“La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza”, dijo el papa Francisco ante un nuevo caso de eutanasia en Holanda.
A los 17 años la vida es toda una promesa en la que parece no tener fin el entusiasmo por disfrutar cada instante, en la que se gestan grandes sueños con la ilusión de hacerlos realidad en los años venideros, al menos ésta es la experiencia normal que la mayoría de las personas de manera natural experimentan a esa edad, sin embargo no es el caso de todos como le sucedió a Noa Pothoven quien para escapar de su dolor psicológico dejó de luchar y pidió ser asistida para encontrarse con la muerte.
El deseo de terminar con su vida se cumplió, la joven holandesa que optó por dejarse vencer ante la adversidad sólo deja reflexiones y se suma a la polémica de la eutanasia que cada vez toma más matices, logra mayores alcances y penetra más en la conciencia de la humanidad.
“Ganar o aprender” es el título de su autobiografía en la que explica el porqué de su tristeza así como del deseo de acabar con su existencia. Noa sufría de traumas psicológicos a raíz de varias violaciones que sufrió, en la primera ocasión tenía tan sólo 11 años cuando en la escuela fue abusada y un año después fue nuevamente víctima de una agresión sexual la cual se repitió una vez más a los 14 años.
Noa llegó a los 17 años sin poder superar los daños psicológicos desencadenados de estas agresiones como depresión, ansiedad y anorexia, por lo que contaba con tratamiento para ayudarla a salir adelante y varias veces fue hospitalizada porque dejaba de comer y beber, sin embargo físicamente no sufría ninguna enfermedad incurable.
El sentimiento de desolación le ocasionaba un sufrimiento insuperable para ella. Al perder todo sentido la vida buscó acogerse a la práctica de la eutanasia que en su país, Holanda, es legal, y así en diciembre del año pasado solicitó ser apoyada para ser asistida para morir, lo cual le fue denegado por ser menor de edad.
Frente a esta negativa y la insistencia de la joven, sus familiares decidieron que su voluntad se cumpliera, por lo que no impidieron que suspendiera su alimentación e hidratación y se limitaron a no impedírselo, no darle ningún tipo de ayuda y sólo colocar una cama especial en su casa para que muriera, dejarla hasta que su cuerpo cediera.
Algunos consideran que no se trata propiamente de una eutanasia, sin embargo el hecho de que nadie evitara que muriera, que nadie la asistiera para ser alimentada de manera normal o recibiendo alguna ayuda médica, es lo que hace que este caso se considere como un suicidio asistido, lo que a final de cuentas es lo mismo que busca la eutanasia.
Después de darse a conocer la noticia del deceso de la joven holandesa, el papa Francisco en su cuenta de Twitter difundió un mensaje lamentando la opción por la muerte asistida.
“La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza”, indicó el Sumo Pontífice.
La Pontificia Academia para la Vida a través también de Twitter también se refirió a la muerte de Noa a la que calificó de “una gran pérdida para cualquier sociedad civil y para la humanidad”. “Tenemos que reafirmar siempre las razones positivas para la vida”.
Holanda fue el primer país de Europa donde se legalizó la eutanasia con una ley que entró en vigor en abril de 2002 y en la que se considera legal la intervención directa y eficaz del médico para causar la muerte de un paciente que sufre una enfermedad irreversible o que se encuentra en fase terminal y con padecimiento insoportable.
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