La CEM hizo un llamado a las autoridades civiles, empresarios, líderes sociales y políticos, para hacer resurgir en cada espacio educativo caminos de diálogo, de construcción de paz y de desarrollo humano, integral, solidario y sustentable.
“Ningún proyecto político, económico, ideológico o social debe ver a la educación como un botín o instrumento de poder. La educación, en sí misma, exige claridad de intención, de operación y de fin”, advirtió la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en el marco del inicio de cursos del ciclo escolar 2022-2023.
Los obispos del país señalaron que si se quiere construir un futuro más digno y solidario “es urgente desactivar los enconos, escuchar a los expertos, así como a los agentes directos de la educación” para lo cual exhortó al gobierno y a la sociedad a articular juntos, con la máxima participación social posible, la educación en el país.
Con el inicio de clases presenciales en las escuelas de nivel preescolar, primaria y secundaria que arrancó este lunes y se tiene previsto concluirán el 18 de julio de 2023, se abre un ciclo esperanzador para miles de niños y jóvenes que vieron truncada su preparación académica, parcial o totalmente, como consecuencia de la pandemia de COVID-19.
Los obispos del país resaltaron que son muchos los desafíos en materia educativa no solo en el país sino en el mundo, y frente a esta situación, el mismo papa Francisco ha convocado a articular Pactos Educativos a través de los cuales nuevamente se tejan lazos esenciales entre los directivos, maestros, padres de familia y estudiantes, con el hilo cálido de la solidaridad, el cuidado y la creatividad, en cada comunidad educativa.
En su mensaje, la CEM que encabeza monseñor Rogelio Cabrera López destacó el papel preponderante que tiene la educación, de la cual aseguró “no hay actividad más importante, más humana, que guiar y acompañar a cada persona, en el desarrollo de sus facultades físicas y espirituales (inteligencia, voluntad, afectos, memoria, imaginación, capacidad de síntesis), individuales, ambientales y sociales, en favor de una civilización más fraterna, solidaria y responsable”.
La Iglesia en México se pronunció porque “los defectos, vicios, torpezas e intereses particulares o de grupo no nos nublen el horizonte, sino que, yendo más allá de ello, orientemos nuestras pasiones y anhelos a proyectos concretos, solidarios y factibles. El mal sólo se soluciona con el bien. El fuego, no se puede apagar con fuego”.
Los obispos del país externaron su deseo de que a través de la educación se haga un “esfuerzo cotidiano para conseguir un cambio sereno y eficaz, que detenga la ola de una cultura de muerte, abuso, corrupción, ineptitud, así como de un deterioro ambiental y social, presentes en múltiples sectores de nuestro México. La paz es un don y una tarea. La paz es posible. Educar para construirla, es prioritario”, subrayaron.
Asimismo, insistieron en que “más que engancharnos en el mal, estamos llamados a curar, sanar, hacernos cargo, y por supuesto a cooperar para aliviar las situaciones de dolor de nuestros hermanos, particularmente los más pequeños”.
La CEM hizo un llamado a las autoridades civiles, empresarios, líderes sociales y políticos, para hacer resurgir en cada espacio educativo, caminos de diálogo, de construcción de paz y de desarrollo humano, integral, solidario y sustentable.
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