“Mira a la humanidad que sufre, mira a nuestro México que está padeciendo”, clamó a Dios el Cardenal Norberto Rivera Carrera, durante la celebración eucarística en la festividad de Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en la Plaza Tlaxcoaque de la Ciudad de México, y añadió a su plegaria a quienes “padecen de hambre física y psíquica”. Asimismo, durante la oración universal se pidió por los habitantes de esta ciudad para que “crezca en nosotros el diálogo y la solidaridad y alcancemos la paz y la justicia que tanto anhelamos”.
El Cardenal Rivera, Arzobispo Primado de México presidió la Santa Misa acompañado de fieles laicos, religiosos, diáconos, sacerdotes, presbíteros de los cabildos de Guadalupe y Catedral, así como por los Obispos Auxiliares de la Arquidiócesis, este jueves por la mañana. En su homilía señaló que la hostia consagrada, “la máxima expresión de la vida de la Iglesia” es la forma más simple de pan, ya que sólo se hace de harina y agua, por lo que es “el alimento de los pobres”.
Indicó que durante el ofertorio se presenta el pan como “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”, por lo que no es sólo producto nuestro, ya que la fecundidad de la tierra no depende de nosotros sino que es un don. Así el pan es “fruto de la tierra y don del cielo”, el cual necesita también del agua, de tal manera que en un tiempo en el que se habla tanto de la desertificación, del cambio climático y del riesgo de que los seres humanos y otras especies perezcan de sed en regiones con escasez de agua, “somos cada vez más conscientes de la grandeza del don del agua”, que no producimos.
Por otro lado, este misterio nos recuerda, que aún en el sufrimiento y en el dolor hay resurrección ya que el grano de trigo debe morir y ser triturado, pero al tiempo también será cocido. Recuerda además, la unidad de la Iglesia ya que estando los granos dispersos en los montes vienen a ser uno en el pan. También recalcó que el vino, expresa la alegría y la fiesta, pero también la Pasión de Cristo ya que la uva tiene que ser pisada, pero a través del dolor se logra “un vino de calidad”.
El Cardenal Arzobispo señaló que la peregrinación, rememora que “somos una Iglesia peregrina en el desierto que queremos llegar a la tierra prometida” y oró para que sepamos comprender que la madurez sólo llega mediante la participación en su Pasión porque “creyentes y no creyentes tenemos siempre cercano el dolor, el sufrimiento y la muerte”, y señaló que la Eucaristía nos dará sentido al sufrimiento, sin el cual quedamos “en las arenas”.
En la oración universal se pidió por los difuntos, especialmente por el eterno descanso del Arzobispo Metropolitano Ortodoxo de Antioquía para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe, Antonio Chedraui, quien falleció el día de ayer; también se pidió por los padres de familia; por quienes carecen de lo necesario para vivir dignamente así como por el Papa Francisco, obispos y sacerdotes y por los habitantes de la ciudad. Por otro lado, se dio una bendición especial a todos los niños, quienes en gran número iban ataviados de “inditos.”
Al término de la celebración se desarrolló una procesión con el Santísimo Sacramento, desde Tlaxcoaque, tomando Avenida 20 de Noviembre, hasta la Catedral Metropolitana.
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