Para quienes están conscientes del grave peligro de perder la democracia en México si el partido en el poder federal y en muchas entidades y municipios vuelve a ganar las elecciones del 2 de junio próximo, convencer a la población indiferente a votar ese día, es asunto de primera importancia. En especial si llegaran a ganar mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, pues cambiarían, como abiertamente pretenden, modificar a su antojo la Constitución federal.
El problema del abstencionismo para ejercer el principal medio de participar en una democracia, que es el voto electoral, no es propio de México, sino de muchas personas en el mundo. Es una forma de negligencia que como para muchas otras actividades, caracteriza a las personas. La negligencia afecta a todo, desde el cuidado de la salud hasta las más importantes obligaciones personales. Vencer la negligencia de la gente es una tarea muy difícil, convencerla de responsabilizarse es algo que se debe intentar siempre por parte de quienes sí se responsabilizan tanto de cumplir sus obligaciones como de ejercer sus derechos.
En el caso del derecho al voto, la negligencia de quienes están conscientes de la necesidad de ejercerlo, pero no lo hacen, como de quienes son indiferentes simplemente, requiere que se insista por parte de los preocupados y decididos a votar, para que vean los posibles escenarios del país, dependiendo de quiénes ganen las diversas elecciones en junio.
Decir que el futuro inmediato, ya no digamos para las nuevas generaciones, está en un riesgo no conocido en México desde la Revolución hasta ahora es una verdad que demuestran los hechos y los dichos de quienes ahora gobiernan. Sin embargo, es fácil comprobar que millones de mexicanos no están interesados en el tema, y por tanto no se preocupan, creen que nada malo o peor de lo que ahora se vive pueda pasar.
A ellos se suman otros millones que por diversas razones están satisfechos con el actual partido en el poder, en especial seducidos por su líder, el presidente de la república, y por tanto votarán por la continuidad de los mismos. Los motivos, más que razones, van desde la conveniencia de recibir dinero en efectivo en múltiples programas sociales, hasta el convencimiento de que, a pesar de las críticas, acusaciones y denuncias por abusos del poder, corrupción, alianzas clarísimas con el crimen organizado, se mantienen fieles al presidente y su partido. Muchos de ellos irán a votar por la continuidad.
La indiferencia ante el significado de ejercer el voto para decidir el próximo gobierno y las próximas legislaturas federal y locales debe ser la gran preocupación de quienes están conscientes de los peligros inmediatos y a futuro de México. Y esta preocupación debe convertirse en una permanente e insistente campaña personal, familiar, comunitaria y de organizaciones sociales, para convencer a los negligentes (abstencionistas) e indiferentes, a que reflexionen y el día 2 de junio vayan a votar.
Vale la pena ver que sí hay interés en muchas personas que no han votado, incluyendo muchas que no tenían siquiera credencial del INE, que se están preocupando, que entienden la importancia de esas elecciones y que se preparan para ejercer el derecho al voto. A estas personas en nuestro entorno, no hay que dejar de animarlas, y convencerlas de que hagan lo propios con familiares, amigos y otras personas cercanas.
Un caso particular, también conocido en otros países, es la indiferencia en votar por parte de un gran sector de la población, que es el de los jóvenes adultos de entre unos 20 a 35 años de edad. Su abstención electoral tiene sin duda muchas motivaciones (o falta de ellas). Y en la mayoría de los casos, contando con niveles desde aceptables de educación hasta de graduados universitarios, su falta de interés debe ser un acicate de quienes sí están convencidos, de a su vez animarles y convencerlos de que voten, de que no sean indiferentes ante la grave situación del país, que lo más probable es que conozcan más o menos o hasta muy bien, de que está en juego no sólo su futuro sino su presente.
Que convencer a los adultos jóvenes de que vayan a votar en particular este año es una tarea muy, muy difícil, es cierto, y la experiencia nuestra y de otras naciones así lo demuestra. Pero hay que acercarse a todo joven con derecho a voto a que lo ejerza, de manera personal y directa a los familiares, a los amigos, a los alumnos, a los compañeros de trabajo o de otras actividades, a los vecinos. Y hay que insistirle a quienes sí están conscientes de la importancia del voto, que hagan lo propio con sus jóvenes. En especial que los jóvenes conscientes del voto animen a sus jóvenes de familia, de círculos sociales y de otros entornos, a que vayan a votar.
Es muy importante que en la promoción del voto, y en particular en el señalamiento de lo grave de la situación de fracasos, errores, dispendios, corrupción y abusos del poder del actual partido en el poder, en el Congreso federal y en gobiernos y congresos locales, se haga con mucha seriedad, mostrando los hechos y las carencias, como en el caso de la desatención a la salud; de la grave y creciente inseguridad por dominios territoriales de la delincuencia organizada (y no organizada). Que los insultos no sirven para convencer a nadie, y que los hechos, los datos, las experiencias personales y ajenas del mal gobierno son las razones para ir a votar el 2 de junio.
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