México y numerosos países orientan la atención de una emergencia únicamente en la recuperación y el regreso a la normalidad; si insistimos en eso construimos de nuevo las mismas vulnerabilidades económicas, sociales, ambientales y de todo tipo, aseguró el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres, Enrique Guevara Ortiz.
El excoordinador Operativo del Servicio Sismológico Nacional consideró que “la reconstrucción es una oportunidad para mejorar las vulnerabilidades y reducir el riesgo, desde la atención de la emergencia, la ayuda humanitaria, después la rehabilitación; la recuperación tiene que hacerse considerando mejorar esas condiciones persistentes para que realmente no vuelvan a ocurrir”.
Al participar en el inicio del curso “Procesos de planificación para la recuperación ante los desastres”, convocado por el Seminario Universitario de Riesgos Socioambientales (Sursa) de la UNAM, aclaró que una de las etapas importantes de la Gestión Integral de Riesgo es la reconstrucción, porque se trata de una conveniencia para superar las condiciones persistentes que dieron origen al desastre.
“Implica un proceso de planeación, participación, evaluación y toma de decisiones en sus diferentes etapas. Requiere la participación de todos, no pueden por sí solos -el gobierno, la sociedad o la academia- avanzar sino se trabaja de una manera coordinada y corresponsable, eso es la gobernanza del riesgo para lograr un México que sea seguro, sostenible y resiliente”, destacó.
A nivel mundial una nueva visión se originó en los años 90 del siglo pasado debido al impacto del Huracán Mitch, en Centroamérica, con la mencionada Gestión Integral de Riesgo. En México se incorporó hasta 2012 en la Ley General de Protección Civil; no obstante, “tenemos muchas áreas de oportunidad para que realmente se comprenda esta estrategia y cómo implementarla ya en lo local y en lo territorial”, precisó.
Por su parte, la coordinadora del Sursa, Naxhelli Ruiz Rivera, subrayó que en la academia el objetivo es “reducir el sufrimiento evitable, sea en el momento de la emergencia o en el proceso posterior; es el núcleo de nuestro trabajo: revisar, cuestionar y aprender casos de estudio”.
Abundó que es necesario convocar a servidores públicos y a personas relacionadas con la materia para abrir camino a nuevas posibilidades, pensar en las recuperaciones que necesita y merece la población, además de empezar a cambiar las opciones y los futuros posibles.
“Todo esto lo pensamos desde la persona afectada, hablamos desde lo que la persona ve y siente, lo que la comunidad experimenta como parte de su pérdida. Es un matiz fundamental para lograr que el proceso de recuperación sea exitoso, con un enfoque centrado en resultados y soluciones técnicas focalizadas”, indicó.
Y es que después de que ocurre algún fenómeno geológico, climático o de cualquier tipo que de alguna manera desencadene la emergencia, en realidad ocurren situaciones iguales o incluso más revictimizantes que el trauma inicial, por lo que se debe idear cómo podemos evitarlo, además de desarrollar herramientas y generar acuerdos de gobernanza.
De acuerdo con Rafael Pérez Vargas del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil A.C., “nuestros escenarios no son nada alentadores y si no trabajamos en construir capacidades técnicas fundamentadas en ciencias exactas y sociales no podremos lograr esos procesos de recuperación que involucren una reconstrucción prospectiva y dejar fuera esas condiciones persistentes”.
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