Este 22 de abril, como cada año desde 1970, el mundo celebra el Día de la Tierra que lejos de ser una mera efeméride se ha convertido en una plataforma global para reflexionar sobre el estado del planeta y exigir acciones concretas frente a la crisis climática.
Este año se eligió como lema de esta conmemoración el de: Planeta vs. Plásticos el cual apunta directamente a uno de los problemas ambientales más persistentes y visibles: la contaminación por plásticos.
En el mundo cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico, de las cuales aproximadamente la mitad son de un solo uso, afirma el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Además, se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de residuos plásticos terminan en ríos, lagos y océanos, amenazando la biodiversidad marina y la salud humana.
“Estamos viendo niveles sin precedentes de microplásticos en el aire que respiramos, el agua que bebemos y hasta en la placenta humana”, señaló Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. La urgencia de reducir el uso de plásticos de un solo uso es, por tanto, una prioridad no sólo ambiental, sino también de salud pública.
El Día de la Tierra también pone en primer plano la crisis climática, pues de acuerdo al último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), el calentamiento global ya ha alcanzado 1.1 °C por encima de los niveles preindustriales y que, de seguir esta tendencia, podríamos superar el límite de 1.5 °C en menos de dos décadas.
Las consecuencias ya se sienten: sequías más prolongadas, olas de calor más intensas, incendios forestales incontrolables y fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes. En América Latina, por ejemplo, países como Chile y México enfrentan crisis hídricas severas, mientras que Brasil lucha contra incendios en la Amazonía, considerados por expertos como un punto de no retorno ecológico.
Este año, millones de personas en más de 190 países participan en actividades de limpieza, campañas de reforestación, talleres educativos y manifestaciones públicas. En ciudades como Nueva York, Madrid, Ciudad de México y Nairobi se organizaron marchas y encuentros para pedir el fin de los combustibles fósiles, la implementación de políticas de reciclaje y la protección de los ecosistemas.
Organizaciones como EarthDay.org, que lidera la coordinación global del evento, enfatizan la necesidad de un cambio sistémico: “No es suficiente con reciclar. Necesitamos una transformación profunda en cómo producimos, consumimos y desechamos”, afirman en su manifiesto oficial de 2025.
Uno de los motores más potentes de esta movilización global es la juventud. Movimientos como Fridays for Future, fundado por Greta Thunberg, siguen creciendo en influencia. En este Día de la Tierra, estudiantes de todo el mundo realizaron huelgas escolares para exigir compromisos climáticos reales por parte de los gobiernos.
El Día de la Tierra 2025 no puede quedarse en la simbología. La ciencia es clara: los próximos cinco años serán cruciales para evitar los peores efectos del cambio climático. La transición hacia energías limpias, la protección de los bosques, la reducción drástica del uso de plásticos y un cambio en los patrones de consumo son acciones urgentes.
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