Promover que existan cada vez más y mejores empleos, así como atender a la población vulnerable para que tenga condiciones de vida más humanas son tareas ineludibles de los gobiernos.
El empleo y los programas sociales son factores fundamentales que sirven para generar progreso en una sociedad. Quien tiene un trabajo tiene la oportunidad de contribuir a la transformación de su entorno al tiempo de crear riqueza y realizar una actividad que le permite autorrealizarse, pero no todos tienen esa fortuna, hay quienes por diversas circunstancias carecen de recursos y requieren de la subsidiariedad y solidaridad para sostenerse y salir adelante, a lo que pueden contribuir favorablemente los programas sociales.
Promover que existan cada vez más y mejores empleos, así como atender a la población vulnerable para que tenga condiciones de vida más humanas son tareas ineludibles de los gobiernos que no se alcanzan con promesas al aire ni con sólo con buenas intenciones, sino que requieren de voluntad política, estrategias alcanzables y medibles además del involucramiento responsable de las autoridades y la sociedad civil.
Ha transcurrido un año y nueve meses desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la República desde donde ha provocado un cambio dramático en el rumbo del país. “Por el bien de todos, primero los pobres”. fue el lema de su campaña con el que sedujo a millones de mexicanos quienes tenían la esperanza de que bajo su mandato saldrían de la pobreza.
Instalado en la presidencia, un día sí y al otro también, López no para en dar cifras alegres sobre lo hecho por su gobierno, y asegura que la ayuda a los más pobres está en marcha.
Cada que tiene oportunidad luce lo que su gobierno está haciendo, y sin medir el alcance de sus palabras se autoimpone metas difíciles de alcanzar, tal es el caso de las promesas que apenas el 5 de abril hizo concretamente en lo que respecta al alcance de los programas sociales y la creación de empleos.
En su informe al pueblo se comprometió a que los programas sociales y de desarrollo promovidos por el gobierno llegarían este año a 22 millones de beneficiarios. Pero eso no fue lo único, también aseguró que crearía dos millones de nuevos empleos en tan sólo nueve meses.
Según los datos que el presidente dio a conocer previo a su segundo informe de gobierno, en agosto se crearon 93 mil empleos formales de los más de un millón de puestos de trabajo perdidos a consecuencia de la pandemia del coronavirus.
A río revuelto
En plática con Yo Influyo, Francisco Salazar Sáenz, presidente del Instituto de Política Laboral (IPL) y exsecretario del Trabajo y Previsión Social, dijo que el actual gobierno federal confunde lo que es dar dinero a través de sus programas sociales insignia y lo que es generar empleos, y a pesar de que a todas luces existe una gran diferencia entre ambas situaciones a ellos les da lo mismo, es por esto que sus cifras son ficticias.
Una persona puede obtener ingresos de muy distintas formas, de manera lícita puede ser a través de vender, recibir remesas, porque alguien le hizo alguna donación o porque recibió alguna limosna, y también lo puede hacer de manera ilícita defraudando o asaltando, pero esto no significa que recibir dinero, de cualquiera de estas formas sea, generar empleos.
Recordó que los gobiernos en todo el mundo, desde hace mucho tiempo, dejaron de crear burocracia además de que no es su función crear empleos, tarea que sí les corresponde a los particulares quienes hoy en día se enfrentan a muchas dificultades no sólo para generar trabajos sino para sostener los que tienen, así como para mantener viva su micro, pequeña o mediana empresa.
Salazar Saénz reprochó que el gobierno siga sin apoyar al sector productivo, ni siquiera ante los aprietos en que los ha dejado la pandemia, lo que ocasiona que más empresas se vengan abajo, por lo que urgió a que se generen estímulos fiscales u otros incentivos que permitan a las compañías mantenerse en pie y por lo tanto se protejan los empleos.
Insistió en que el gobierno federal carece de una política para generar empleo y sólo cuenta con políticas que ofrecen dádivas a través de los programas sociales, lo que no resuelve la verdadera problemática de la falta de empleo además de no cubrir las expectativas de quienes “buscan un trabajo para obtener un salario que le permita ofrecer a su familia una vida digna y no una beca o préstamo que se convierta en dádiva que lo tenga atado a compromisos ideológicos o electorales”.
Enseñar a pescar es mejor que dar el pescado
La falta de oportunidades frena el desarrollo de personas y comunidades, rompe el tejido social al generarse una serie de problemas que van concatenados como la pobreza, mala alimentación, carencia de empleo y servicios urbanos, entre muchos otros.
Para ayudar solventar estas dificultades, el gobierno está obligado a administrar los recursos públicos de una manera eficiente y eficaz a fin de llevar los servicios mínimos para cubrir las necesidades primarias, como lo son el agua potable, el drenaje o el alumbrado público, además de cobijar a la población que por vivir en este tipo de entorno es más vulnerable y no cuenta con los elementos suficientes, como la educación, para poder romper el círculo de pobreza.
Los programas sociales sirven para “enseñar a pescar” a las personas menos favorecidas a fin de que tomen impulso y en un futuro cercano puedan por sí mismos encontrar mejores condiciones de vida en lo personal y lo comunitario. La función de los programas sociales no es sólo dar el pescado, no sólo dar recursos, ya que de hacerse de esta manera no se está ayudando a la gente y el único fin que un gobierno que lo utiliza de esta manera busca es llenar sus propias redes.
Antes de la llegada a la presidencia de López Obrador, en México existían varios programas sociales que demostraron ser muy exitosos, tal es el caso de las Estancias Infantiles que nacieron en 2007 durante el sexenio de Felipe Calderón, y por sus buenos resultados en favor de la población trascendió su existencia al gobierno de Enrique Peña Nieto e inclusive creció, y de acuerdo con datos oficiales a junio de 2018 atendía a 1.3 millones de menores y 1.2 millón de madres y padres.
Las estancias infantiles funcionaban bajo reglas de operación muy estrictas y eran subsidiadas por el gobierno federal que además otorgaba un apoyo económico para los niños para que pudieran pagar gastos como la comida que recibían. De esta manera, los menores recibían cuidados y alimentación de buena calidad y el personal que se hacía cargo de ellos era capacitado en diversas áreas incluyendo nutrición, primeros auxilios y protección civil a fin de que pudieran ofrecer una atención cada vez mejor a los pequeños.
Una vez que López Obrador llegó a la presidencia se dedicó a desmantelar mucho de lo creado por sus antecesores. Al poco tiempo del cambio de administración federal, la Secretaría del Bienestar esgrimió el argumento de que al revisar el censo de las estancias infantiles no habían sido localizados 97 mil 180 niños (31.2 por ciento) de los 310 mil 617 registrados a nivel nacional en las mismas, lo que bastó para que se cancelara este programa.
Drama humano más allá de la estadística
Poco después de crearse el programa en 2007, Ivette Arroyo Hernández inició los trámites para operar una de las estancias infantiles en Ciudad de México. Entre los requisitos se incluía exámenes, cursos y visita física a las instalaciones donde se pretendía albergar a los niños, el proceso duró un año y tras pasar todos los filtros la entonces Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) le otorgó el permiso de operación.
Ivette estuvo 11 años al frente de una de las estancias infantiles en el que conoció de primera mano muchas historias de pequeños quienes, gracias a este programa social, contaron con cuidados y atenciones que no hubieran podido obtener de ninguna otra manera.
Uno de estos casos, que compartió a Yo Influyo, fue el de un pequeña que era hija de una mamá sola quien tuvo el infortunio de perder la vida al momento de dar a luz, por lo que su abuela, de alrededor de 64 años y de escasos recursos económicos, se hizo cargo de la menor, quien para colmo de males, padecía autismo.
Todos los días, la pequeña asistía a la estancia mientras su abuela se las arreglaba para buscar el sustento diario con la tranquilidad de que la niña estaba siendo cuidada y alimentada, situación estaba a punto de cambiar y venirse todo abajo una vez que trascendiera la noticia de la cancelación de este programa social.
Angustiada la abuela fue a avisar que ya no podría solventar el pago en la estancia, y aquí es donde la solidaridad y subsidiariedad se hicieron presentes, no desde el gobierno sino desde la acción personal de Ivette quien buscó la manera de apoyar a esta familia a pesar del revés que las autoridades dieron a este programa social.
Así como este, existen otros casos que el gobierno no ve ni oye, a los que no es sensible y que aún siendo su responsabilidad atender, deja de lado. En su lugar, prefiere repartir dinero sin que exista, aquí sí, un control preciso de cómo y a quién se otorga.
Ivette relata también lo que le sucedió a un pequeño que vive en una zona de escasos recursos en la alcaldía de Gustavo A. Madero, en la colonia Nueva Atzacoalco, y cuyos papás se drogaban mientras él deambulaba en la calle, por un tiempo el niño asistió a una estancia infantil pero una vez que los recursos económicos fueron repartidos sin que estar blindados para el uso del menor, los papás lo gastan nuevamente en estupefacientes y se olvidan del cuidado de su hijo.
O bien, otro caso de un mal uso de recursos por parte de una mamá beneficiaria, quien al recibir el apoyo económico que ya no estaba etiquetado para el uso de los menores, sacó a su hija de la estancia porque dijo que ese dinero era para ella y mejor lo gastaría en un gimnasio.
En febrero de este año la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores, se había comprometido a que en junio se daría a conocer el diagnóstico para conocer en qué están gastando los padres los mil 600 bimestrales que se les otorga, sin embargo esta información aún no se ha dado a conocer.
Cancelar el programa de estancias infantiles ha generado una cadena de afectaciones en la que el primer eslabón son los niños, sus papás, el personal que labora o laboraba e inclusive comercios que surtían de alimentos que consumían los pequeños día a día.
Haciendo eco de muchas voces Ivette hace un llamado al presidente López Obrador para que demuestre que tiene la capacidad de gobernar bien, que reconsidere la decisión de cancelar el programa de las estancias infantiles y se dé cuenta que se está generando un grave daño a la población.
Una nación progresa cuando sus habitantes tienen oportunidades y posibilidades de generar desarrollo, para lo cual es necesario que el gobierno cumpla con su labor de administrar los recursos económicos generados por los contribuyentes, y busque estrategias encaminadas a generar bien común.
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