La libertad religiosa supone referir a un derecho humano, pero también a un principio de organización de la sociedad y de configuración política, y hoy en México “ya no debiera hablarse de un estado laico hostil o indiferente a lo religioso, sino de uno que contemple y garantice el derecho de las religiones como expresiones culturales de su pueblo; una nueva y abierta concepción de libertad religiosa que sea al mismo tiempo garantía para creyentes y no creyentes”, aseguró Juan Carlos Casas García, director del departamento de Historia y Arte de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En el marco del coloquio conmemorativo del XXX aniversario del restablecimiento en México de las relaciones Iglesias – Estado, organizado por la CEM, Casas García consideró que es necesario apostar por una laicidad inteligente la cual conlleva a una actitud crítica de las propias limitaciones, tanto de la religión como de la laicidad, a fin de hallar caminos de encuentro que ayuden a construir realmente una sociedad democrática, pluralista y tolerante donde los seres humanos puedan ser y vivir mejor.
El evento que contó con la participación de monseñor Joseph Spiteri, nuncio apostólico en México; monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, monseñor Ramón Castro Castro, secretario general de la CEM y César Yáñez Centeno, subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, tuvo el propósito de hacer un balance de las luces y las sombras, así como de los avances y retrocesos que han acompañado al restablecimiento de las relaciones entre las Iglesias y el Estado.
Al inaugurar el evento, monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, aseguró que existen dos valores que unen a las Iglesias y a las autoridades civiles: la fraternidad y el servicio.
En cuanto a la fraternidad, el prelado se congratuló de que hoy la humanidad es consciente de que todos somos hermanos y hermanas, que tenemos la misma dignidad, que ninguna persona puede ser disminuida en su valor, y por lo tanto, que todo aquello que es importante para el ser humano tiene que ser valorado y respetado. “La dimensión espiritual, religiosa de cada persona tiene que ser valorada, aceptada y promovida por todos”, enfatizó.
En torno al servicio, dijo que en el pasado se ponía la mirada en los líderes, tanto políticos como eclesiásticos, lo que contraponía a los dos poderes, el del Estado y el de la Iglesia, pero afortunadamente ahora “todos estamos descubriendo que tanto las autoridades civiles como los pastores estamos al servicio del pueblo”. Asimismo, enfatizó que “estar al frente de una institución no es un privilegio, sino un bien común para toda la ciudadanía”.
El presidente de la CEM apuntó que “si logramos salir de ese entramado, de ese binomio que a veces imposibilita ver bien las cosas, porque el problema siempre era si los líderes religiosos podían ocupar o no un puesto público de poder, estamos saliendo de este dilema, sabemos cuál es la misión propia de las iglesias, de las religiones, y también cuál es la tarea que le compete al Estado”.
Indicó que en la actitud de servir a la nación y solo por el pueblo, por cada persona, “vale la pena subrayar la libertad religiosa, de expresión, de conciencia” y afirmó que la Iglesia siempre se enfocará en la fraternidad y el servicio.
“Si no entramos con esas ideas que marcan la vida de la sociedad, nunca terminaremos nuestras diferencias, pues lo único que une a los ciudadanos. a los pueblos, a las naciones es el reconocimiento de que somos hermanos y que quienes tenemos una tarea de gobernar, de dirigir, de conducir tiene que ser siempre la actitud de servir”, recalcó.
Por su parte, monseñor Joseph Spiteri, nuncio apostólico en México, dijo que la libertad religiosa es un derecho inalienable de cada persona humana, y los ciudadanos necesitan espacios inviolables donde expresar sus creencias y pensamientos en un clima de respeto recíproco para mejorar la participación de todos en la vida social y a favor del bien común, porque todos estamos llamados a construir una sociedad mejor.
En tanto, César Yáñez Centeno, subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, aseguró que el gobierno de México garantiza la libre manifestación de ideas y creencias religiosas, así como la libertad de prensa, el diálogo, la tolerancia, la diversidad y el respeto a los derechos humanos.
Señaló que el estado laico significa garantizar la libertad religiosa lo que implica a los creyentes y a los no creyentes sin relacionar los asuntos de las Iglesias con los asuntos del Estado.
Añadió que las autoridades mantienen el carácter del Estado laico y apunta al establecimiento de puentes, de cooperación, de diálogo entre las diversas asociaciones religiosas para avanzar en la conformación de una sociedad más justa, más fraterna y encontrar nuevas formas de colaboración para la reconstrucción del tejido social y la construcción de la paz.
Yáñez Centeno dijo que “es necesario establecer un diálogo respetuoso que permita avanzar hacia el México que anhelamos en medio de las problemáticas que existen en donde cada vez más las agrupaciones religiosas del país, entre ellas la Iglesia Católica, ha manifestado la decisión de sumarse a ese esfuerzo de construcción paz y reconciliación que nos incumbe a todos los mexicanos”.
Finalmente, el representante del gobierno federal pidió concentrarse más en las coincidencias que en las diferencias a fin que “de manera conjunta y respetuosa alcancemos objetivos comunes, especialmente los que favorecen el bienestar social del pueblo, la reconciliación de la sociedad y la construcción de un México mejor”.
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