La Conferencia del Episcopado Mexicano presentó la Agenda Nacional de Paz que propone un cambio esencial en la conciencia colectiva para alejarse de una cultura de violencia y en su lugar, abrazar una cultura del cuidado que reafirme el valor de la vida, la dignidad humana, la fraternidad y la casa común.
Esta agenda es el resultado del Diálogo Nacional por la Paz que recientemente se llevó a cabo en Puebla y fue el culmen de mil conversatorios por la paz, 50 foros de justicia y seguridad en la que participaron más de 20 mil personas y cuyas conclusiones fueron realizadas por una comisión de expertos en temas de tejido social, seguridad, justicia y cárceles.
El proyecto fue impulsado por la Dimensión Episcopal para los Laicos, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México y que ahora se concreta en este documento.
La Agenda Nacional de Paz busca “abrir horizontes de justicia y paz en este momento crítico de la historia de México, en el que enfrentamos una crisis de violencia sin precedentes, cuya magnitud y profundidad nos instan a tomar medidas colectivas, dejando de lado intereses o proyectos individuales“.
La CEM aseguró que la indiferencia, el miedo y la violencia no constituyen nuestro destino, sino una etapa sombría en nuestra historia que podremos superar mediante la colaboración, la corresponsabilidad y el esfuerzo conjunto.
Participación de todos
La CEM hizo un llamado a los distintos órdenes de gobierno, a las candidaturas políticas, a las universidades, a las organizaciones de la sociedad civil, a los empresarios, a las asociaciones religiosas y toda persona de buena voluntad para unirse a las siete acciones clave para la paz en México.
- Sistematizar, fortalecer y compartir las buenas prácticas que han demostrado ser eficaces en áreas críticas como seguridad, justicia y desarrollo social.
- Establecer “mesas técnicas” dedicadas a influir en políticas públicas que aborden aspectos fundamentales como el tejido social, la seguridad, la justicia y el sistema penitenciario.
- Impulsar la Agenda Nacional de Paz en colaboración con actores políticos a nivel nacional, estatal y local, incluyendo aquellos que compiten por cargos públicos.
- Incorporar a las universidades, tanto públicas como privadas, en la revisión de programas sociales y planes de desarrollo, alentando la formación de capacidades locales y generando propuestas para reducir la violencia y promover la
- Atender los factores de riesgo que afectan a los adolescentes desde las escuelas secundarias y sus entornos familiares y comunitarios.
- Promover nuevas formas de gobernanza con una participación ciudadana amplia, asegurando que nuestras autoridades estén profundamente comprometidas con la paz en sus
- Exigir la coordinación efectiva de las fuerzas de seguridad y la implementación de estrategias coherentes en todo el país, para vivir en paz.
El documento parte de un diagnóstico, ofrece un horizonte y propone una ruta de acciones en cuatro temas centrales: tejido social, seguridad, justicia y cárceles.
“En el ámbito de la seguridad y la justicia, la Agenda promueve la instauración de instituciones sólidas que tengan la capacidad de salvaguardar los derechos humanos. Abogamos, en todo momento, por alejarnos de enfoques punitivos y reactivos, priorizando la justicia restaurativa y soluciones alternativas a los conflictos”, apunta el documento.
Asimismo, se señala que el trabajo por la paz y la justicia engloba una serie de estrategias, procesos y sectores interconectados. “Nuestra propuesta es una Agenda social, integral, inclusiva y de largo alcance. Esta Agenda pretende no dejar a nadie excluido ni rezagado, y presta especial atención a los sectores más vulnerables”.
Por otra parte, se señala que para avanzar con los objetivos, debemos adquirir una comprensión amplia y profunda de las causas y factores que fomentan las violencias, así como de las formas en que tales violencias se retroalimentan.
La Agenda también considera que todas las voces sean escuchadas, especialmente el protagonismo de los y las jóvenes en la construcción de un presente y futuro compartido; una ética por el diálogo que trascienda la polarización, apueste por la colaboración y priorice la atención a las víctimas de las violencias. El camino hacia la construcción de la paz necesita de una cultura del encuentro basada en la empatía, la escucha, el diálogo, el consenso y el acuerdo.
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