¿Y nuestros militares tras las elecciones?

Hay y ha habido en las milicias del mundo un sentido de lealtad que se llega a confundir, lamentablemente, y que cuando ha sido para mal ha puesto a los militares al servicio ciego de causas ajenas al bien común. La lealtad a la patria, a la que se debe entregar quien se incorpora a fuerzas armadas, es la esencia del sentir militar, y para eso se vive. Pero luego hay una confusión entre la lealtad a la patria y la lealtad a quienes ejercen el poder nacional, o local y hasta a sus partidos políticos.

Y por esos principios de lealtad (ciega) y sumisión a las órdenes superiores, es que hasta ejércitos completos en conflictos de guerras intestinas, cambian de bando cuando así se los ordena el jefe. La historia del mundo está llena de ejemplos vividos. La lealtad y la obediencia son dos ejes principales del actuar militar. Y eso ha llevado al mundo tanto a acciones militares de justa defensa, como de injusto ataque a terceros, por ambiciones políticas de los dueños del poder nacional, y hasta a ponerse en contra de sus propios connacionales.

Con estos antecedentes del sentido militar y sus valores, ¿qué podemos esperar de nuestras fuerzas armadas para este 2024? Hay inquietud entre parte de la población, pues si las elecciones del 2 de junio que desfavorezcan al presidente López Obrador y su grupo de intereses, los llevan a tomar acciones ilegales, quienes están en medio de ello son precisamente las fuerzas armadas mexicanas, y con ellas la Guardia Nacional, controlada por militares. ¿En dónde estarán sus lealtades, con la patria a la juraron defender o con quien gobierna, con el jefe supremo constitucional (que va de salida), esté en lo legal o lo ilegal?

Hay personas que piensan que por las prioridades que el presidente ha dado a los militares y marinos de guerra en las grandes obras de su gobierno, con los presupuestos de miles de millones de pesos y la absoluta opacidad que se les ha concedido en su manejo, eso ha permitido que jefes de alto rango se hayan enriquecido enormemente, y que por tanto por su interés y protección legal personales o de grupo, se pongan del lado del presidente, a pesar de que eso fuera actuar contra la esencial lealtad a la patria.

Y lo mismo se piensa por las posiciones de poder que el presidente ha dado a militares de alto rango, en manejo de aduanas, aeropuertos y más, en donde las facilidades para enriquecerse abusando del manejo de fondos son enormes, las hayan o no aprovechado. Pero las oportunidades de corrupción a favor de dichos jefes del Ejército y la Marina no significan que el resto de dichas instituciones se haya visto favorecida. La realidad es la contraria.

Hay entre los militares, altos mandos fuera de esos casos, mandos medios, oficiales y tropa, un enorme descontento por el mal trato que se les ha dado por el presidente. Primero que nada, las órdenes de no defenderse de agresiones de diversos tipos ante la población que les reclama algo, sufriendo enormes y repetidas humillaciones injustas, y también de evitar defenderse de ataques de la delincuencia organizada, aunque recientemente se les ha ido dando libertad de defenderse. Lo cual no dejan de lamentar, de enfurecerles los casos en que soldados han sido heridos y muertos, bajo el principio de “abrazos, no balazos”.

Los sicariatos de la delincuencia organizada que se han apoderado de gran parte del territorio nacional a favor de sus capos han dado a la población un sentimiento de inferioridad militar, incapaz de combatirlos o la idea de que les tienen miedo. Y eso tiene muy enojados a miembros de nuestras fuerzas armadas. La verdad es que tienen el personal, la capacidad, el armamento, la disciplina y formación en estrategia más que suficientes para acabar con las bandas de sicarios. No es verdad que estos últimos estén mejor armados, falso. Pero esos ataques a las bandas de delincuentes no se pueden dar porque no le pega la gana al presidente. Y las fuerzas armadas son humilladas ante la población, que en mucho los creen cobardes, que no lo son. Simplemente tienen las manos atadas alrededor de sus armas “por órdenes superiores”.

Lo que se puede esperar, es que salvo los mandos que realmente se han enriquecido gracias a la manga ancha de manejo de dineros públicos, la mayor parte del Ejército y la Marina, están muy, pero muy resentidos con el trato que en estos casi seis años han recibido del presidente. Hay comentarios en privado de oficiales y jefes del Ejército del malestar que tienen en contra del presidente. Permitirles humillaciones, imagen de cobardes, compañeros heridos y asesinados, trabajo de albañiles, que no es en sí vergonzoso, pero completamente ajeno a sus funciones de proteger la seguridad del país. Militares en retiro se han quejado del maltrato a sus compañeros de armas en activo.

Ante este panorama, podemos esperar que si ante resultados adversos a su partido, López Obrador les ordena actuar en contra de la ciudadanía, la mayor parte de la fuerzas armadas se mantendrán leales a la población y no de quien les ordena actuar por sus ilícitos intereses antipatrióticos.

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