El Tren Maya, el magno proyecto presidencial, contradice toda la política de Andrés Manuel López Obrador en materia de austeridad, progreso social y cuidado ecológico.
El Tren Maya, es el proyecto de infraestructura y turismo icónico de la actual administración, y al que se ha prometido inyectar 40 mil millones de pesos para su desarrollo.
El proyecto corre a cargo de la Secretaría de Turismo y pretende comunicar los principales centros turísticos regionales de la península de Yucatán, principalmente Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichen Itzá.
El problema con el Tren Maya es la mala planeación. AMLO se ha enfrentado a negativas y descalificaciones de opositores y organizaciones sociales han interpuesto amparos contra el proyecto.
Para Manuel Molano, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la operación del Tren Maya debe ser óptima, pero en México no existen suficientes pasajeros para que así sea y se pueda recuperar el costo de la construcción, porque –explicó– recuperar la inversión es difícil incluso en países de tradición ferroviaria.
Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), sostiene que el cumulo de recursos que se utilizarán para este proyecto podrían ser aplicados y tener mayor rentabilidad en obras sociales más pequeñas, pero más necesarias y útiles.
Pese a que el Tren Maya ha sido, junto al Aeropuerto de Santa Lucia, uno de los dos proyectos medulares de infraestructura del régimen presidencial de AMLO, aún no se cuenta con las manifestaciones de impacto ambiental ni con estudios que sustenten que la obra se construirá sobre estructuras ya existentes, tal y como el presidente lo ha asegurado.
Gustavo Ampugnani, director ejecutivo de Greenpeace México, ha dicho que el gobierno solo ha consultado al sector turístico y a quien desarrolla la infraestructura, y por ello sólo se piensa en este proyecto como un negocio, sin tener la mínima intención de velar por el ambiente..
Mientras tanto, la Doctora Valeria Towns, académica del instituto de Ecología de la UNAM, aseguró que Fonatur si se ha acercado a personas que se encargan en la preservación del jaguar y otras especies que habitan esa zona; sin embargo, el hecho de que aún no exista un estudio de impacto ambiental demuestra el nulo interés del gobierno por ese tema. Aseveró que una cosa es preguntar y otra hacer lo que los especialistas proponen.
Como parte de la construcción de este proyecto, Fonatur tiene previsto reubicar a 250 comunidades que actualmente se encuentran asentadas alrededor de lo que serán 15 estaciones del tren. Para lograr dicha reubicación, Fonatur pretende construir viviendas, comercios, parques lineales, puentes de fauna, y modificar carreteras aledañas a cada terminal, con la intención de que la fuente principal de recursos no será la transportación, sino la infraestructura turística.
Los pobladores de las comunidades afectadas prevén que con el aumento de turistas por el Tren Maya se incremente también la delincuencia y escasee más el agua. Además, los comerciantes temen que los verdaderos beneficiados sean los grandes comercios, las empresas transnacionales, un fenómeno similar al ocurrido en Cancún y la Rivera Maya.
Alfredo Díaz, presidente del concejo indígena de Xpujil, asegura que la llegada de cadenas de hoteles internacionales y tiendas comerciales a las cercanías de la zona de construcción del Tren Maya, dejara sin valor el comercio local de los pueblos originarios; por ello, las comunidades locales se han organizado para evitar que los obliguen a vender sus tierras.
Según Fonatur, la primera estación que se utilizará como prueba estará ubicada en Palenque, Chiapas, y estará rodeada de pabellones comerciales.
Según los cálculos del gobierno, se prevé que el tren generará cada año 4 millones de nuevos turistas en toda la península de Yucatán.
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