Héme aquí en el poblado de Aguaruto, Sinaloa, cercano a Culiacán, sentado frente a un joven de 20 años, a quien identificaré como JM, conversando acerca de un caso excepcional, el suyo.
JM, después de 2 meses de haber sido totalmente desahuciado por cáncer, se mantenía con vida, sonriente, completo y con muy buen ánimo.
Médicamente, su caso no tenía remedio, su cuerpo era consumido por un sarcoma (cáncer de huesos) generalizado, así como linfoma que lo invadía día tras día, y habiendo rechazado su padre la amputación del brazo derecho como primera recomendación médica.
Durante esos 2 meses ya había aumentado 14 kg de peso (hoy en día ya son más de 20 kg). Fue precisamente la pérdida acelerada e “inexplicable” de más de 30 kg de peso, así como una “bola” en el antebrazo derecho y después de varios diagnósticos equivocados lo que lo condujo al fatídico diagnóstico de cáncer.
Unas semanas antes, su cuerpo estaba reducido a huesos con piel y gritos de dolor, sin poder sentarse, mucho menos pararse, ni establecer conversación alguna. Recibía 24 inyecciones de morfina al día como terapia de rescate, además del parche de la misma sustancia y diversos cocteles anti-dolor transfundidos permanentemente durante un mes de hospitalización en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Sólo había que esperar a que falleciera… Pero no falleció y su recuperación está en marcha, habiendo desaparecido diversas manifestaciones del cáncer, documentado todo ello en 3 rastreos recientes de la enfermedad.
¿Cómo fue que ocurrió ese cambio de la muerte “inminente” a la vida que hoy observo en un joven otrora condenado? La esperanza surgió al observar que aún podía comer una vez desconectado de los poderosos analgésicos y habiendo eliminado el parche. Bajo el ojo avizor de su tía, la doctora en Ciencias, Magdalena Medina, quien de inmediato notó ese hecho esperanzador, el joven pronto recibió la ayuda que necesitaba.
Primeramente, y bajo consejo del doctor Froylán Alvarado, se le estableció un régimen alimenticio estricto de prácticamente cero carbohidratos (azúcares simples y almidones), reducción al mínimo necesario del consumo de sodio, eliminando la sal y dejando como fuente de este mineral el contenido natural en los alimentos y suministrando otros ya probados por la propia doctora Medina, como el bicarbonato de potasio, así como diversos nutrientes celulares: polisacáridos péptidos, ácidos fúlvico y húmico, cloruro de magnesio, liberadores de células madre adultas, clorofila, antioxidantes, DHA al 70% de pureza, jugo de aloe vera, extracto concentrado de guanábana, entre otros.
Se le brindó también a JM 10 sesiones de terapia de ozonificación en sangre a fin de oxigenar al máximo su organismo y “ahogar” en oxígeno a las células tumorales. Otro gran recurso empleado en esta carrera contra la muerte fueron las recomendaciones del doctor Demetrio Sodi Pallares (qepd), tan reconocido en el mundo e injustamente tratado en México por la industria farmacéutica, en el uso de la magnetoterapia, con campos magnéticos pulsantes, cuyo éxito está absolutamente documentado, tanto para enfermos de cáncer como de otras enfermedades.
Han pasado ya 3 meses de aquella conversación. JM y sus padres pudieron hacer el viaje a su hogar en Mexicali, a fin de continuar sus estudios en el cuarto semestre de ingeniería, siendo él mismo quien condujo el automóvil de regreso. Su recuperación aún no es total, requiere seguir con la observación cuidadosa de su dieta, además del consumo de nutrientes que paulatinamente le han devuelto la salud. A instancias de su madre, quien prefiere no confiar en nadie, se le han suministrado 6 sesiones de quimioterapia también, habiendo podido convencerla de renunciar a las radioterapias “paliativas” para ayudarlo a bien-morir, recomendadas por sus médicos.
Por ahora se encuentra en proceso de recuperar la vida normal de un joven de su edad, con mucho mayor conciencia del significado que tiene una nutrición adecuada y no la ingesta desequilibrada de la chatarra globalizada, consumida sin ninguna reflexión que sirvió de alimento a las células tumorales que consumían también su organismo.
La Dra. Medina ha estudiado durante muchos años la físico-química del cuerpo humano, el comportamiento de las células, así como también el espacio extracelular (o intersticial) siguiendo las enseñanzas del Dr. Sodi Pallares, del Dr. Alberto Martí, del Dr. Joel Wallach, del Dr. Froylán Alvarado, y adentrándose en los beneficios de ciertos productos y suplementos alimenticios con la constancia de haber ayudado a muchas personas a vencer enfermedades y mantenerse saludables. Con esa experiencia puesta a su servicio, JM ha ganado la partida a una muerte “inevitable” a unas cuantas semanas de que ocurriera.
Sí, amigos: el cáncer se puede vencer, sin milagros, haciendo uso de recursos de salud que la mayoría de los médicos en su legendaria arrogancia desprecian, sin querer enterarse de lo que sucede con los pacientes que desahucian y luego aparecen en su consultorio gozando de salud.
Uno de esos productos, regenerador celular, salvó hace unos años a un amigo culiacanense, que padecía cáncer de próstata. Conozco sus exámenes de laboratorio. De tener poco más de 14 puntos de antígeno prostático, lo que permitió diagnosticar al cáncer, en tres meses bajó a 0.93, como si a sus sesenta años de edad fuera un adolescente, libre de cáncer. Tengo en mi poder copias de dichos exámenes del IMSS.
El cáncer, con los debidos cuidados, y antes de que el cuerpo sea consumido por quimios y radioterapias, se puede vencer.
Pero lo más importante es una forma de vida y alimentación que impida que inicie. Una buena nutrición evita que se empiece a desarrollar.
@yoinfluyo
comentarios@yoinfluyo.com
@siredingv
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com