Luto en el corazón, rostros tristes, miles de lágrimas derramadas, aplausos y uno que otro grito de “viva el papa” daban el último adiós a Francisco en su último recorrido de la Plaza de San Pedro a la Basílica de Santa María la Mayor, donde ya reposa su cuerpo hasta la nueva llegada de Cristo Jesús.
Con el corazón encogido por la dolorosa separación del padre, del guía, del hermano, del líder, miles de personas lo mismo jefes de estado, jerarcas, sacerdotes, religiosas, representantes de distintas religiones, así como gente común, creyentes y no creyentes, acudieron a Roma a agradecer a Dios por el pontificado de Francisco y como siempre lo pidió, rezar por él y despedirlo hasta su última morada.
De acuerdo a las autoridades italianas, más de 400 mil personas se dieron cita para despedir a Francisco, casi 200 mil fieles presentes, 50 mil de ellos dentro de la plaza y quienes no tuvieron acceso a la Plaza de San Pedro se ubicaron a lo largo de los aproximadamente seis kilómetros del recorrido del papamóvil en su último peregrinar de Francisco de la Basílica de San Pedro a la Basílica de Santa María la Mayor.

Al filo de las 10 de la mañana, tiempo de Roma, en la escalinata de la Basílica de San Pedro se celebró la misa de cuerpo presente presidida por el decano del colegio cardenalicio, el cardenal Re, con 980 con celebrantes entre cardenales, obispos y sacerdotes.
En la celebración también participaron 200 ministros de la Comunión y más de cuatro mil sacerdotes que fueron acomodados en uno de los costados del atrio al lado de la estatua de San Pedro. Para esta ocasión, se prepararon 225 copones para los fieles, mientras que para los sacerdotes se prepararon 80 cálices y el mismo número de copones.
Y por supuesto, no podía faltar la presencia de la Virgen María con una de las advocaciones más queridas por Francisco, la de Saulus Populi Romani (Salud o Salvación del Pueblo Romano), la cual fue colocada frente al altar y que abrazará a Francisco hasta el final de los tiempos, pues fue el mismo Pontífice quien en su testamento pidió ser enterrado en la tierra, junto a este icono mariano que tanto amaba y es conservada en la Capilla Paulina de la Basílica de Santa María la Mayor.
Un pastor con olor a oveja
En su homilía, el cardenal Giovanni Battista Re recordó momentos decisivos de su vida como su elección como pontífice el 13 de marzo de 2013, su paso por la Compañía de Jesús, y sus más de dos décadas de servicio pastoral en Buenos Aires. Destacó la elección de su nombre, Francisco, como una decisión “programática y de estilo”, inspirada en san Francisco de Asís y que marcaría el rumbo de su pontificado.
“Fue un papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos”, subrayó el cardenal. Su modo pastoral, añadió, “estableció un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad”.

Francisco supo llegar “al corazón de las personas de forma directa e inmediata”, y su carisma fue capaz de “despertar las fuerzas morales y espirituales” de una humanidad necesitada de consuelo y guía.
En su incansable defensa de la paz, Francisco denunció con firmeza la lógica de la guerra: “La guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas”. “La guerra -enfatizó el purpurado- siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica”.
En ese espíritu, promovió la cultura del encuentro frente a “la cultura del descarte”, y proclamó con insistencia: “Construir puentes y no muros”.
Finalmente, el Cardenal Re visiblemente emocionado repitió una de las frases más características del Papa: “No se olviden de rezar por mí”, para después añadir: “Querido papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero.”
Última peregrinación
“Deseo que mi último viaje terrenal termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detengo a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico, confiando mis intenciones a la Madre Inmaculada y dando gracias por su dulce y maternal cuidado”, este fue el deseo de Francisco y por lo que después de 122 años un Sumo Pontífice no es enterrado en las grutas de la Basílica de San Pedro.

Una vez concluida la misa, el féretro del Papa se trasladó por unos minutos al interior de la Basílica de San Pedro para posteriormente recorrer las calles de Roma hasta la Basílica de Santa María la Mayor, lugar en el que fue inhumado.
Para trasladar el féretro con los restos mortales de Francisco se utilizó el papa móvil que usó en su viaje a México en febrero de 2016, y que luego México donó al Vaticano al año siguiente, como obsequio de la celebración del 25 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede.
En el trayecto de casi seis kilómetros y que abarcó lugares emblemáticos como el Foro y el Coliseo romanos, niños, jóvenes, adultos y gente de la tercera edad daban su último adiós a Francisco, un adiós físico pero que no se desprenderá nunca de sus corazones, de sus vidas porque fue un Papa cuya vida reflejó a Cristo a quien nos invitó a reconocer en el prójimo, en los más pobres y necesitados, en los excluidos e incomprendidos, que instó al mundo al perdón y la comprensión, a caminar juntos por el bien de la humanidad,
A su llegada a la Basílica de Santa María la Mayor ya lo esperaban para darle la bienvenida al lugar donde reposará un grupo de personas transexuales, presos, mendigos y migrantes.
Los sediarios pontificios recogieron el féretro del papamóvil para llevarlo nuevamente en hombros para ser inhumado en una tumba sencilla cuya inscripción en la lápida sólo dice: Franciscus.
Tan hondo ha calado su labor como pastor y líder de paz que su labor siguió dando frutos incluso después de haber fallecido como atestiguan las fotos del encuentro entre los presidentes de Estados Unidos y Ucrania, Donald Trump y Volodimir Zelenski, respectivamente, quienes aprovechando su estancia en Roma con motivo del funeral de Sumo Pontífice tuvieron una plática privada la cual generó la esperanza de que ambos mandatarios realizarán mayores esfuerzos por alcanzar la paz entre Rusia y Ucrania.

Además, durante los días de velación su mensaje seguía resonando en cada rincón del Vaticano, el de insistir a los fieles a trabajar por instaurar el reinado de amor, paz y bien que nos vino a enseñar Jesús, a buscar la salvación del mundo entero, pues Cristo murió por todos y cada uno, de hacer una Iglesia del encuentro, de que los jóvenes católicos hicieran “lío” para anunciar el evangelio.
Sus palabras no se van con él, se quedan como fuertes enseñanzas para la Iglesia que ahora confía en tener un intercesor más desde el cielo y se queda como un gran ejemplo para los pastores quienes vieron en Francisco muchos gestos de Jesús de los cuales hoy está urgido el mundo que repliquen sus ministros y todos y cada uno de los miembros de la Iglesia quienes recibieron una gran herencia por parte de Francisco, el papa que vino del fin del mundo.

Hasta siempre Francisco
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