Un tema recurrente en México es el de la llegada de los militares del Reino de Castilla al territorio que es ahora la República Mexicana, pero que en su momento incluía a muy diversas naciones originarias. Una debilidad de principio de quienes insisten en reclamar dicha llegada castellana es que normalmente confunden indebidamente al pueblo azteca, con un conjunto de naciones diversas. Confunden la toma de Tenochtitlán con la de múltiples pueblos de lo que es ahora es la nación mexicana.
Decir que los españoles conquistaron a la nación mexicana al conquistar la ciudad que ahora es la de México, es un error, más bien una suma de errores de interpretación histórica. Todo esto propio de fobias que no tienen sustento. Fobias contra el Reino de España. Confusión de la parte con el todo en cuanto a los pueblos, las naciones que convivían en lo que es ahora un país llamado Estados Unidos Mexicanos.
Un grupo de militares del Reino de Castilla y acompañantes, bajo el mando y liderazgo del capitán Hernán Cortés, llegó a playas de lo que es ahora el estado de Veracruz, y fundó allí una villa, la Villa Rica de la Vera Cruz. De allí se dirigió hacia una ciudad de fantasía ante sus ojos, la capital de lo que era un imperio, el Azteca, terminando con la conquista del mismo.
Suponen los hispanófobos que con la conquista de la capital imperial azteca se conquistaba algo que entonces no existía, una nación que como ya dije era en realidad un conjunto de pueblos y naciones distintas. Entre ellas están las diversas etnias que nada, pero nada tenían de aztecas. Por ejemplificar, no eran aztecas los totonacas, los tlaxcaltecas, los otomíes, los mayas, los seris, los mixtecas, zapotecas, tzotziles, coras, mazahuas, huastecos, purépechas, tarahumaras (rarámuris), mayos y otros más.
Al vencer al imperio azteca, Cortés, con sus pocos soldados y principalmente con miles de indígenas que no eran parte de dicho imperio, terminaron con el poder militar de un pueblo dedicado a guerrear con sus vecinos, tomándolos como súbditos, y como prisioneros para ser sacrificados en Tenochtitlán. Acabaron con un imperio sangriento, y con ello liberaron a los pueblos de esa sumisión.
Una vez acabado el imperio azteca, la conquista castellana se fue extendiendo al resto de lo que es ahora México, pero en mucho sin el costo de sangre y destrucción que se supone por los hispanófobos, pero que sí era el de los aztecas.
Esa conquista trajo un cambio radical en muchos aspectos de la vida de los diversos pueblos, que se fueron sumando para convertirse en lo que luego se llamó la Nueva España. Los cambios significaron en mucho el fin de guerras entre los pueblos, y especialmente las de conquista y sometimiento de los mexicas.
Los cambios significaron muchas cosas que hasta ahora persisten, como una nueva religión cuya base es el amor, un idioma común, sumado a los diversos idiomas que había con cada pueblo. Educación, nuevos oficios, servicios de salud y otros beneficios, que superaron con mucho, pero mucho al reclamado saqueo de oro y plata y otras riquezas naturales.
De esa conquista nació una unidad de pueblos que se convirtieron en lo que tras la independencia el 27 de septiembre de 1821 llegó a ser la Nación Mexicana. Es curioso que la mayoría de los hispanófobos que reclaman a Hernán Cortés haber llegado a México, a América, y peor aún a Cristóbal Colón, por haberse topado con un continente que le evitó llegar a donde era su destino de viaje, Asia… son de origen europeo o del mestizaje.
Reclamar a los españoles haber traído a lo que es ahora México beneficios que superaron los saqueos y explotación de trabajo de los pueblos que se encontraron, en el propio idioma de lo que es España (el castellano), es realmente una preocupante ridiculez. Hacerlo por personas, como ya indiqué, que tienen nombres, apellidos, costumbres, valores y genealogía europea en todo o en parte (por mestizaje) es negarse a sí mismos.
El balance, el saldo de la conquista llegada de Castilla es abrumadoramente favorable. Gritar en contra de Colón, de Cortés y otros conquistadores y de la construcción de lo que llegó a ser una sola nación ya para cuando inició la guerra de independencia en 1810, es solamente una acción visceral sin sustento histórico alguno.
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