Los obispos de México a 25 años de su asesinato confían “que la investigación de su caso, que sigue abierta, algún día se esclarezca, para que podamos seguir construyendo caminos para un México más justo y fraterno”.
El 24 de mayo de hace 25 años, los medios de comunicación de todo el mundo, daban cuenta del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara.
Aquel día inició una etapa de violencia concentrada que, meses más tarde, tuvo como víctimas al entonces candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta y, meses después, al Secretario General de ese mismo partido, José Francisco Ruiz Massieu.
Ahora nuestra sociedad vive en un contexto en el que la violencia es una realidad para cualquier ciudadano, con un promedio de 78 homicidios diarios, un escenario en el que se disuelven cadáveres de jóvenes estudiantes o se asesina a una mujer para extraerle al hijo que lleva en sus entrañas.
Pero ¿Quién era ese hombre de Dios cuyo asesinato inauguró una etapa de inusitada violencia?
La Conferencia del Episcopado Mexicano(CEM), en el marco de este aniversario publicó una semblanza para honrar la memoria del prelado.
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Juan Jesús Posadas Ocampo nació en Salvatierra, Guanajuato, el 10 de noviembre de 1926. Desde los 11 años deseó entrar al Seminario, lo que fue imposible dada la situación de persecución religiosa, aunque años más tarde comenzó sus estudios en el Seminario de Morelia. Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1950, siendo su primer encargo el ser vicario en la parroquia de Pátzcuaro, Michoacán.
Posteriormente se desempeñó como profesor del seminario y con el tiempo fue su vicerrector. El 21 de marzo de 1970 el Papa Paulo V lo designó Obispo de Tijuana, en donde imprimió un sello misionero, pero más aún articuló un seminario útil también a otras diócesis aledañas.
Su siguiente encargo episcopal lo desempeñó en la Diócesis de Cuernavaca, ya que el Papa San Juan Pablo II, lo nombró para tal iglesia particular el 28 de diciembre de 1982.
“La labor en esa Diócesis fue intensa y cuidadosa, pues le correspondió armonizar los aires de modernidad con la tradición propia de una Iglesia Universal que estaba precisamente buscando una renovación, a través del Concilio Vaticano II” dice el texto. Se empeñó en la purificación de la piedad popular y en brindar criterios para la “evangelización de lo social”.
De esta forma, el 20 de mayo de 1987, se le encomendó ser pastor de la Arquidiócesis de Guadalajara, el punto culminante de su servicio al pueblo de Dios. Algunas de las obras más emblemáticas fueron la Casa Alberione, un albergue para sacerdotes enfermos o retirados; la realización de un Sínodo Diocesano, una “nueva Comisión para la Formación Permanente del Clero”; y su esfuerzo en pro de la beatificación de los mártires mexicanos, quienes fueron canonizados en mayo del año 2000.
Fue vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del Consejo Episcopal Latinoamericano. Además Presidente de la Comisión Episcopal para las Migraciones y el Turismo, así como de la Doctrina de la Fe, en distintos trienios.
Fue creado Cardenal de la Iglesia Católica, el 28 de junio de 1991, por San Juan Pablo II. El Cardenal Posadas, agrega la CEM fue, como Cristo, “signo de contradicción”.
Los obispos de México a 25 años de su asesinato confían “que la investigación de su caso, que sigue abierta, algún día se esclarezca, para que podamos seguir construyendo caminos para un México más justo y fraterno”. Los fieles y quizás la sociedad entera todavía esperan saber a quién perdonar.
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