La reunión del Camino de la Seda resultó positiva en términos generales, pues China, como subrayó el ministro alemán, se mostró dispuesto a una cooperación internacional fiable, a respetar y aceptar los lineamientos de mercados abiertos y libres.
Xi Jinping, jefe de estado de China, inauguró en Pekín, el 27 de abril de 2019, el 2° Foro “Belt and Road” de su mega proyecto “Camino de la Seda”.
Xi Jinping había invitado a este Foro unos 40 jefes de estado o representantes de los cuatro continentes: Asia, África, América Latina y Europa.
Este importante, interesante y llamativo Foro merece a posteriori un breve resumen:
En un principio llamó la atención que el jefe de estado de China concedió una inusitada preferencia a los jefes de estado de Rusia, Vladimir Putin; al primer ministro de Hungría, Viktor Orbán y a los presidentes Alexis Tsipras de Grecia y Giuseppe Conte de Italia, al ubicarlos en los más destacados lugares, puesto que ellos se habían destacado desde un principio por su apoyo explícito de este proyecto chino. La mayoría de los representantes de otros gobiernos, incluido del gobierno de Alemania, el ministro de Economía, Peter Altmaier, formaron parte del resto de los invitados.
En este Foro, considerado como Cumbre del Futuro “Camino de la Seda”, fueron aprobados varios proyectos de infraestructura industrial, de nuevos conductos de petróleo y gas, centrales de energía, redes de carretera, autopistas y ferrocarriles, aeropuertos y puertos marítimos, con un presupuesto adicional de unos 63 mil millones de US-Dólares, como declaró el jefe de estado de China, Xi Jinping, al final de la cumbre.
Xi Jinping subrayó que si bien China seguirá con la dirección de su mega proyecto, invitó a destacadas empresas internacionales para que participaran activa y responsablemente en la construcción, con el aporte de más inversiones en diferentes obras, más cooperación y más esfuerzos directos en apoyo al gobierno chino y solicitó en este contexto también la presencia de instituciones internacionales.
Xi Jinping dio a entender que hasta ahora China ha puesto todo el capital para los proyectos, con un presupuesto inicial de 900 mil millones de dólares., y puso además para la ejecución de las obras la mayor parte de trabajadores y del material, mostrando así su gran esfuerzo e interés en llevar adelante las obras proyectadas.
Xi Jinping, en su resumen final, destacó también que China quiere crear dentro del marco global de comercio internacional nuevas y mejores condiciones para facilitar y aumentar el comercio desde China a Europa, África, Latinoamérica y Asia y viceversa.
Los asistentes opinaron que esta cumbre resultó positiva en términos generales, pues China, como subrayó el Ministro Alemán, se mostró dispuesto a una cooperación internacional fiable, a respetar y aceptar los lineamientos de mercados abiertos y libres.
Expertos, analistas y políticos en el mundo occidental, particularmente en Europa central y en los países miembros de la Unión Europea, consideran y aplauden en principio la grandiosa idea de revivir, modernizar el antiguamente apreciado “Camino de la Seda”, ahora con dimensiones superlativas, nunca vistas, como un Proyecto de Prestigio para China en el Siglo XXI como el mayor proyecto a nivel mundial después del “Plan Marshall de Estados Unidos de la 2a. Guerra Mundial”.
Sin embargo, en gran parte de países europeos existe una cierta desconfianza, porque no se puede descartar que las verdaderas intenciones que persigue China con este Proyecto tienen un trasfondo geopolítico y estratégico, porque las generosas ofertas chinas de financiamiento y créditos, hay países que por intereses puramente nacionales, están dispuestos en una cooperación con China por las ventajas que ofrece para la construcción, ampliación y/o modernización de su infraestructura, sin evaluar y medir posibles riesgos que podrían resultar por comprometerse en endeudamientos y dependencias políticas a nivel nacional e internacional. Las dudas europeas salieron a la vista desde que China presentó en 2013 las dimensiones del orgulloso “Nuevo Camino de la Seda”, que abarca inversiones propiamente chinas, los que según los datos conocidos hasta hoy en día ascienden a unos 900 mil millones de US-D.
En consecuencia, se formó también en el mundo occidental un frente de incertidumbre por las no descartables intenciones de expansión y hegemonía de china en el mundo actual.
Parece que Xi Jinping, con vista a estas dudas, mencionó en este 2° Foro, que su país velará en este su gran y pretensioso Proyecto, para que sean respetados medidas de transparencia y control de intentos de corrupción. Así mismo aseguró que China respetará las reglas internacionales y los estándares en la concesión de contratos como en la ejecución de las obras.
Por otro lado, Xi Jinping se comprometió a respetar y proteger desde ahora en adelante la propiedad intelectual y los patentes de origen, así como una mayor apertura de la economía de su país para inversores internacionales y el cumplimiento de acuerdos comerciales a nivel bilateral y multilateral.
Grandes y sonantes palabras para un gran y singular proyecto, dirigidas a las comunidades del mundo actual y a los países y gobiernos involucrados y participantes en el reacomodo y los beneficios del futuro “Camino de la Seda”.
El más diversificado trayecto de este ”Camino de la Seda”, abarca la superación de inmensas distancias, de paisajes impresionantes, de una muy difícil y contrastante geografía, con obstáculos casi insalvables y costosísimos, que incluye sobre todo una tecnología de punta, pues empieza en Shanghai y termina en Duisburgo, Alemania, uno de los mayores puertos fluviales en el mundo, con dos trazados, el primero por carretera que incluye Peking y Moscú, el segundo, con rutas marítimas, desde Shanghai, por el océano indico, Canal de Suez, a Atenas (por el Mediterráneo) y Venecia, para terminar a su vez en Duisburgo.
A primera vista se podría entender que este proyecto China persigue, ni más ni menos, la restauración de un Imperio mundial, que refleja la nostalgia por la antigua “Ruta de Comercio”, que unió durante siglos Asia Central, el Cercano Oriente y Europa durante la Edad Media. Ahora, en nuestra moderno, industrializado y tecnologizado mundo, China sueña de nuevas dimensiones para el fomento del comercio en la era de la globalización.
En lo que se refiere al valor que la realización de este prestigioso y gigantesco proyecto significa como aporte para el desarrollo en el mundo actual, hay que resaltar que existen dos caras, pues la de Estados Unidos como potencia existente, y la otra de China como potencia emergente.
Hasta ahora, Estados Unidos ha dejado que China persiga su objetivo de desplazar al imperialismo yanqui como primera potencia mundial, aunque sea a mediano plazo. Donald Trump sigue sin embargo su guerra económica individual contra las pretensiones económicas chinas, amenazando con imponer más y más obstáculos en el comercio bilateral con cuotas aduanales cada vez más altas. Es decir, que Trump, como Presidente de Estados Unidos, seguirá con su Guerra Comercial contra China, a la vez que está haciendo todo para aumentar las tenciones con Irán, incluso con el riesgo de un conflicto bélico en esta región.
Pareciera que la ventaja está aún al lado de Trump y de Estados Unidos, pues el régimen de China no ha podido aún consolidarse política, social y culturalmente para competir a corto plazo definitivamente con el liderazgo de Estados Unidos y el Bloque de Occidente.
En esta actual situación, hay indicios que China está jugando una carta escondida, que podría consistir en la innovación tecnológica como nueva fuente de competencia industrial, que a la vez podría conducir a una especie de “Guerra Fría Tecnológica”.
En este contexto el Mega – Proyecto “Camino de la Seda” de China podría jugar dentro de unos 10 a 20 años un papel preponderante y contribuir a un cambio de paradigmas en la futura constelación mundial.
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