ahí viene lo que es la seudoconversión a la secta”.
Como ejemplo, señaló a la organización religiosa brasileña Iglesia Universal del Reino de Dios, más conocida por su programa televisivo Pare de Sufrir.
También existen otras organizaciones que dicen pertenecer a una religión, pero en sus actos se contradicen, por ejemplo, Católicas por el Derecho a Decidir, quienes se denominan “creyentes desde una perspectiva ética, católica, feminista y laica”, y apoyan abiertamente el aborto, bajo el argumento de que la Virgen María tuvo la opción de decidir en ser la madre del Hijo de Dios.
Pero lo anterior atenta contra uno de los diez mandamientos de la ley de Dios que porpone la Iglesia Católica: “No matarás”. Inclusive es una posición que contradice la enseñanza de los papas, incluyendo el actual, papa Francisco.
En el último caso, los argumentos de la profesión de un credo a “su manera” se ponen en duda en cuanto se cuestiona, en el caso de los católicos “¿hasta qué punto estás anunciando a Cristo con tu testimonio, con tus palabras, con tus buenas obras?”, reflexiona el padre Alfonso.
Es aquí donde también se pone a prueba al que se dice católico, pues el grado de su convicción se verá reflejado en el nivel en que se deje influir.
Como parte de la solución para evitar que cada quien se fabrique su propia religión, el teólogo aconsejó que lo más importante es dejarse guiar por la figura central del credo que profesan y no por los hombres que participan en ella.
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