Nuestro testimonio es muy importante porque así pondremos un granito de arena en la construcción de una sociedad mejor, basada en el bien común y que busca siempre el bien, la justicia y sobre todo, la paz.
En estos días nos ha tocado vivir un ambiente de violencia y agresividad que nos ha generado sensaciones difíciles de procesar.
Y es que volver a vivir una guerra, que pocos comprenden pues se supone que somos una sociedad mucho más avanzada que antes y en cuanto a la tecnología tenemos grandes avances e increíbles herramientas.
Aun en nuestro país hemos visto envueltos en hechos violentos en ámbitos que supuestamente son familiares como es el deporte y la música.
Esto nos pone muy tristes y sensibles; nos exige hacer un alto en el camino, revisar nuestros valores y pedir justicia para los que han salido afectados, pero sobre todo nos debe hacer conciencia de que si queremos paz, debemos educar a nuestros hijos para la paz, por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.
PRIMERO. Evita la competencia y las comparaciones.
Nos hemos dejado llevar por corrientes que nos dicen que para que las personas sean más productivas debemos ponerlas a competir sin darnos cuenta que esto genera un ambiente hostil y cargado de agresividad.
La competencia es buena siempre que tenga una justificación y que no vaya en contra de la dignidad de la persona, pero cuando ponemos a competir a los niños y los comparamos entre sí, lo único que provocamos son sentimientos de angustia y resentimiento pues no se sienten valorados por sí mismos y se provocan pleitos entre hermanos que han llegado a crecer y continúan hasta una edad madura.
La estrategia puede tener una buena intensión, pero en realidad creo que en lugar de ayudar provoca más problemas. Debemos hacer que nuestros hijos compitan contra ellos mismos, es decir, que busquen ser mejores cada vez y superarse.
Por ningún motivo podemos compararlos con nadie pues son únicos, tienen capacidades únicas, por lo mismo tienen necesidades y características únicas. Es así que aunque sean hermanos cada uno requiere de un estilo particular de educación, por lo mismo la comparación está fuera de lugar y la competencia malsana debemos eliminarla de nuestras estrategias educativas.
Esto aplica para la familia, las escuelas, el deporte y cualquier actividad que nuestros hijos practiquen.
SEGUNDO. Fomenta la empatía.
Empatía es sentir con el otro, por esto es necesario educar a nuestros hijos para que tengan la capacidad de sentir el dolor de los que los rodean y que pueda alegrarse con lo que hace feliz a sus hermanos o prójimos.
Debemos recordar que no nacemos siendo empáticos y que algunos tenemos más facilidad que otros para sentir con el otro, pero es nuestro deber como padres de familia educar a nuestros hijos para que sean sensibles y observadores de los sentimientos y necesidades de los demás.
Y además debemos educarlos para que busquen el bien común antes que el bien propio para lograr un ambiente de bienestar social y de armonía, así podremos trabajar, estudiar y convivir en paz.
TERCERO. Enséñalos a dialogar.
El diálogo es el camino más seguro para tener una excelente comunicación y así solucionar los conflictos que se nos van presentando entre personas que convivimos cotidianamente.
El dialogo consiste en escuchar, acoger el mensaje y por último responder, esto nos ayuda a conocer primero las razones o necesidades del que nos habla y después de acogerlo en nuestro corazón buscar respuestas o soluciones adecuadas y encaminadas al bien común.
¡Si superamos cuántos conflictos se pueden arreglar dialogando y no peleando!
Por esto es tan importante educar a nuestros hijos para que sepan dialogar y lo podemos hacer desde nuestro ejemplo, nosotros somos los primeros que debemos practicar el diálogo con ellos, evitando los monólogos donde nosotros les damos un sermón interminable y omitimos el tiempo para que ellos puedan dar su opinión o nos expliquen su punto de vista de las diferente situaciones que se nos presentan día con día.
Si los enseñamos a dialogar, les estamos armando para la vida.
CUARTO. Que aprendan a gestionar sus emociones por medio del autocontrol.
Primero que nada es básico que puedan reconocer sus emociones, ponerles nombre y después expresarlas y encausarlas correctamente por medio del autogobierno.
No podemos ir por el mundo haciendo lo que nos nace, lo que sentimos que es lo correcto o lo que nuestro enojo nos dicta, pues podemos provocar situaciones desagradables, graves o fuera de lugar.
Es necesario tener autocontrol, aunque no es tan fácil adquirirlo, requiere de entrenamiento de la voluntad para conseguirlo.
La voluntad se entrena con pequeños ejercicios de virtud que podemos hacer a lo largo del día y que nos van fortaleciendo para que cuando lleguen las tentaciones o las situaciones difíciles tengamos la capacidad de autocontrolarnos.
Podemos buscar esperar un poco cada vez que debemos hablar, evitar comernos el postre de inmediato, esperar a que todos pasen para pasar nosotros, etc. pero esto debemos hacerlo por amor y con una buena actitud, que nadie lo note; si lo hacemos de mala gana y reclamando, no cuenta como ejercicio de virtud.
Y QUINTO. Que tengan sus valores muy claros y que los hagan vida.
Y me refiero a los valores trascendentes y sobre todo a las virtudes como base de su educación para que tengan la capacidad de actuar conforme a ellos y no se dejen corromper cuando una situación sea difícil.
Podemos decir que los valores son como luces en el camino que les van alumbrando para indicarles por donde si deben ir y por donde no deben pisar.
Si lógranos definir algunos valores familiares y educar a nuestros hijos en ellos, les estaremos dando armas para la vida. Pero no solo debemos enseñarlos en la teoría, sino que debemos enseñarlos a llevarlos a la práctica, con nuestros ejemplos y en cualquier oportunidad que se presente explicándoles que valor es necesario aplicar para salir adelante.
En todo esto, nuestro testimonio es muy importante porque así pondremos un granito de arena en la construcción de una sociedad mejor, basada en el bien común y que busca siempre el bien, la justicia y sobre todo, la paz.
Por eso digo que si queremos paz, eduquemos para la paz.
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