La opción de posponer los pagos que muchos bancos aplicaron en meses recientes, en la práctica no arrojarían beneficios para el largo plazo, si continúan las tasas anuales de entre 40 y 50%.
Es crucial que el gobierno federal retome la política económica anticíclica o contracíclica aplicada entre 2007 y 2013 contra los estragos económico-financieros de entonces, ya que en este momento resulta difícil establecer una estrategia clara para abatir los efectos nocivos de la pandemia del COVID-19, coincidieron académicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante el Tercer Seminario: Política económica y distribución del ingreso: el papel de la política macroeconómica y de la integración económica en los procesos distributivos en América Latina, los maestros Fortino Vela Peón y la doctora Abigail Rodríguez Nava coincidieron en que México tuvo la oportunidad de aprender de esas medidas.
“A diferencia de otros países, que hicieron lo contario y profundizaron el ciclo negativo de sus economías, por lo que ahora debieran impulsar los lineamientos expansivos en los que la banca comercial pudiera beneficiarse de los créditos otorgados, siempre y cuando disminuyan los costos financieros a través de la tasa de interés”, dijo Vela Peón.
La política económica anticíclica tiene como objetivo suavizar la inestabilidad propia de las economías de mercado, de manera que el crecimiento sea lo más estable posible y las épocas de crisis o recesión económica sean lo más cortas y menores severas posibles.
La doctora Rodríguez Nava dijo que la opción ofrecida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) de flexibilizar las medidas de exposición a los riesgos crediticios de la banca comercial contribuiría, en tanto se reduzcan las tasas de interés.
“La opción de posponer los pagos que muchos bancos aplicaron en meses recientes, en la práctica no arrojarían beneficios para el largo plazo, si continuaran las tasas de entre 40 y 50 por ciento anual”, aseveró la coordinadora de la licenciatura de Economía de la UAM Xochimilco.
Crece la pobreza en el país
La académica de la UNAM-Xochimilco Abigail Rodríguez dijo que las condiciones de apremio de la población mexicana existían desde hace varios años, pero la emergencia sanitaria las profundizó, lo que significa que 52.4 millones de personas se encuentran en pobreza y 9.3 millones en pobreza extrema, además de que hay 8.6 millones que están en situaciones de vulnerabilidad por percepciones y 36.6 millones por carencias.
Poco más de 95 millones de individuos afrontan vulnerabilidad por ingresos o carencias, o bien viven en pobreza o pobreza extrema, mientras que sólo 27 millones no se consideran ni pobres ni vulnerables.
El INEGI publicó en julio la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE), cuyos datos, si bien no son comparables de manera estricta con los de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) han servido para observar la incidencia del COVID-19 en el sector, por ejemplo, en junio pasado el país contaba con una Población Económicamente Activa (PEA) de poco más de 51 millones de personas, equivalente a una tasa de participación de 53.1 por ciento.
En julio último, la tasa de desocupación fue de 5.4 por ciento y en el mismo mes de 2019 era de 3.7 por ciento. En julio del año pasado, el desempleo alcanzó a 4 por ciento de las mexicanas en edad de trabajar, contra 6.3 por ciento registrado en igual mes de este 2020.
Por edad, los grupos más afectados en este rubro han sido el de 25 a 44 años, con 50.7 por ciento, seguido de 15 a 24 años, en particular los egresados de universidades. La gente sin ingresos creció de 2.9 por ciento en abril de 6.5 por ciento en julio, precisó el maestro Fortino.
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