La opinión generalizada entre los asistentes del G7 fue que Boris Johnson insistiría en un Brexit duro, de “un no deal”.
La Cumbre de los Siete (G7) terminó con un marco esperanzador en asuntos internacionales.
No fue a pesar de los temores un “one man show”, ni por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ni por el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson.
El máximo protagonista fue el presidente de Francia, Emmanuel Macron, como anfitrión. Su iniciativa arriesgada, de invitar con gran tacto al ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammed Dschawad Sarif, para unas discretas conversaciones paralelas a la cumbre. Macron se presentó con su visión política como mediador para buscar las condiciones de un encuentro de Trump con el presidente de Irán Hassan Rohani en las próximas semanas para retomar las negociaciones bilaterales respecto al acuerdo nuclear, bloqueado unilateralmente por Estados Unidos y en desacuerdo con la Unión Europea.
La canciller de Alemania, Ángela Merkel, consideró que la iniciativa de Macron ha encaminado al grupo de los Siete (G 7) a participar en solucionar el conflicto Estados Unidos versus Irán, y subrayó como objetivos principales, en un próximo encuentro entre Trump y Rohani, la obligación de Irán de prescindir defintivamente de armas nucleares y de que contribuya activamente a la pacificación y estabilización en la convulsionada región en torno al Golfo de Ornuz.
Los europeos a su vez deberán reconocer no participar en las sanciones impuestas por Estados Unidos, pues, según el ministro iraní Sarif, su país requiere simplemente permiso de vender su petróleo para ganar dinero.
Otro punto a favor de la Cumbre de los Siete (G 7) hace constar la obligación del presidente de Brasil, Jairo Bolsonaro, de intervenir responsablemente en la salvación de la Amazonia y tomar medidas drásticas y eficientes para sofocar y vigilar la quema de la selva, para lo cual la UE ofreció ayuda técnica, material y sobre todo económica con unos 22 MMD.
Finalmente el Grupo de los Siete instó al presidente Trump de buscar nuevas vías de solución en la guerra comercial entre USA y China, desatada por Donald Trump y que en la actualidad ha desatado una rivalidad en la imposición mutua de aranceles y más aranceles. Al respecto los presidentes Macron y Trump, después de una larga conversación a nivel bilateral, dieron a entender que Trump intentará un nuevo encuentro con el presidente de la República Popular de China.
Los miembros del G7 discutieron ampliamente la problemática de esta guerra comercial en las economías no solamente a nivel europea sino mundial.
También se tocó el tema de la propuesta de Trump como anfitrión de la próxima cumbre del G 7 el año que viene, de invitar nuevamente al presidente Putin de Rusia. Empero la posición europea fue en principio negativa, hasta que Rusia deje su ocupación ilegal de Crimea y enfoque su política bilateral con Ucrania con arreglo de la ocupación rusa parcial en ciertas regiones, especialmente en Donpas.
Estos temas opacaron la presencia del nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, y su insistente amenaza de llevar a cabo una salida sin acuerdo de Inglaterra de la Unión Europea, el próximo 31 de octubre próximo.
En este contexto, tanto Emmanuel Macron, con su peso de anfitrión del G 7, y la canciller de Alemania, Ángela Merkel, quién recibió a Boris Johnson como primer ministro de Gran Britañaa y jefe del gobierno de su majestad Isabel II, en Berlín , los días 21 y 22 de agosto, dieron a conocer al jefe del gobierno de Inglaterra, que ya no existe posibilidad alguna para volver a las negociaciones de Bruselas y Londres sobre el Brexit, después de que éstas finalizaron con los acuerdos fijados con Teresa May con la nueva fecha de salida de Inglaterra el 31 de octubre de 2019. Además Macron y Merkel hicieron constatar cada uno por su lado, de que la cláusula de salvaguarda de la República de Irlanda (llamado también“Backstop”) es irrevocable y que para negociar un Brexit suave, de acuerdo mutuo, ofrecieron a Boris Johnson que él y su gobierno hagan propuestas constructivas en los próximos 30 días para solucionar definitivamente el Brexit.
De esta manera queda claro que depende ahora únicamente de Inglaterra de decidir su futuro político más allá del 31 de octubre de 2019.
El más reciente “banderazo” de Boris Johnson, de solicitar la suspensión del Parlamento británico para que no pueda sesionar ni intervenir durante la última fase antes del Brexit del 31 de octubre 2019, es criticado por los partidos de oposición como un golpe antidemocrático, a pesar que la reina Isabel II, como máxima autoridad de la Constitución de Inglaterra, haya aprobado esta medida.
Con este “truco” Boris Johnson reitera su intención de llevar a cabo el Brexit, sea como sea, sin acuerdo, el próximo 31 de octubre. Respecto a esta problemática situación desatada por el primer ministro inglés, las más inmediatas reacciones de los diferentes partidos de oposición consiste en buscar medidas en conjunto que impidan el Brexit a último minuto, incluso a través de presentar un voto de desconfianza contra Boris Johnson y su Gobierno, para forzar elecciones anticipadas y así abrir nuevas posibilidades para aplazar y/o evitar la salida de Inglaterra de Europa en la fecha prescrita.
Independiente de este nuevo y sorpresivo paso del primer ministro británico, al terminar la Cumbre de los Siete (G7), la opinión generalizada entre los asistentes fue que Boris Johnson insistiría en un Brexit duro, de “un no deal”, o sea, sin acuerdo.
Está por verse si se consuma el Brexit o si esta pesadez se mantiene a pesar de los europeos.
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