El rencor envenena el alma si no lo sabemos gestionar correctamente

El perdón sana y repara nuestro interior y beneficia más al que lo otorga que al que lo recibe y además restaura relaciones.



El rencor es un sentimiento humano que provoca malestar e incomodidad interior contra alguna persona que nos ha hecho daño o nos ha lastimado. Todos lo hemos sentido en alguna medida, pero lo difícil del asunto es no saber reconocerlo y sobre todo no saber controlarlo ya que, cuando se sale de proporciones, se vuelve un arma que daña tanto a la persona que lo siente como a la persona que es objeto del rencor y puede llegar a provocar pleitos tremendos que afectan a familias completas.

Nuestra labor como papás es enseñar a nuestros hijos a reconocerlo, a gestionarlo, es decir, a procesarlo y ponerlo en dominio de la inteligencia y la voluntad para que no les afecte en sus relaciones interpersonales y en su forma de comportarse, pero sobre todo para que no les dañe a ellos mismos, carcomiéndoles la mente y provocándoles sentimientos nocivos.

Por eso aquí les dejo mis 5 Tips para enseñar a nuestros hijos a gestionar el rencor y encausarlo correctamente.

PRIMERO. Que reconozcan que lo sienten y que no es bueno ese sentimiento.
¿Pero qué es lo que se siente en concreto? Un enfado persistente, deseos de venganza, resentimiento duradero, odio que va en aumento, ganas de hacer justicia por propia cuenta, necesidad de ver a la gente pagar por lo que nos hizo. Todo esto genera una disminución en la felicidad de la persona que siente el rencor y lo incapacita para ver las bondades que le rodean.

Es necesario explicarles a nuestros hijos lo que están sintiendo y cómo se le llama a todo eso para que sepan reconocerlo por ellos mismos y así puedan encausarlo correctamente.

Sería iluso decir que no van a sentir rencor, lo que sí debemos buscar es que sepan gestionarlo y encausarlo correctamente; y una forma de gestionarlo es ofreciéndolo por las personas que le han hecho daño para que Dios les ayude a enredar lo que dañaron o corregir la falta que cometieron.

Reconocer lo que sentimos no nos hace menos, no nos denigra ni nos quita autoridad, por el contrario, nos ayuda a ser más humanos, nos reafirma la autoestima y nos fortalece el espíritu.

SEGUNDO. Que aprendan a expresarlo con claridad y con paz en el corazón.
Una vez reconocido, es necesario que lo podamos expresar, es decir, sacar fuera de nosotros. Para nuestros hijos es muy difícil esto, ya que no saben con claridad como expresar lo que sienten, por eso es bueno que le pongan nombre a lo que van sintiendo y que lo califiquen en cuanto a su intensidad; donde cero es nada y 10 es exceso de ese sentimiento.

A nosotros nos dará nociones de cómo está la intensidad de sus sentimiento y a ellos les ayudará a hacer conciencia de qué tanto están enojados o resentidos.

Debemos recordar que cuando uno siente resentimiento o rencor, la mente se nubla y se entorpece el razonamiento, por lo que nos cuesta trabajo pensar con claridad y expresar lo que sentimos. Es aquí donde nosotros podemos ayudarles para que encuentren las palabras correctas para decirnos cómo se sienten.

En caso de no encontrarlas las pueden inventar, es decir, nos pueden describir lo que sienten y como se siente y después inventar una palabra que englobe todo eso. Así, cuando se vuelvan a sentir igual, ya sabremos cómo llamarlo para expresar y en consecuencia sabremos qué debemos hacer para gestionarlo.

Cuando nuestros hijos son pequeños es difícil que nos digan todo, siempre es mejor que nos hagan dibujos de cómo se sienten o de que es lo que quieren que pase con la otra persona.

Lo impotente es que nos digan cómo se sienten y qué nivel de intensidad tienen.

TERCERO. Que su felicidad no dependa de lo que hacen los demás.
Es muy triste ver cómo se puede echar a perder el día de nuestros hijos por el rencor, ya que se ponen de malas, irritables y hasta groseros porque no pueden gestionar correctamente sus sentimientos.

La felicidad debe estar puesta en lo que son ellos mismos, en lo que Dios les regala y no en lo que los demás hacen o dejan de hacer.

Si logramos educar a nuestros hijos así, les estaremos ahorrando muchos sinsabores que les generarán muchos malos sentimientos y que pueden atentar hasta contra su vida si se les deja crecer inadecuadamente.

CUARTO. Da un paso mayor y perdona las ofensas.
No es posible estar siempre corrigiendo sobre la marcha lo que nos va pasando. Es mucho mejor solucionar de raid los problemas y lo misemos pasa con el rencor.

La menor solución para evitar el rencor es el perdón y la misericordia. El que sabe perdonar es más inteligente que el que hace dar. El que sabe perdonar es más misericordioso que el que pisotea para pasar. El que perdona tiene una capacidad mayor de amar y de transformar lo malo en cosas positivas.

El perdón sana y repara nuestro interior y beneficia más al que lo otorga que al que lo recibe y además restaura relaciones. Por lo tanto, debemos educar a nuestros hijos para que siempre estén dispuestos a otorgar el perdón.

Personar significa olvidar de corazón, justificar al que me agredió, regresar amor por odio, alegría por dolor, bien por mal.

Recuerda que nuestros actos y palabras son fruto de lo que tenemos en el corazón.

Y QUINTO. Aprende de todo.
Es importante enseñar a nuestros hijos a que de todo podemos sacar una enseñanza y también de lo que sentimos y como lo manejamos y sobre todo de las consecuencias de nuestros actos.

Estas oportunidades valen oro, pues nos ayudan a educar a nuestros hijos en los valores y formarles virtudes. La templanza, la generosidad, el perdón, la misericordia con virtudes que podemos trabajar con nuestros hijos y hacerles ver que si no aprendemos a gestionar y manejar lo que sentimos, podemos tener consecuencias graves para nosotros y para los demás.

Cuando nuestros hijos están pequeños es muy necesario hacerles ver todo y puntualizarlo todo y conforme carezcan podemos dejarlos que ellos vayan sacando sus conclusiones y poco a poco formales el criterio y una conciencia recta que les ayuda a discernir lo que está bien y lo que está mal.

Esto nos permitirá ser libres de escoger consentir el rencor en nuestras vidas o manejarlo y encausarlo para sacar algo positivo.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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