¿Y por qué Bartlett no?

Hay mucho a favor de Manuel Bartlett Díaz, hay que reconocerlo.


Manuel Bartlett


A López Obrador y a Bartlett se les ha venido el mundo encima por el nombramiento de este último como futuro director general de la CFE. Y hay buenas razones.
 
En general, las críticas toman como base la famosa (y negada) “caída del sistema” en la elección de 1988, al mando de Manuel Bartlett. Pero no es sólo eso, aunque no se mencione. Se insiste en la dicha caída del sistema como lo más crítico de la manipulación electoral de entonces.
 
Hay mucho a favor de Manuel Bartlett Díaz, hay que reconocerlo. Es un hombre inteligente, con excelente formación universitaria en México y en Europa. Fue exitoso en una carrera política del PRI y en la administración pública federal., y hasta como gobernador de su estado natal, Puebla.
 
Pero ser inteligente, exitoso, no es ninguna seguridad de que ha hecho bien las cosas, bien desde el punto de vista de la legitimidad y búsqueda del bien común. Dentro de las leyes, se pueden hacer muchas cosas inmorales, torcidas, o fuera del marco legal, cuando no hay legislación al respecto. Esto en cualquier parte del mundo. Los ejemplos sobran, de personajes con poder, inteligentes y exitosos que han dañado a la población.
 
Lo grave de Manuel es su trayectoria de operador político priista, dentro de una estructura partidaria y de gobierno del PRI, que tanto daño causó a la democracia y a los intereses de México. Lo de la caída del sistema fue solamente parte de todo un proceso electoral viciado de origen, completamente manipulado. El gobierno priista, por medio de la Secretaría de Gobernación era juez y parte de las elecciones. No era solamente la presidencial la que era objetada, sino también las elecciones para el poder legislativo.
 
El problema de Manuel es un pasado de priismo a ultranza, partido al que dejó, pero sin que hubiese cambiado su esquema de valores (o antivalores, podríamos decir), por así convenir a sus intereses de poder político. Es el ejemplo ideal de lo más condenable de la “dictadura perfecta”.
 
Cierto es, como él alega, que mucho tiempo y esfuerzo le dedicó a revisar y a atacar la reforma energética. Pero eso no lo hace capaz de dirigir la gran estatal CFE. No estando de acuerdo con la reforma energética, que está vigente, su administración estará en conflicto interno. No se puede esperar que administre con el bien común nacional en mente, sino con obsesiones que ha manifestado ya por escrito como senador de la República.
 
Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica con el argumento de que la iniciativa privada no atendía las zonas menos rentables, en vez de cubrirla por parte del Estado, que era lo razonable. Tras esa estatización, la eficiencia y costos de la producción eléctrica del país sufrieron daños en lugar de significar beneficios.
 
Y desde que se liberalizó la producción de energía por empresas privadas, éstas han demostrado a tal grado su mayor eficiencia, que la misma CFE les compra energía porque es más barata que producirla. Y ahora los obsesionados por el estatismo acusan a los particulares de perjudicar a la CFE ¡por ser más eficientes!
 
La mentalidad priista, estatista, de Manuel Bartlett, es la misma de siempre, aunque opere bajo otras siglas partidarias. La obsesión de que el Estado sea el dueño de la generación eléctrica, que él comparte, es la antítesis del principio de subsidiariedad.
 
Y en estos conflictos de intereses y de posiciones políticas en especial, Manuel Bartlett iría a dirigir una ineficiente CFE, buscando cómo mantenerla a flote frente a la eficiencia privada, a como dé lugar. La CFE tiene demasiados problemas, como un sindicato que, en vez de ver por el país, mira por sus sindicales intereses.
 
Como enemigo de la reforma energética y estatista probado que es Manuel, la industria eléctrica nacional no puede esperar un futuro de eficiencia en manos de suyas. Por eso, porque que va muy en la línea de “dinosaurio” priista, es que no se puede ver con buenos ojos que dirija la CFE. Todo augura, lamentablemente, más problemas de fondo político, que solución a las necesidades de energía eléctrica de México.

 

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