El Valle de los Caídos, monumento a la Guerra Civil española

El Valle de Los Caídos es hoy en día un símbolo para conmemorar una época y un pasado histórico, aunque doloroso en España.


 


El gobierno socialista del presidente Pedro Sánchez ha tenido a bien de retomar el pasado de la época del Generalísimo Franco y enfocarlo a la atención de los españoles.

Parece ser que el punto de la discordia es esta vez en primer lugar el monumental Valle de los Caídos, construido por decreto del Generalísimo Francisco Franco entre 1940 y 1956 e inaugurado oficialmente en 1959 como monumento en memoria de la Guerra Civil Española, para rendir homenaje a los caídos de ambos bandos en la “gloriosa cruzada” y por “el sentido de unidad y hermandad entre los españoles”.

El conjunto del monumento Valle de los Caídos está ubicado en la Sierra de Guadarrama, a unos 58 km al norte de Madrid, cerca del monasterio de El Escorial, casi a la misma distancia que las ciudades medievales Segovia y Ávila. Actualmente concentra las miras de la sociedad española, después de la aprobación de la solicitud de exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, a instancias del gobierno, convalidado con los votos socialistas y demás partidos de izquierda. La abstención de los partidos y círculos conservadores tiene como principal motivo el impropio momento actual, considerado meramente una maniobra para desviar la atención de la conflictiva actuación de política interior del gobierno de Pedro Sánchez.

Desde el inicio de la construcción de la mega obra, por órdenes de Franco en 1940, para dar la última morada a los caídos en la sangrienta Guerra Civil, de un “millón de muertos” en memoria a contendientes republicanos y nacionalistas, que, después de su terminación y nuevamente por disposición del Generalísimo, alberga los restos mortales de unos 33 mil 847 de “caídos” de ambos bandos, entre los que destaca el cadáver de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, víctima de un complot político, supuestamente orquestado por el mismo Generalísimo.

El hecho de que al final de la dictadura franquista y la muerte del Generalísimo Franco, el 20 de noviembre de 1975, el “caudillo de los españoles” fue enterrado en el mismo mausoleo, conmueve en este momento los ánimos de la sociedad española, por obra y gracia del gobierno y su presidente Pedro Sánchez.

Como consecuencia, las discusiones se concentran por un lado en grupos oponentes de siempre del “franquismo”, que reclaman que este monumento representa una “exaltación del franquismo”, de la guerra y dictadura sangrienta de Franco y el cumplimiento de su última voluntad de que este monumento sea su última morada. Por otro lado, están los defensores del franquismo y de la obra política e histórica de Franco, de pacificar y unificar la España después de la Guerra Civil, instaurar la monarquía, y llevar al país poquito a poco a nuevas metas, propias del siglo XX, incluso camino al inicio de la industrialización, la democratización, el reconocimiento de la soberanía del país a nivel internacional, después de su aislamiento después de la Segunda Guerra Mundial.

En cuando al Valle de los Caídos, cabe mencionar las diferentes opiniones dentro de la sociedad española, de personalidades, expertos de arte e historia, que consideraron esta área como una “exhibición ciclópea de kitsch cristiano”, una concepción propia del “nacionalcatolicismo”, una “ignominia franquista” e incluso como “la mayor fosa común de España”.

En su conjunto el Valle de los Caídos alberga una basílica católica, denominada Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, una abadía benedictina, con una monumental cruz de 150 metros de altura, situado en el extremo sur de la Sierra de Guadarrama, en un impresionante valle formado por bloques de granita y bosques de coníferos, mezclados de robles, olmos y arbustos.

El gran Valle de los Caídos, por su ubicación y su carácter monumental, inspira a primera vista paz y algo de la añorada “España grande y libre”, y, su inmediata cercanía con el reconocido monumento histórico de El Escorial, erigido por Felipe II, hijo del emperador Carlos I, invita a pensar que los dos monumentos representan dos épocas históricas distintas de esta España en las cercanías de su capital Madrid.

Sin embargo, el nuevo gobierno socialista actual, no obstante de que la Guerra Civil haya finalizada hace ya casi 80 años y a más de 40 años de la muerte de Franco, evoca tiempos pasados, aún presentes en la subconciencia en una sociedad, no exenta del todo de opiniones encontradas, cuando la realidad del presente, más bien debería servir para una amplia reconciliación nacional en este siglo XXI, que ya demuestra los impresionantes avances políticos, económicos, tecnológicos de este gran país, que, sin olvidar la visión y el legado de Franco, como la instauración de la monarquía, la industrialización y apertura hacia el mundo, ha podido conservar su unión nacional, ha visto renacer la paz y el bienestar y la estabilidad social, la democratización, la incorporación a la Unión Europea y el reconocimiento internacional y de integración en instituciones multinacionales.

Desde este punto de vista, el Valle de los Caídos, más que ponerlo como una nueva exaltación del franquismo, después a más de 40 años se ha creado una nueva y más reciente realidad histórica, no debería de ser desacreditado en este momento político por el actual gobierno de socialistas de nuevo cuño y los aún existentes anti-franquistas resentidos.

Ante esta polémica se formula la pregunta, si este momento es propicio y sensato para la España actual, de cierta convulsión por las corrientes independistas de Cataluña, que no han cesado desde el último año hasta ahora, peligrando en serio la unidad del país.

Sea como fuere, el Valle de Los Caídos es hoy en día un símbolo para conmemorar una época y un pasado histórico, aunque doloroso, pero también representa un intento de reconciliación y reflexión para un pueblo y una nación europea con un gran futuro por delante.

La existencia de este monumento no debería insinuar una metáfora de culpa, sino resaltar la valentía, el honor y la defensa de la causa de ambas partes de los combatientes de aquel entonces y su derecho de descansar en paz y con el debido respeto hacia ellos.

Por otra parte, que el actual gobierno democrático socialista, intente buscar y establecer un “nueva” realidad o “verdad oficial” para cambiar la historia sobre este lamentable pasado de la Guerra Civil y la dictadura, ya no puede prosperar.

El anunciado desalojo de la momia del caudillo parece poco ético, toda vez que una parte de la sociedad lo repugna, aunque sea declarado como un acto simbólico.

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