El panorama económico de México en 2025 presenta un escenario caracterizado por incertidumbre y contracción generalizada en los principales indicadores. Según reportes recientes del Banco de México (Banxico), las expectativas de crecimiento económico han sufrido ajustes considerables a la baja. Inicialmente previsto en 1% para este año, ahora se espera únicamente un crecimiento del 0.5%, cifra que es aún menor según la encuesta de Citi, que anticipa apenas un 0.3% de crecimiento. Estas previsiones contrastan marcadamente con el optimismo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), cuyos pre-criterios 2026 proyectan un crecimiento entre el 1.5% y el 2.3%.
Obstáculos estructurales y crecimiento limitado
Los expertos consultados señalan como principales factores negativos para el crecimiento la incertidumbre económica interna, la inseguridad pública y la inestabilidad de las políticas de comercio exterior. En este contexto, la economía nacional se enfrenta a riesgos significativos que podrían incluso profundizarse si Estados Unidos aplica aranceles generalizados, lo que llevaría a México a un decrecimiento del PIB estimado por la OCDE en -1.3% para el año en curso.
En materia de empleo, los resultados tampoco son alentadores. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en marzo de 2025 la generación anual de empleos formales creció sólo 0.8%, cifra considerablemente inferior al promedio histórico del 2.7% para el mismo periodo. Este bajo desempeño del mercado laboral se ve agravado por una generación insuficiente de puestos laborales frente a la demanda mensual promedio de jóvenes que ingresan al mercado (aproximadamente 100 mil). Así, durante el primer trimestre del año sólo se crearon 226,731 empleos, cifra claramente insuficiente.
Inversión deprimida y confianza empresarial en caída
La inversión productiva, reflejada en la Formación Bruta de Capital Fijo, evidencia también un panorama preocupante. Este indicador experimentó una caída anual del 5.9% y una reducción mensual del 1.5%, destacando la fuerte contracción en la construcción no residencial (-14.2%). Este desempeño negativo se ve reforzado por una confianza empresarial que sigue desplomándose, ubicándose consistentemente por debajo del umbral optimista de 50 puntos, según datos del INEGI.
Inflación y tasas de interés: señales mixtas
En el contexto inflacionario, marzo de 2025 registró una inflación general del 3.80%, mostrando dos meses consecutivos de incrementos. Por otra parte, la inflación subyacente, que refleja la tendencia real del mercado al excluir precios volátiles, mostró una ligera mejora al ubicarse en 3.64%. Frente a estas cifras, Banxico decidió reducir en 50 puntos base la tasa de interés, estableciéndola en 9.0%, anticipando incluso posibles recortes adicionales en mayo, si las condiciones económicas lo permiten.
Comercio exterior y presiones externas
Aunque febrero mostró un superávit comercial de 2,212 millones de dólares, este resultado positivo se ve ensombrecido por la reducción anual de las exportaciones totales (-2.9%), siendo particularmente preocupante la caída de las exportaciones automotrices (-15.2%). Esta situación pone de manifiesto vulnerabilidades estructurales en sectores clave, aun sin enfrentar plenamente posibles medidas proteccionistas provenientes de Estados Unidos.
Finanzas públicas bajo presión
En cuanto a las finanzas públicas, las cifras indican debilidades considerables. A febrero de 2025, los ingresos presupuestarios se ubicaron 1.5% por debajo de lo previsto en la Ley de Ingresos, mientras que el gasto mostró un preocupante subejercicio del 13.4%. Ante este escenario, la SHCP mantiene estimaciones optimistas en sus Pre-criterios, lo que genera preocupación entre analistas dado que un desempeño económico más débil podría derivar en mayores niveles de endeudamiento público.
En conclusión, el panorama económico de México en 2025 enfrenta desafíos considerables: una economía débil, una generación de empleos insuficiente, una inversión deprimida y riesgos externos significativos, especialmente relacionados con la política comercial de Estados Unidos. Aunque la reducción de tasas de interés abre una ligera ventana para dinamizar el mercado interno, la incertidumbre económica y los retos estructurales permanecen latentes. El país requiere ajustes claros y decisiones políticas coherentes que restauren la confianza empresarial, estimulen la inversión y creen condiciones favorables para un crecimiento sostenido a mediano y largo plazo.
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