Desde 1994 cuando se aceleró la transición democrática en nuestro país el Congreso adquirió tres características que no tenía antes: el debate público y abierto, la necesidad de lograr acuerdos y la generación de reformas y leyes que generaban avances.
Lejos de la perfección y con muchas pésimas reformas y leyes muy cuestionables, las legislaturas que corrieron de 1994 a 2018 generaron enormes avances en la vida democrática de México y en sus instituciones, desde la consolidación de la autonomía real del Banco de México y el Poder Judicial, la creación del primer IFE autónomo, la creación de la Auditoría Superior de la Federación, la creación de varios órganos autónomos y especializados como el Inai, la Cofece, el Ifetel, la CRE, y muchos otros, hasta la consolidación de las finanzas públicas a través de normas que regulaban adecuadamente el funcionamiento de estas o el rediseño del sistema bancario mexicano que aguantó varias crisis todo esto con base en estas tres constantes: debate, acuerdos, avances. 24 años de un Poder Legislativo que empezaba a concretar su vocación de contrapeso y generador de avances democráticos.
En 2018 se rompieron esos tres principios, primero se acabaron los debates abiertos, Morena generó una dinámica estilo el viejo régimen en el que las reformas y leyes se presentaban en los oscurito siempre con el mismo origen: Palacio Nacional, el objetivo no era el debate público y la discusión. “No se le mueve una coma”, era la orden desde Palacio. Y así con todo tipo de trampas y violaciones legislativas que ya fueron causa de varias nulidades en la Suprema Corte de Justicia de la Nación los legisladores de Morena y aliados solo eran empleados del presidente, instruidos para avalar cualquier ocurrencia.
Segundo, se acabaron los acuerdos de todas las reformas y leyes que más le interesaban al presidente existía una prohibición expresa a acordar a modificar o a consensar: todo o nada, te sumas, tal como la mandó el patrón o digo que eres un traidor a la patria. Nunca hubo espacio para crear leyes o reformas de consenso y así los legisladores quedaron reducidos a ser vulgares levanta dedos.
Tercero: el objetivo principal era destruir y retroceder abiertamente reconocieron en múltiples ocasiones que venían a destruir todo lo que no les gustaba; destruir el INE, destruir el Poder Judicial, destruir órganos autónomos, las instancias infantiles, el Seguro Popular, la reforma energética y educativa del sexenio anterior, y todo lo que se les estorbara, todo lo que le estorbaba al patrón. Y así por primera vez en 27 años el Poder Legislativo Federal quedó reducido a una vil granja de Minions que le cantaba las mañanitas al patrón y presumían sus juguetitos con la efigie de su ídolo.
Este 2 de junio podemos regresar al camino del debate, del acuerdo y del avance. No votes por un solo legislador de Morena, hay que castigar estas actitudes con un voto. Regresemos al Congreso su vocación de contrapeso, de acuerdos, de avances democráticos.
Sí, no solo es importantísima la elección de la presidenta de la República, es fundamental, fundamental, volver a crear un Congreso plural de personas que se quieran sentar a platicar, a debatir, a negociar, a acordar cosas que generen avance.
No más destrucción a lo pendejo, no más destrucción mandada por una sola persona. Sentémonos todos a platicar del futuro que queremos para México y el Congreso es fundamental; tu voto por un legislador federal, por un diputado federal y un senador federal es tan importante como tu voto por la presidencia de la República.
Piénsalo bien, defínelo bien, con tu propio criterio, pero toma en cuenta que este es el peor Congreso de la era democrática de este país.
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