El papa de los últimos

“Recemos juntos por la Iglesia”, pidió el papa Francisco en sus últimas palabras públicas. Y eso está haciendo Roma, y con ella el mundo entero, con un silencio orante que abraza cada rincón del Vaticano. Los restos del Papa han sido trasladados a la Basílica de San Pedro, y millones de fieles siguen este momento histórico a través de transmisiones como esta:
🔴 EN VIVO: Funeral del papa Francisco: trasladan sus restos a la Basílica de San Pedro y los fieles dan su último adiós

Desde el amanecer, columnas de fieles se forman en la Plaza de San Pedro. No hay prisa. Solo oración. Solo gratitud. “Vine desde Michoacán para agradecerle por recordarnos que la Iglesia es de todos, también de los pobres”, dice con lágrimas en los ojos don Teófilo García, un campesino de 71 años que viajó con ayuda de su parroquia. A su lado, jóvenes italianos colocan velas con frases como “Grazie, Francesco” o “Ci hai insegnato ad amare come Cristo”.

Una despedida que es también cimiento de futuro

Durante los días de velación, el aire de Roma se ha llenado de cánticos antiguos y testimonios modernos. “Cuando cerraron la residencia papal, vi al secretario personal del Papa llorar. Eso me partió el alma”, comparte la religiosa mexicana Sor Lucía Robledo, testigo de la escena que marcó simbólicamente el fin del pontificado. “Fue como cerrar la casa del abuelo”, añade.

Las vigilias nocturnas en las iglesias romanas no cesan. Jóvenes peregrinos rezan el Rosario, ancianos contemplan en silencio. Todos coinciden en que Francisco cambió algo: “Nos hizo volver al Evangelio”, resume el periodista italiano Paolo Bernasconi. “Con gestos simples, con frases directas. Su legado está en nuestras conciencias”.

“Santo subito”: una emoción que une

No han faltado momentos inesperados: un cardenal sancionado que pidió votar en el próximo cónclave; un expresidente estadounidense anunciando su asistencia al sepelio con entusiasmo inusual. Pero por encima de las anécdotas, domina la emoción. En muchos labios se escucha ya el grito: “¡Santo subito!”.

La imagen de los cardenales entonando el Salve Regina alrededor del féretro, todos vestidos de rojo cardenalicio, ha sido uno de los gestos más poderosos. “Fue un momento en que sentí la unidad de la Iglesia como pocas veces”, afirma Helena Martinez, una joven católica de Madrid. “Y supe que, a pesar de todo, seguimos de pie”.

La herencia espiritual de Francisco: humildad y cercanía

Francisco pasará a la historia como el Papa que quiso una “Iglesia en salida”, que abrazó a los migrantes, que dialogó con los alejados, que denunció el clericalismo y defendió la casa común. “Me enseñó que ser católica es amar más y juzgar menos”, dice Valentina Rojas, una catequista chilena.

“Él decía que la fe se juega en los detalles”, recuerda el padre Andrés González, sacerdote colombiano. “Hoy lo entendemos viendo cómo cada gesto de estos días honra su visión: las flores, las velas, la oración silenciosa. Todo habla de amor y esperanza”.

La historia continúa, la esperanza no muere

La tumba aún abierta en San Pedro, la fumata que vendrá, los cardenales en discernimiento… todo es parte de un proceso que solo la Iglesia sabe convertir en signo. Roma, ciudad eterna, vive otra vez el misterio de la muerte que da paso a la esperanza.

El mundo católico despide con gratitud a Francisco, el Papa que supo hablar al corazón. “No lo conocí personalmente, pero siento que me habló toda la vida”, dice entre sollozos María Belén, una madre de familia argentina. “Hoy lloro, pero con el alma en paz”.

Habrá un nuevo Papa. Pronto se escuchará el “Habemus Papam”. Pero mientras tanto, queda algo más poderoso que una elección: habemus spem. Tenemos esperanza.

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