Fomentar una nueva cultura de bienestar social a través del balance trabajo-familia contribuye a que exista una corresponsabilidad entre hombres y mujeres.
El balance trabajo-familia forma parte de una nueva cultura del bienestar social enfocada a flexibilizar algunos esquemas laborales, como el teletrabajo, los cuales permiten a los trabajadores gestionar mejor su tiempo para convivir más con sus seres queridos sin descuidar sus obligaciones profesionales, lo que repercute en una mejor calidad de vida para ellos, así como generar una mayor productividad en las empresas, señaló Lydia Nava Vázquez, Vicepresidenta Nacional de Desarrollo Inclusivo de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
En entrevista con Yo Influyo, Nava Vázquez destacó que en México se conmemora el “Día Nacional del Balance Trabajo-Familia” desde 2019, y a pesar de que muchas empresas en el país se han sumado a esta iniciativa, aún falta mucho por hacer, como lo demuestran datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que en el Índice para una Vida Mejor sitúan a nuestro país con la evaluación más baja en los indicadores que miden el balance entre la vida y el trabajo.
Según el Índice para una Vida Mejor, en México la gente trabaja dos mil 250 horas al año, más que la mayoría de los habitantes de los países de la OCDE, quienes trabajan mil 776 horas. Casi el 29 por ciento de los empleados tienen un horario de trabajo muy largo, cifra mucho mayor que el promedio de la OCDE de nueve por ciento.
Por otra parte, la empresaria michoacana dijo que previo a la pandemia, en el país ya estaban en marcha esfuerzos para implementar esquemas que permitieran un mayor equilibrio entre las actividades laborales y familiares, sin embargo, reconoció que fue precisamente por la emergencia sanitaria que se aceleró su ejecución.
Los horarios flexibles, las jornadas de medio tiempo o reducidas y el teletrabajo son algunos de los esquemas que se implementaron aceleradamente y que trajeron beneficios como un mejor rendimiento, reducción de estrés, tiempo invertido en transportarse y menos gastos para los colaboradores, lo que también implicó una reducción de costos para los empresarios, explicó.
Asimismo, enfatizó que cada puesto laboral requiere de un esquema específico, toda vez que algunas actividades sí requieren de la presencia física en la empresa, por lo que es indispensable se personalicen con base en el perfil del puesto y así establecer el mecanismo correcto que permita tener un balance trabajo-familia.
Mencionó que entre los beneficios que se han percibido en los lugares que han implementado este tipo de mecanismos es la disminución de la rotación laboral y el ausentismo, al tiempo que se incrementó en el ánimo de los empleados la satisfacción dentro de la empresa como en su familia.
Nava Vázquez subrayó que tener un equilibrio entre las actividades laborales y familiares favorece a la sociedad en su conjunto, y aclaró que fomentar esta nueva cultura contribuye a que exista una corresponsabilidad entre hombres y mujeres.
La familia, la mejor inversión
Lydia Nava aseguró que “apostar por la familia es la mejor inversión” y al buscar que las empresas implementen esquemas que permitan el balance trabajo-familia se contribuye a que los padres y madres pasen más tiempo con sus hijos y ello favorezca su convivencia. Además, permite sentar las bases para una niñez sana al fortalecer los vínculos con sus padres, lo que es fundamental para su madurez emocional.
“La ruta ya está trazada, pero es importante que cada vez se sumen más empresas y personas a esta nueva cultura de bienestar social y mejorando el balance trabajo-familia”, concluyo Nava Velázquez.
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