Más allá de las diferencias ideológicas, en todos nuestros semejantes podemos encontrar gente valiosa con la cual podemos interactuar.
“A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la Ley a secas”
Frase adjudicada a Benito Pablo Juárez
En el día a día todos sufrimos situaciones que son agradables y otras que no lo son tanto, ocasionadas por propia voluntad o por la voluntad de un tercero, desde la interacción cotidiana con nuestros padres, amigos, vecinos y conocidos ocasionales que comparten un mismo destino hasta la interacción desde las distintas redes sociales que poseemos Facebook, Instagram, Twitter, etc., nadie está exento de encontrarse un comentario, una acción o un gesto que nos sea desagradable u ofensivo porque con la diversidad de opiniones que existe en nuestros días cada persona es un mundo por conocer.
Todos y, claro que me incluyo, solemos tener situaciones particulares que nos molestan e irritan, que para cualquier otra persona pueden ser insignificantes pero a cada uno pueden provocarnos un gran enojo, y viceversa, así habrá situaciones que para uno de nosotros resulten insignificantes; pero para el otro, esa persona indefinida en la universalidad de sujetos que nos encontramos en nuestro camino signifique esa única y especial situación que no puede tolerar. Todo esto, lo vivimos día a día en pequeñas dosis, todos las personas merecen respeto por la misma dignidad que poseemos como personas; pero, ¿qué hay de aquellas situaciones que no son particulares y que aun así volteamos la mirada para otro lado?
Derecha, izquierda, socialista, reaccionario, conservador, libertario, anarquista, humanista, republicano, demócrata, laboralista, progresista, reformista, verde, popular, etc. Y solo hablando de política sin tocar las ideologías, los dogmas, las religiones, los equipos de futbol, las marcas, rivalidades y competencias que nos enfrenta, pero aun en nuestras diferencias, sin duda alguna todos tocamos temas en común lo bueno, lo verdadero e incluso la belleza, pero parece que la preferencia por alguna de las bandera que no son de nuestro agrado nos vuelve polos opuestos sin ninguna posibilidad de trabajar juntos, de pensar juntas de colaborar juntos, nos dividen y enfrentando a tal grado de no querer reconocer que en el otro puedo encontrar un persona valiosa, cuando la hay.
O cuando no nos alegramos de la tragedia ajena, sude un fenómeno peor aún, decidimos no “ofender” a nadie y decir que todos tienen razón y que todos tienen verdad, una verdad a medias será siempre una mentira.
La persona que está desahuciada; el joven inexperto que busca una oportunidad; la adolescente que quiere descubrir el mundo; el padre soltero que desea criar a sus hijos y hacer una vida laboral; la pareja que se quiere casar; el niño que está vendiendo dulces en la escuela, no sabemos si para poder comprar el último juego de moda o para poder comer algo ese día; tu amigo que deprimido buscaba terminar con su dolor, pero antes decidió marcarte por 10 vez esa noche. No voltees la cara, no sabemos qué está pasando el otro; pero él existe y sufre tanto como tú o más. Y por mirar a otro lado ese sufrimiento va a desaparecer, por no pensar como tú no sufrirá menos, por no ser como tí esperas no deja de ser persona, todos somos humanos. Si alguna vez has sufrido y te has sentido desesperado, míralo y haz lo que puedas por él: una sonrisa, una palabra de apoyo; tal vez, una moneda o la compañía en silencio. Sé que no es tu obligación y nunca lo será; pero nunca sabes qué tanto puedes mover el mundo de alguien con esa acción. Esa que dudas en hacer o que no quieres hacer porque el otro no piensa como tú, esa crítica objetiva, esa ayuda desprendida, tu apoyo desinteresado a su persona tal vez pueda no significar nada en el 99% de los casos; pero por ese 1% que le pueda cambiar la vida, vale la pena.
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