¿Para qué me pregunta a mí, señor López Obrador?

¿Por qué AMLO insiste en la consulta por el nuevo aeropuerto, si hay otros mega proyectos de igual trascendencia, decididos ya unilateralmente por él sin que hasta el momento parezca interesado en escuchar la “vox populi”?


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Al principio, cuando el entonces candidato AMLO anunció por primera vez que sometería a consulta popular si el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México debería continuar construyéndose en Texcoco o si ese proyecto debería ser abandonado para mejor construir dos pistas nuevas en el aeropuerto militar de Santa Lucía, yo pensé que AMLO era una de las siguientes cosas: un populista redomado –como Donald Trump–, dispuesto a ofrecer al pueblo cualquier cosa, por aberrante que sea, con tal de mantenerlo contento, haciéndolo creer que su gobierno es genuinamente democrático; un ignorante pretencioso, apabullado por un complejo de inferioridad enorme –como Donald Trump y Nicolás Maduro–, del cual él pretende escapar a base de pronunciamientos altisonantes pero huecos; finalmente, un tramposo redomado –como los colaboradores de Rosario “El Chivo Expiatorio” Robles–, que le tiene bien tomada la medida al sistema político nacional y a la psicología del mexicano común y corriente, y sabe que en aguas revueltas los pescadores sacan más ganancia.

Pensaba yo, también, que llegado a la Presidencia del país, AMLO se abstendría de llevar a cabo lo de la consulta. Esto lo pensaba yo tomando en cuenta la evidente dificultad y el alto costo de realizar una consulta de tal envergadura. Pero sobre todo lo pensaba porque: ¿cuántos ciudadanos cuentan con la preparación académica y la suficiente experiencia en temas de aeronáutica, de arquitectura e ingeniería aeroportuaria, de necesidades de espacio aéreo para los aterrizajes y despegues de los aviones, de costos de infraestructura para navegación aérea, de manejo de pasajeros, y de los mil-y-un detalles técnicos que estarán en juego en la construcción de un aeropuerto como el que requiere nuestra ciudad capital? Yo, por ejemplo, ¿qué le puedo decir a AMLO, si no tengo la más remota noción de cómo y dónde se deben construir los aeropuertos? ¿Para qué me pregunta a mí? ¿Lo que yo le pueda responder le servirá a alguien como referente digno de tomarse en cuenta? ¿De verdad cree él eso? ¿Es él tan ingenuo que cree que la voluntad popular le puede servir para tomar una decisión de tan alto grado de tecnicidad? ¿No es eso de la consulta, entonces, una “mariguanada” mayúscula? ¿O una tomada de pelo igual de mayúscula? ¿O un truco para llevarse él o sus compinches nuestra lana –los impuestos que pagamos y que supuestamente van a ser utilizados en la construcción del aeropuerto– sin que nos demos cuenta? (No es posible olvidar las turbias maromas que hizo AMLO con los dineros supuestamente destinados a la ayuda en favor de las víctimas del terremoto del año pasado, delito del cual fue misteriosamente perdonado por las autoridades del ramo) Aunque también puede ser que se trate de una letal combinación de las tres cosas.

Por otra parte, esta consulta popular sobre el aeropuerto de la CDMX, ¿será el inicio de una forma de gobernar de acuerdo a la cual nada se hace en el gobierno sin preguntarle directamente a todos los ciudadanos mayores de edad? (Es de todos conocida la forma burlona en que tanto Platón como su discípulo Aristóteles se expresan de la validez y utilidad de ese tipo de democracia) ¿O será dicha consulta la única que haga el nuevo gobierno? Por lo que se puede juzgar al presente, este será el único problema sobre el que el por ahora Presidente electo preguntará al pueblo. Hay otros mega proyectos de igual trascendencia, decididos ya unilateralmente por AMLO sin que hasta el momento él parezca interesado en escuchar la “vox populi”. Ahí están, como botones de muestra, el tren que piensa construir en el sudeste mexicano, o la venta del avión presidencial, la mutación de Los Pinos en museo, o la mudanza de las oficinas de las secretarías de gobierno a la provincia, etc. ¿Por qué no nos pregunta sobre eso? No quiero decir con eso que los ciudadanos estemos técnicamente preparados para responder acerca de temas ferroviarios, ni de precios de aeronaves, ni de los diferentes obstáculos que deberá enfrentar el gobierno si se mudan sus oficinas. Simplemente pregunto: ¿Por qué de eso no consulta al pueblo?

El récord de medidas sabias y bondadosas que hasta el momento puede presumir AMLO es bastante raquítico. Y de ellas, pocas son las que sean posibles económicamente. Con eso de que prometer no cuesta…

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